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Javier Beltrán
Viernes, 28 de mayo 2021, 09:54
El milagro del Uritarra, como casi lo consigue el Elorrio o lo consumara el Urduliz, se puede producir en apenas unas semanas si cristaliza el ascenso histórico a la Tercera RFEF por primera vez, a base de muchos jugadores de Larrabetzu, compromiso por un ... escudo y sin cobrar ni un solo euro, ni siquiera primas, ni jugadores ni técnicos del club. Ocupan la primera plaza de la División de Honor territorial, con 34 puntos, con el Zamudio segundo con 31, apuntalado ahora por De Eguino y Txemi García, del Balmaseda, el Galdakao, tercero con 30, y el Erandio, cuarto con 29 puntos, con cuatro jornadas por delante. Se puede convertir en una especie de SD Amorebieta, ascendido al fútbol profesional desde una localidad de 20.000 habitantes, en el fútbol regional vizcaíno. «El Amore es muy humilde también, pero nosotros, probablemente, somos el único equipo de la categoría que no cobra nadie. Nadie se queja, los jugadores se hacen socios, pagan sus cuotas. Aquí, los jugadores pierden dinero», desliza sobre un caso singular en suelo vizcaíno su míster, Beñat Etxebarria. «Los que están es porque quieren estar», señala desde Larrabetzu, de apenas 2.000 habitantes.
Beñat Etxebarria, no el exleón con el que le suelen confundir por su mismo nombre y apellido, e Ibai Pujol, como segundo, forman el cuerpo de mando de este asombroso Uritarra, que rompe todos los pronósticos. «Significa el fruto al trabajo de mucho tiempo, tenemos una pertenencia y un sentimiento muy grande de grupo en el vestuario. Hay chavales que llevan muchos años juntos, algunos desde hace siete años, cuando estábamos en Primera Regional. La unión de grupo nos da mucha fuerza», describe Etxebarria, que ha encarado como ha podido una campaña muy accidentada en esta División de Honor que a punto estuvo que neutralizarse como consecuencia de las incomodidades de la pandemia, que exigía protocolos difícilmente asumibles en el fútbol de barro. «Arrancamos en septiembre, luego paramos, volvimos a empezar una pretemporada en Navidades, se volvió a parar... Ha sido un año un poco raro», relata y pone en el acento que clubes como el Uritarra o el Dínamo San Juan, a los que les ha beneficiado la fusión de sus vestuarios al acumular varias campañas de comunión de su acorazado bloque. Ha ganado 10 de los 15 partidos disputados, con cuatro equis y sólo un partido perdido, precisamente el último fin de semana ante el apuntalado Gernika B (1-0) en Urbieta. 26 goles a favor y sólo 9 en contra abrillantan el casillero de la escuadra celeste en la cúspide de la tabla.
Para ser un pueblo, Larrabetzu, con apenas dos millares de vecinos, el porcentaje de oriundos en el plantel es destacado y cuentan con una masa social de 800 abonados, una cantidad más que respetable proporcionalmente a su población. Uno de sus ilustres ciudadanos de este enclave del Valle del Txorierri, el centrocampista de la SD Amorebieta Iker Bilbao marcó el gol de ascenso a la Liga SmartBank al Badajoz en el Nuevo Vivero.
Este verano, apenas llegaron fichajes al Uritarra, donde milita Arkaitz de Luis o el portero Gorka Sánchez-Pando como sus rostros más reconocibles. Fulgencio, del Galea, Mikelatz Zarraga, del Sondika, y dos juveniles del Gernika fueron las únicas incorporaciones. Encima, en septiembre contaban con una plantilla y con tantos paréntesis se le han ido varios de sus mejores mimbres. «No sabíamos si íbamos a empezar o no y varios Terceras preguntaron por jugadores nuestros. Les dejamos ir», lanza solidario Beñat Etxebarria. Entre ellos, Ugaitz Villada, que había quedado pichichi en División de Honor, rumbo al Santutxu, Xabier Dañobeitia que recalaba en el Deusto, y Astarloza, otro delantero, dejó el fútbol. Además, más palos en las ruedas con el caso de Oier Muñoz, que sufrió una accidente de tráfico y es baja segura para esta recta final del campeonato.
Un Uritarra que escribe sus páginas más brillantes al transitar por su tercera temporada en Honor, la mejor categoría en la que ha militado, y antes en Preferente, que estuvo cuatro años, donde tampoco se había instalado hasta ahora desde su fundación en 1947. Beñat Etxebarria, que ha entrenado en las inferiores del Barakaldo y en el Indartsu de Basauri, encadena ya siete años como técnico celeste y director deportivo en el club de Larrabetzu, en el que se concedió un respiro en los banquillos el pasado curso. «El primer año en Honor acabamos quintos, recién ascendidos, y este año está siendo el mejor», desliza orgulloso desde el campo de Errebale, donde esta sinuosa campaña han tenido que debutar juveniles del Uritarra, de la Segunda Juvenil, ante tantas interferencias externas que habían diezmado su plantel.
Su estructura y parámetros habría que modernizarlos en el caso de un ascenso a Tercera que en ningún caso entraba en los cálculos iniciales: «Puff, si se sube, por lo que sea, ya lo pensaremos, aunque no está el club para muchos cambios», se sincera el técnico del Uritarra, que es consciente de que la pandemia ha laminado al club ya que el bar del campo, las taquilla y las rifas, ahora en barbecho por la pandemia y las restricciones del Gobierno Vasco, ayudaban mucho a sus arcas. Si logra colarse segundo en la clasificación podía figurar en el bombo embrionario de la próxima edición de la Copa del Rey y optar, en la segunda criba, a cruzarse con un Primera División. Serían ya palabras mayores para un modesto club que está de moda en Bizkaia.
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