Lewandowski pone segundo al Barça antes de Montilivi

Era una noche peligrosa para el Barcelona. Lo era por la semana convulsa con la continuidad de Xavi, que acaparaba todos los focos, por la falta de grandes objetivos y también por la climatología. Y es que en la montaña de Montjuic hacía frío, lluvia y un viento de esos que atenaza. Todo eran avisos rojos para un equipo, el culé, que supo entrar metido en el partido. Xavi repitió la estructura de los últimos encuentros, pero lo hizo con Fermín y Christensen en lugar del lesionado Frenkie de Jong y del renqueante Pedri, y la fórmula funcionó. El balón corría y también lo hacían los dos jugadores más en forma que en este momento tiene el Barça. Lamine Yamal y Raphinha tienen una marcha más y entre ambos desestabilizaron al Valencia, que poco a poco reculó y se encontró un gol abajo después de que Fermín López, incansable llegador, aprovechara un centro medido del extremo brasileño.

Era una situación idílica para el Barcelona, pero las nubes no cesaban. Han estado ahí toda la temporada y no iban a desaparecer el día que Xavi se presentaba de nuevo en sociedad. Así es el equipo azulgrana, capaz de lo mejor y, como viene siendo habitual, también de lo peor. Ter Stegen regaló a Hugo Duro el empate en un balón largo en el que el meta germano pecó de exceso de confianza y Ronald Araujo cometió un claro penalti minutos después sobre Peter Federico, una pesadilla en la primera mitad. Pepelu transformó la pena máxima y castigó a un Barça que estaba en estado de shock una vez más. El encuentro era una montaña rusa y antes del descanso todavía habría tiempo para que De Burgos Bengoechea expulsara a Mamardashvili por una mano cuando Lamine Yamal ya se disponía a marcar el segundo gol azulgrana.

Tras la reanudación, el Barça salió en tromba. Xavi introdujo a Iñigo Martínez y Sergi Roberto y su equipo se puso manos a la obra, pico y pala a buscar la remontada. Los culés se instalaron en campo contrario y el Valencia, con un jugador menos, cedió metros para reducir espacios. Gündogan tenía ahora el mando del choque y los azulgrana se movían de lado a lado, buscando una rendija. La ocasión llegó en el lugar más inesperado, donde se igualan las fuerzas. En un saque de esquina apareció la cabeza de Lewandowski para marcar el empate, dinamitar el nuevo plan de Baraja y empezar un nuevo partido, el enésimo en una noche más en la montaña rusa para el Barcelona.

A partir de ahí llegó el toque de corneta. El Barça necesitaba imperiosamente los tres puntos para recuperar la segunda plaza y se volcó con todo lo que tenía. Xavi dio entrada a Joao Félix y Pedri buscando soluciones más imaginativas en el último tercio del terreno de juego y las ocasiones empezaron a sucederse una detrás de otra. Koundé, Araujo, Lewandowski y el portugués, recién ingresado, se toparon con Jaume Domenech y el Lluis Companys, que sorprendentemente hacía la ola, vibraba con el aluvión. La mesa estaba servida, el gol era cuestión de tiempo y nadie mejor para esa misión que Lewandowski. El polaco ha llegado fino a la recta final de curso y él solito cerró el encuentro. Marcó el tercero tras un rechace en el área y completó su exhibición particular con un libre directo. El Barça llegará segundo a Montilivi y con su delantero con la pólvora a punto.