El Amorebieta empata y se jugará la permanencia en la última jornada

El empate de los zornotzarras y la igualada del Mirandés en el Carlos Belmonte deja todo como está. Los rojillos suman 46 puntos por los 45 del cuadro vizcaíno, que tendrá que jugarse la permanencia a una única carta: ganar en Anduva.

El Amorebieta recuperó para este encuentro la defensa de cinco, con el regreso del homenajeado Xabi Etxeita al eje de la zaga. Jandro quería reforzar esa zona a sabiendas de que enfrente había un equipo con mucha pólvora. Para el ataque, apostó por Iker Unzueta, buscando mayor movilidad y velocidad para salir a la contra.

Un choque con tanto en juego propició que la primera mitad fuera, a nivel de vistosidad, algo escasa. Entró mejor el equipo periquito, que le metió ritmo e intensidad, pero el Amorebieta no sufrió en exceso. Pasados los primeros diez minutos, el duelo se fue equilibrando y los de Jandro tuvieron más presencia, pero lejos de zonas de peligro.

Con el duelo atascado, el balón parado cobró especial protagonismo. Los de Urritxe pudieron inquietar en un saque de esquina de Morcillo que Joan García atrapó pero dejó escapar de las manos. Tuvo la fortuna de que no había ningún jugador azul en su entorno para remachar. El que estuvo acertadísimo, una vez más, fue Jonmi Magunagoitia para desbaratar una falta directa de Braithwaite al filo de la media hora.

El Amorebieta achuchó en los minutos finales, teniendo una gran oportunidad en una contra lanzada por Unzueta. Morcillo se plantó en el área, pero El Hilali se lanzó a sus pies para negarle el remate en el mano a mano. Un minuto después, el extremo zornotzarra centró desde la izquierda y fue Dorrio el que cabeceó demasiado cruzado. El bilbaíno tuvo también la última antes del descanso, pero su centro chut lo sacó la zaga blanquiazul a córner.

Todo lo que no se vio en el primer periodo, sucedió en el primer cuarto de hora del segundo. Los dos equipos salieron con un par de marchas más y dejaron un poco de lado los rigores tácticos. La consecuencia fue un partido roto que fue de lado a lado con velocidad, con llegadas en ambas porterías.

En ese toma y daca, quien más sensación de peligro dio fue el Espanyol, que llegó a perforar la portería vizcaína a la hora de juego. El tanto, no obstante, no subió al marcador por claro fuera de juego de Pere Milla. Los de Manolo González percutían y los de Jandro respondían con rápidas salidas a la contra, aunque le faltó precisión en los metros finales.

El nerviosismo y la tensión se fue notando con el paso de los minutos. Los blanquiazules apretaban pero sin llegar al asedio. Su acción más clara llegó en un balón suelto que cazó Keidi Bare, mandando el remate junto al palo.

Los azules se volcaron en el tramo final y llegaron también a perforar el marco rival, aunque invalidado igualmente por fuera de juego de Dorrio. Ya en el descuento, la tuvo Ryan Edwards, pero su disparo a la media vuelta se fue por encima del larguero.