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fernando romero | igor barcia
Domingo, 30 de mayo 2021, 00:48
Forman parte de tres generaciones de futbolistas de la Sociedad Deportiva Amorebieta y son voces autorizadas en la historia del crecimiento de la entidad de Urritxe. José Mari Guisasola fue capitán azul en el ascenso a Tercera División en la campaña 1980-81, además de ... entrenador en casi todas las categorías inferiores y actual miembro de la directiva del club. Iker Bilbao, Xabier Gurtubai y Jon Larreategi son integrantes del equipo que conquistó la Segunda B, un ascenso que se vivió como una hazaña en el pueblo en la temporada 2010-11. Y Aitor Aldalur todavía no ha despertado del sueño que está viviendo al lograr «algo increíble», que el Amorebieta dé el salto al fútbol profesional al ganarse el billete para jugar en Segunda División. Los cinco se reunieron con EL CORREO para tratar de explicar las claves del éxito del club vizcaíno, así como exponer el sentimiento de orgullo que les invade por poder disfrutar de un acontecimiento histórico como es el salto a la división de plata del fútbol nacional. «Para los que hemos estado por allí unos años, esto es un orgullo muy grande», resume Jon Larreategi.
Guisasola ha vivido el pasado y el presente de la entidad, y se emociona al recordar la hazaña lograda por el equipo, que es «mérito del todo el pueblo». Pero considera que no se trata de un hecho puntual, sino fruto de una manera de hacer, de un trabajo de crecimiento paulatino que ha desembocado, eso sí, en un éxito inimaginable. «Desde el 71, que subió de Regional a Preferente, no ha hecho más que ascender. Nunca hemos vivido un descenso. Hemos ido en progresión, con una regularidad impresionante, pero, siendo realistas, el nivel que siempre hemos tenido era de Tercera, era lo normal. Subimos a Segunda B y logramos mantenernos sin problemas y este curso hemos dado la campanada. Comparado con otros clubes de Bizkaia, hemos tenido una gran regularidad, algo creo que se ha hecho bien».
Aitor Aldalur | Futbolista
Ahora mismo, el Amorebieta es el segundo bloque de Bizkaia. «No solo ha ascendido. Es el único equipo vizcaíno, quitando el Bilbao Athletic, que ha jugado dos play-off a Segunda en diez años. Eso no es casualidad», asevera Larreategi. «Casualidad pudo ser lo nuestro cuando lo jugamos nosotros, recién ascendidos a Segunda B. Pero volver a hacerlo ahora, sin haber perdido la categoría, siempre salvándose de forma holgada, es algo que significa que se están haciendo bien las cosas».
Reunidos en la sala de prensa de Urritxe, los recuerdos del pasado se entremezclan con la emoción del presente por el ascenso. El tiempo viene y va, de cuando el Amorebieta jugaba en categorías inferiores y se asentó en Tercera durante tres décadas al momento de dar el salto a Segunda B, instante que llevó a tres de los protagonistas a celebrarlo en el balcón de la localidad y a afrontar un inolvidable play-off tras quedar cuartos. «Subir nos pareció una proeza y ver a la ETB aquí en Urritxe fue increíble. Además nos dieron un montón de partidos, creo que les gustaba el campo», recordaba.
José Mari Guisasola | Exjugador y directivo
Aquellos eran otros tiempos, donde los aficionados acudían en gran número al terreno de juego del Amorebieta, algo que ahora preocupa a los responsables de la entidad azul. «Me acuerdo partidos de Tercera como uno contra el Mondragón donde hubo 2.500 personas, los chavales se sentaban encima del muro», evoca Guisasola, «pero ahora nos cuesta mucho más que los aficionados vengan a ver al equipo. Ahora para que haya 400 personas te las ves y las deseas».
«En nuestra época, la del ascenso a Segunda B, yo noté al revés, de menos a más, la gente se fue enganchando», afirma Bilbao, quien recuerda que «cuando hacíamos cenas, lo que hacíamos era estar en el pueblo tomando algo para intentar enganchar, que se nos viera».
Xabier Gurtubai | Exjugador
«Antes no había nada más, pero ahora hay muchas alternativas, la gente tiene muchas cosas los fines de semana. Y luego está la competencia del Athletic. Cuando yo entrenaba a la Cultural, de Durango a San Mamés iban cada fin de semana 2.000 y en Tabira solo había 150 personas. No se valora lo que hay en el pueblo. Yo siempre digo que el equipo del pueblo es comercio local, lo mismo que la panadería y la frutería. Aquí pasa lo mismo. Van a cualquier hora que sea el partido del Athletic», incide Larreategi. «Hay 400 socios del Athletic en el pueblo, y nosotros tenemos 900», matiza Guisasola.
Por eso, para Larreategi, el Amorebieta en esta nueva andadura en Segunda División debería seguir, en cierto modo, el ejemplo del Eibar. «Yo espero que esto sirva para que se acerque más gente a Urritxe, si es que se consigue jugar aquí, y que crezca el número de socios. Que se aproveche para hacer mejoras en las instalaciones, para ayudar a que en la cantera haya mejores entrenadores, aprovechar para todo en general», detalla. «Y luego, apoyar para que la gente que venga de fuera a animar a otros clubes encuentre un ambiente bonito en el pueblo. Todo eso genera movimiento de dinero, que no es importante solo para el club, sino para todo el pueblo», añade Gurtubai.
En este punto, para todos es fundamental que el Amorebieta logre jugar los partidos en Urritxe. «Es nuestro mayor deseo. Que se juegue aquí, donde somos fuertes, viene nuestra gente, traer gente de fuera al pueblo, que es positivo. Haría un llamamiento para hacer todo lo posible para que se pueda jugar en nuestro campo», pide Aldalur.
Jon Larreategi | Exjugador
Los protagonistas frenan la euforia para echar la vista atrás. Ahora todo parece mágico, con un ascenso histórico, pero hace apenas tres años el club estaba en plena lucha por otra batalla más importante todavía que la de jugar en Segunda. «No hay que olvidar que hace tres años el club estaba peleando por sobrevivir. Se están haciendo muy bien las cosas, pero no hace mucho pendía de un hilo», recuerdan.
En aquel 2018, el Amorebieta estuvo a un día de bajar a Tercera por impagos. La actual directiva se encontró a su llegada con una deuda total «de alrededor de 175.000 euros». A los jugadores de la primera plantilla se les debían tres mensualidades y las primas, alrededor de 85.000 euros. Hasta 12 jugadores habían interpuesto denuncia ante las autoridades federativas.
Iker Bilbao | Exjugador
«Se alcanzó el objetivo gracias a que conseguimos que varias personas que quieren a la SDA nos prestaran dinero para hacer frente a esos pagos urgentes y gracias a que se logró convencer a varios jugadores de que retiraran la denuncia». Además, recibió una multa de 206.000 euros por impagos a la Seguridad Social, lo que llevó al club a solicitar un preconcurso de acreedores con el propósito de renegociar la deuda existente.
Ahora, los ingresos por el ascenso a Segunda van a sanear las cuentas de un club que quiere seguir soñando, pero con los pies en el suelo. «Tenemos que seguir haciendo las cosas bien», es el deseo de todos los protagonistas.
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