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Fernando Romero
Domingo, 2 de junio 2024, 21:31
Desde media mañana, cuando desembarcaron en Miranda de Ebro los primeros aficionados del Amorebieta -aunque algunos ya habían ejercido de avanzadilla desde el sábado- se dejaron notar con sus cánticos, ánimos y bengalas. Al grito de «desembarco, desembarco» hacían ver que no iban a dejar solo a su equipo en ningún momento.
Fueron muchos los que les recibieron en el hotel donde se concentraron, también quienes les esperaron para darles ánimos antes de dirigirse a Anduva, pero el grueso del alrededor de medio millar de hinchas les esperaba a las puertas del estadio rojillo. Algo que agradecieron los jugadores con gestos cómplices en el paseillo entre el autocar y la puerta de acceso al campo.
Ya en la grada, a la que les costó acceder más de lo deseado por los impedimentos que puso la seguridad del club local, se dejaron el aliento hasta el pitido final. Ni siquiera cuando el partido se puso más gris, con el tanto de Gabri que esfumaba casi de un plumazo las opciones del Amorebieta. Hubo un momento de flaqueza, sí, pero no tardaron en remontar para alentar a los suyos hacia un gol que nunca llegó.
Tras el pitido final, despidieron como se merece a un Amorebieta que les ha hecho soñar hasta el final con permanecer una temporada más en la élite del fútbol. Aplausos, ovaciones y gestos de cariño hacia unos jugadores rotos, con lágrimas en los ojos, que devolvieron todo el cariño recibido con un aplauso final. También entre aplausos despidió la afición del Mirandés a los azules en detalle muy deportivo de los jabatos.
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