Ander Gonzalo: «No descarto volver a Malta el año que viene»

Una aventura que le surgió a través de un agente de representación que le sugirió la posibilidad de someterse a una prueba con varios equipos malteses, con los gastos pagados de alojamiento. Hizo el petate y aterrizó para ensayar con hasta cuatro equipos diferentes, de los que «dos de ellos», señala, le tramitaron ofertas. Gonzalo se decantó «por la mejor» para firmar por el Xaghra, un club de la First División de la isla de Gozo, una de los tres islotes que componen Malta. Le redactaron un contrato profesional de deportista de élite que le permitía compaginarlo con la Universidad siguiendo a distancia sus estudios de Ingeniería. Gonzalo, de 24 años, se formó en el Etorkizun Eskola de Arrigorriaga, pasó por la cantera de Indartsu y ya de senior por el Padura en División de Honor, donde regresa tras su periplo placentero de un año en la isla. «No descarto el próximo año volverme allí otra vez», remata convencido. Se concede este curso un paréntesis condicionado por la carrera de Ingeniería por la que transita más allá de su ecuador: «Tengo ahora que cursar tercero de carrera, que exige muchas prácticas de laboratorio que tengo que hacer de manera presencial. Avanzaría este año aquí y de cara al año que viene me iría si encontrase algo en Malta», advierte. De hecho, Gonzalo ha entablado ya contactos con algunos entrenadores de Gozo para allanar el camino de regreso.

En Bizkaia, curiosamente, no ha jugado nunca ni tenido ofertas desde la Tercera División, aunque se ve con hechuras para cumplir con el papel: «Podría dar la talla», lanza Ander Gonzalo, delantero centro referente de 1'85, que en el Padura continuará en el marco de la rocosa División de Honor territorial. Lo que más le ha seducido de Malta, apostilla, versa en el «ambiente de la isla, que es increíble, la gente es muy amable, con turismo todo el año, y del fútbol que todos los equipos jugábamos en el mismo campo», relata para acotar sus distancias, comparando su nivel al de una Tercera División en España. A Gonzalo le costó aclimatarse a los diferentes idiomas que se mezclaban en el vestuario: «En mi equipo había cinco brasileños y un serbio, de ellos solo sabía uno inglés, por lo que hablábamos medio en portugués», recuerda de una Liga plagada de jugadores cariocas que cruzan el charco alertados por el sueño europeo. «Se arriesgan a venir aunque no cobren mucho como plataforma para poder ir después a otros países», señala sobre su exótico periplo en Malta, donde se ha enganchado a sus peculiaridades y a sentirse profesional del balón.