
Las grandes hazañas como la que protagonizó anoche el Amorebieta también dan dolores de cabeza. Bien lo sabe Jon Larrea, presidente del club desde hace tres años, que de repente se encuentra con un problema grave. ¿Dónde jugar en Segunda A? El club da por prácticamente seguro que la Liga Profesional no convalidará su estadio de Urritxe y que, por tanto, tendrá que buscar otro lugar para jugar como local.
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El campo 2 de Lezama aparece como la primera opción, pero no es fácil porque se utiliza mucho. El único terreno de la instalaciones rojiblancas que ofrece las condiciones para la división está ocupado por el Bilbao Athletic, el equipo femenino y además Marcelino García lo utiliza con frecuencia para sus entrenamientos.
«La primera puerta a la que llamaremos será a la del Athletic. Por cercanía, Lezama, a diez minutos, aparece como una buena opción», advierte Larrea cuando surge el peliagudo asunto del campo. Hay otras alternativas como San Mamés (que tendría el inconveniente de su alto coste de apertura), Barakaldo (en donde también habría que hacer reformas) y Eibar (que supondría abandonar el territorio de Bizkaia).
Las normas a cumplir
La normativa establece que los estadios en la categoría de plata deben tener al menos 6.000 asientos (Urritxe sólo tiene aforo para 1.300 personas), varias puertas para entrar (sólo hay una en el actual feudo de los azules) y otras infraestructuras inexistentes actualmente como un acceso a vestuarios separado del público, una sala de prensa independiente, una cabina para el control de seguridad y aislar el palco de autoridades del resto de la tribuna.
Lezama (3.200 localidades) tampoco cumple el aforo mínimo exigido, pero la Liga acostumbra a transigir con los clubes que no llegan a ese mínimo mientras cumplan con el resto de cuestiones.
El gran éxito del Amorebieta abre el riesgo de alejar a los azules de su localidad. Urritxe precisaría una gran inversión. Es un campo municipal, pero al club le da apuro dirigirse al alcalde a pedir dinero. «Con la que está cayendo, decirle al Ayuntamiento que meta dinero en esta instalación municipal para acondicionar el campo me parecería injusto porque al fin y al cabo esto es fútbol y habrá cosas más importante en el pueblo», dijo el presidente el lunes a este periódico.
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La otra alternativa pasaría porque fuera el club quien pusiera el dinero encima de la mesa con los ingresos extras que le llegarían por apartados como los derechos televisivos, que serían cercanos a los 5,5 millones por campaña.
Tampoco parece su intención. «Sería una faena y me daría pena llegar a Segunda y que no se viviera el ambiente de Segunda A en pueblo, pero ponerte a invertir una suma importante para bajar y que luego te vayan 400 personas a cada partido, como nos sucede en Segunda B, es algo que habría que meditar», reflexionó Larrea el viernes en el hotel de concentración de su equipo en Mérida.
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Si opta finalmente por esta estrategia, tendría que jugar algunos partidos fuerade su localidad al inicio, como ya la sucedió en la temporada 2018-19 al Rayo Majadahonda, que arrancó como local en el campo del Atlético de Madrid.
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