El Portugalete da un paso de gigante en Laredo

El Portugalete afrontaba una gran final en Laredo y supo estar a la altura. El cuadro jarrillero visitaba el campo de un rival directo y no podía fallar para aspirar a salir de los puestos de los puestos de descenso en esta primera fase. No falló y logró tres puntos de oro en un duelo muy tenso, decidido por un temprano gol de Mario Musy. Los gualdinegros llevaron a cabo un partido muy serio, que les valió para volver a la senda de la victoria dos meses después de su último triunfo, ante el Barakaldo un 23 de diciembre (0-2). Ahora, esta última victoria cosechada en San Lorenzo les permite soñar de nuevo, colocándose a cinco puntos de los puestos de la permanencia.

Los jugadores portugalujos tuvieron que vivir una extraña sensación al saltar al verde de San Lorenzo, ya que más de 400 espectadores presenciaron el partido desde las gradas. Las restricciones en Cantabria son distintas y el encuentro se disputó con aforo limitado. El conjunto jarrillero no jugaba con público desde hace cuatro meses y así lo seguirá haciendo hasta nuevo aviso en su campo y en el resto de Euskadi, donde todos los encuentros continúan siendo a puerta cerrada. En cuanto al planteamiento táctico, Asier Santana se volvió a decantar con una defensa de tres centrales y dos carrileros, acompañados por tres mediocentros y dos delanteros.

Las cosas ya pintaban bien en los primeros tanteos del encuentro. El Portugalete parecía tener el partido bajo su control, dominando la posesión y jugando durante la mayoría del tiempo en campo contrario. Los de Asier Santana estaban bien plantados, con la defensa muy adelantada ganando la mayoría de duelos, tan importantes en este escenario. Sin embargo, a los jarrilleros les costaba atravesar la muralla de defensores del Charles a pesar de su insistencia. Una insistencia, que tuvo premio en la primera ocasión clara que tuvo el cuadro gualdinegro. Justo al cumplirse el primer cuarto de hora de envite, los visitantes trazaron una brillante jugada combinativa que terminó con Mario Musy delante de David Puras en la frontal del área. El delantero santanderino no titubeó y le picó el balón para abrir la lata con gran determinación.

El ariete cedido por el Racing de Santander se convierte así en el máximo goleador del equipo, con tres goles en liga, igualando a Thaylor y Güemes, y otro en Copa del Rey frente al Levante. Entonces, el Laredo subió una marcha la intensidad y trató de igualar la contienda con balones largos y alguna acción a balón parado. Ninguna de ellas causó ningún tipo de peligro. El Portugalete estaba bien armado defensivamente y permitió que Mediavilla no tuviera apenas trabajo en la primera mitad. Aunque los jarrilleros tampoco renunciaron a atacar tras el tanto y gozaron de varios aproximamientos, sin poner en aprietos a Puras. Ninguno de los dos equipos estuvo cerca de modificar el 1-0 del marcador en el resto del primer tiempo.

Tras el paso por vestuarios, todo siguió su rumbo en los primeros compases de la segunda parte. Continuó siendo un partido muy físico, donde reinaron las numerosas disputas y el Portugalete conseguía mucha más profundidad que su rival. No obstante, el Laredo pudo dar el primer susto a los portugalujos con varios centros consecutivos en el minuto 58. En el último de ellos, solo le faltaron escasos centímetros a Vinatea para rematar un balón en boca de gol que habría supuesto el empate. A partir de ese momento, la escuadra cántabra se creció y encerró a los gualdinegros en su área durante varios minutos. El Portugalete se recuperó de esas embestidas y Ayala probó suerte con un disparo lejano que atrapó Puras.

El encuentro carecía de un dominador claro y era un constante correcalles con ambas escuadras volcadas en la búsqueda del área contraria. No parecía ser un guion que beneficiase al Portugalete con un resultado beneficioso, pero amarraron su ventaja con uñas y dientes hasta lograr la recompensa. Durante el último cuarto de hora de partido, los dos conjuntos dejaron patente todo lo que estaba en juego y fue un duelo muy tenso, con constantes faltas y protestas. El Portugalete supo interrumpir el ritmo de juego en varias ocasiones hasta que el árbitro pitó el final y ya pudieron respirar tranquilos y levantar los brazos en señal de victoria.