Íñigo Agiriano
Domingo, 12 de febrero 2023, 23:35
El proyecto de Jürgen Klopp en el Liverpool ha tenido una sola dirección: hacia delante. El trabajo del técnico germano y la inteligente política de fichajes del club consiguieron algo extremadamente complicado en el fútbol como que cada temporada fuera mejor que la anterior. En ... su primer año alcanzó una final europea, en el segundo volvió a la Champions, en el tercero llegó a la final, en el cuarto la ganó y en el quinto conquistó la primera Premier del club en su actual formato. La única excepción fue la campaña 2020-2021, cuando el equipo dio claros síntomas de agotamiento y no compitió por ninguno de los títulos.
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Uno podía esperar que aquel año marcase el final del proyecto de Klopp, pero nada más lejos de la realidad. La temporada pasada los reds hicieron historia; jugaron 63 partidos, alcanzaron tres finales y disputaron la Premier, literalmente, hasta el último minuto de la última jornada. Si bien es cierto que solo consiguieron levantar las dos copas, EFL Cup y FA Cup, el Liverpool 21-22 quizá fue la obra más perfecta de Klopp, un equipo que asfixiaba con su presión y que con el balón era capaz de crear peligro de todas las formas posibles.
Todo ha cambiado esta temporada. El Liverpool no marca con la misma asiduidad, su defensa ha sido calamitosa, y la mejoría de algunos rivales como el Arsenal, el United y el Newcastle ha hecho que la posibilidad de no disputar la Champions la temporada que viene sea más real que nunca. Ahora mismo es décimo a diez puntos de Europa y a un mundo del líder. ¿Qué ha sucedido este verano para que se produzca un cambio a peor tan llamativo e inesperado?
En términos de plantilla, la única baja importante fue la de Sadio Mané. Si bien es cierto que el atacante senegalés era fundamental en la idea de Klopp y que su sustituto, Darwin Núñez, no ha dado todo lo que se podía esperar, este factor es insuficiente para explicar el bajón del conjunto red. De hecho, si nos remitimos a las cifras, el uruguayo mejora ligeramente a Mané, sus diez goles y cuatro asistencias superan los diez tantos y dos pases decisivos del ahora jugador del Bayern a estas alturas.
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Problema de planificación
También se ha hablado del estado físico del equipo, especialmente tras un año tan exigente como fue el anterior. Sin embargo, el propio Klopp mencionó que este factor pudo haberles condicionado a principio de temporada, pero que ahora, en febrero, no podían utilizarlo como excusa para su pobre desempeño. Más significativas fueron las declaraciones del técnico tras la derrota ante el Brighton: «Normalmente defendemos de una forma muy valiente y cuando nuestro 'timing' en defensa no es perfecto, concedemos espacios. Esto nos ha sucedido siempre, pero gracias a nuestra presión al poseedor del balón, nadie se daba cuenta».
Las palabras de Klopp responden a un tema fundamental en el análisis de un equipo que es soslayado o ni siquiera percibido por la crítica. Cuando un entrenador escoge una forma de ganar, elige, al mismo tiempo, una manera de perder. No es posible alabar el estilo del Liverpool de la temporada pasada y criticar el actual reclamando un mayor pragmatismo, porque son las dos caras de una misma moneda. Cuando un equipo quiere defender hacia delante, siempre concederá espacios a su espalda. Que el rival pueda aprovecharlos o no dependerá en gran medida de lo acertada e intensa que sea la presión que el equipo ejerza en campo rival.
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En este sentido, sí podemos aludir a un problema en la planificación de la plantilla del Liverpool, un medio campo cada vez menos dominante en lo físico. Tanto a Milner como a Henderson les pesan los años, las lesiones no han respetado ni a Fabinho ni a Keita, y Thiago es un perfil de jugador muy diferente a lo que Klopp reclama de, al menos, dos de sus tres centrocampistas. El Liverpool echa de menos a un futbolista como Wijnaldum, un portento físico capaz de presionar de forma constante y ayudar en defensa, y que además posea la calidad suficiente para participar en las vertiginosas combinaciones ofensivas tan del gusto del técnico de Stuttgart.
Esa carencia en el medio campo ha descubierto las vergüenzas de su defensa: Alexander Arnold, por ejemplo, ha sido el blanco de numerosas críticas en Inglaterra por sus errores. Los fallos son innegables, pero nuevamente debemos remitirnos a una cuestión sistémica. El entorno creado por Klopp permitía esconder los defectos de Arnold y potenciar al máximo sus virtudes, pero cuando el sistema falla, esos defectos salen a flote. Lo mismo ha sucedido con Matip o Joe Gomez, que en temporadas anteriores se habían mostrado como dignos acompañantes de Van Dijk, mientras que ahora encadenan una actuación esperpéntica tras otra.
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En los últimos partidos se ha visto a un Liverpool diferente sin el balón, apostando por un planteamiento ligeramente más conservador. La directiva red mantiene su confianza en Klopp y aún en caso de no clasificarse para la Liga de Campeones parece que será el germano quien dirigirá la reconstrucción del equipo de Anfield este verano. En cualquier caso, todavía queda mucha temporada y la eliminatoria de Champions ante el Real Madrid puede ser una gran oportunidad para remontar el curso de la temporada más complicada de Klopp en el club de la ribera del Mersey.
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