El primer gol del Eldense nunca debió subir al marcador

Cuando la zaga visitante golpea para despejar en largo, Ortuño está más de un metro por detrás de Xabi Etxeita, el último jugador del Amorebieta, aunque acelera para volver a campo propio. En la retransmisión televisiva la acción se puede intuir, pero no existe un plano que deje bien a las claras la posición. Donde sí se aprecia a la perfección la jugada es en las imágenes del servicio Mediacoach, una herramienta de vídeo y análisis de partidos que manejan de forma habitual los cuerpos técnicos.

Pero eso no es lo más grave del asunto. Lo verdaderamente escandaloso es lo desvelado por la cuenta @archivoVAR en redes sociales. Al parecer, desde la sala de videoarbitraje, donde se encontraba Rubén Ávalos Barrera, no se pudo comprobar la posición del jugador azulgrana «al no existir una cámara en la retransmisión para determinarla».

Así las cosas, se decidió tirar por la calle del medio y dar por bueno un gol que nunca debió ser tal y sin el que, quién sabe, el duelo entre Amorebieta y Eldense podría haber transcurrido por derroteros muy distintos. Que se den situaciones de este tipo en una Liga que presume de nivel tanto tecnológico como arbitral es una broma de muy mal gusto.

«Es fuera de juego clarísimo», se quejaba amargamente Jandro Castro en la rueda de prensa posterior al encuentro. No en vano, la jugada le pilló justo delante. Pero pese a sus protestas y las de sus jugadores, el gol se dio por bueno. «A ver cómo lo digo para no meterme en un jaleo. No te puedes quejar, no puedes hacer nada. Pero que alguien me explique, por favor, cómo puede ser que una jugada tan clara, que tenemos la imagen, revisada por el VAR, la den como legal», se cuestionaba.

«En una situación como la nuestra, un gol en el minuto nueve es una hostia de la que es difícil levantarse. Y es evitable. El línea tiene que verlo porque está a la altura del jugador. Pero como hay VAR dejan seguir. El línea no levanta… pero ¿y el VAR? Es clarísimo, no lo puedo entender. Me parece una vergüenza. Es la puta realidad», decía un muy enfadado Jandro.