El peligro para el Amorebieta de enfrentarse a un rival sin nada en juego

La derrota en la última jornada de los canarios precisamente a manos del conjunto efesé esfumó las ya pocas opciones que les quedaban de soñar con colarse entre los seis primeros. Los chicharreros, con 52 puntos, están a nueve del Racing de Santander, equipo que marca el play-off de ascenso. Con tres jornadas por disputarse, se han quedado en 'tierra de nadie' los de de Asier Garitano, un técnico que ya sabe que no seguirá la próxima campaña en la isla y al que ya se le está buscando sustituto.

Lo que a priori podría pensarse que podría ser positivo para el Amorebieta, que acude urgido por la necesidad y obligado a sumar los tres puntos, podría convertirse en un arma de doble filo. Porque si bien es cierto que ya sin nada en juego deportivamente hablando, el hecho de disputar el penúltimo encuentro ante su afición les obliga a dar un paso adelante y no dejarse llevar.

Aquello de que los blanquiazules podrían jugar con menor intensidad no deja de ser más que un recurso al que recurren terceros implicados para tratar de meter presión. Por nombre, historia y entidad, el Tenerife hará su partido, el que debe hacer, y competirá en buena lid con el Amorebieta. Libre de ataduras y presión, los chicharreros pueden dedicarse 'simplemente' a jugar al fútbol y disfrutar de la redonda. Además, no cabe duda de que habrá muchas miradas puestas en ese encuentro dispuestas a fiscalizar cualquier mínimo detalle.

En esta su segunda visita al Heliodoro, el Amorebieta buscará tres puntos clave con los que, quizá, y si se dan los resultados idóneos, salir de la zona roja tras pasar en ella buena parte de la temporada. Pero también quitarse la espina que tiene clavada desde su anterior visita. Hace dos años, en su estreno en el feudo chicharrero, los zornotzarras cayeron derrotados por 2-1 en un partido plagado de polémica.

De entrada, el duelo estuvo dirigido por Víctor García Verdura, un nombre que ha quedado grabado a fuego en el recuerdo de los de Urritxe. La primera acción dudosa fue el tanto anulado a Obieta por un fuera de juego milimétrico que se decidió desde la sala de video arbitraje. Después, se protestó por el primer tanto de los insulares, logrado por Elady Zorrilla en un lance en el que se reclamó una posible falta sobre Irazabal, ya que el delantero se apoyó en la espalda del defensor para rematar de cabeza.

Aunque lo verdaderamente sangrante de aquel partido es el penalti que el colegiado catalán, a instancias del VAR, acabó pitando en una acción del propio Irazabal con Sipcic y para la que a día de hoy, viendo las imágenes repetidas una y otra vez, no se encuentra explicación. La gota que colmó el vaso de la paciencia zornotzarra fue que con 2-1 en el marcador tras el tanto que logró Asier Etxeburu, ni se pitó ni se revisó un claro agarrón dentro del área tinerfeña. Una pena máxima flagrante que se obvió por completo y que impidió que los entonces dirigidos por Iñigo Vélez de Mendizabal pudieran arañar un más que merecido empate.