El Sevilla se queda helado en Salzburgo

Condenado a sufrir sin red tras sumar solo tres puntos en las cuatro primeras jornadas de la Champions, pero dependiendo aun así de sí mismo para franquear el listón de la primera ronda gracias a su triunfo frente al Wolfsburgo hace un par de semanas en el Ramón Sánchez Pizjuán, el Sevilla podría ser incluso cabeza de serie en el sorteo del próximo lunes si se impone a un Salzburgo al que le bastaría el empate para estar entre los dieciséis mejores equipos del continente y el Lille sucumbe fuera de casa frente a un Wolfsburgo que también tiene opciones de pasar a octavos y hasta de figurar en el bombo de los gallos porque la extrema igualdad del grupo G mantiene todas las espadas en alto.

Espoleado por su victoria frente al Villarreal en la última jornada de Liga, que le colocó segundo en la tabla del campeonato español, el bloque de Nervión encara su primera 'final' de la temporada en cuadro. Marcos Acuña, lesionado durante el envite contra el submarino amarillo, se unió a un extenso parte de bajas en el que destacan los nombres de Erik Lamela, Jesús Navas y Youssef En-Nesyri. Lopetegui tampoco citó a Suso, recién salido de la enfermería, por lo que tuvo que completar la lista de 23 expedicionarios con 17 jugadores del primer equipo y seis canteranos.

Pese a ello, el Sevilla podrá componer un once de plenas garantías, con su triángulo de seguridad intacto y un tridente ofensivo en el que entra Munir por Rafa Mir, pese a que el murciano es el máximo artillero de los blanquirrojos con seis goles en lo que va de campaña.

Enfrente estará un Salzburgo que tendrá el hándicap de no poder contar con sus aficionados, pero que contará con la gélida temperatura como aliada para intentar alcanzar por primera vez en su historia la primera ronda de eliminatorias de la Champions y congelar los sueños de un Sevilla al que puso en jaque en la primera jornada con tres penaltis provocados por el cotizado Karim Adeyemi antes del descanso, aunque desperdició dos de ellos y terminó encajando el empate antes del entreacto también con un lanzamiento desde los once metros convertido por Ivan Rakitic, sin ser capaz de desnivelar ya el marcador en el segundo periodo pese a disputar los últimos 40 minutos con un futbolista más a raíz de la expulsión de En-Nesyri.

«Tenemos en nuestras manos ganar un puesto en los octavos de final. Si alguien nos hubiera ofrecido esa situación al principio de la temporada, probablemente todos la habríamos aceptado», aseveró Matthias Jaissle, el técnico de apenas 33 años que tutela a un equipo que sigue siendo un vivero de talento emergente monitorizado por las superpotencias del continente.

En una noche de perros por las gélidas temperaturas y bajo un silencio sepulcral en las gradas, vacías por los estragos que la pandemia del coronavirus está causando en Austria, el Sevilla dijo adiós a la Champions con una dura derrota frente al Salzburgo y tendrá que disputar el 'playoff' de acceso a octavos de final de la Europa League, su competición fetiche, que esta temporada celebrará además su final en el Ramón Sánchez Pizjuán.

El conjunto de Julen Lopetegui, golpeado por las bajas de piezas sensibles, pero penalizado sobre todo por su falta de pegada y un par de indiscreciones de Montiel y Jordán, fue incapaz de lograr el triunfo que precisaba para estar por sexta vez en su historia en la primera ronda de eliminatorias del principal torneo continental, en la que en cambio se estrenará el cuadro centroeuropeo, segundo clasificado de un grupo que llegó a la última jornada con todo abierto y uno de los posibles rivales, por tanto, del Real Madrid en el sorteo que se celebrará el próximo lunes en la localidad suiza de Nyon.

La obsesión de Lopetegui era cortocircuitar las transiciones del Salzburgo. El equipo de la factoría Red Bull presume de tener la media de edad más baja de la Champions y vuela a la carrera con su lozana plantilla. Por eso extremó las vigilancias y envidó con Munir como punta de lanza en detrimento de Rafa Mir para que el internacional marroquí ayudase a contener las veloces salidas del cuadro austríaco. El plan fue efectivo en la primera parte porque los locales apenas tuvieron llegadas venenosas, más allá de un disparo de Sucic que salió lamiendo el palo, pero se desmoronó en el segundo periodo por un error que le mandó al purgatorio.

Pese a que el ida y vuelta que tanto gusta al Salzburgo parecía terreno abonado para que Ocampos y el Papu Gómez encontrasen espacios para desequilibrar por banda, al Sevilla le costó generar ocasiones porque no se encuentra cómodo en choques desordenados. Rakitic culminó una de las pocas aproximaciones visitantes antes del descanso tras una buena combinación entre Ocampos y Munir, pero al croata le salió demasiado manso el remate para incomodar a Köhn. Aunque fue Koundé, con un cabezazo desviado a la salida de un córner, quien más cerca estuvo de permitir que el Sevilla se marchase con ventaja a por el bocadillo.

Apretaba el crono y el Sevilla regresó de la caseta con más empuje. A punto estuvo de cosechar enseguida los frutos. Prolongó Rakitic un centro tenso de Montiel desde la derecha y embocó Munir con un cabezazo a bocajarro que se estrelló contra el travesaño. Ahí se le esfumó el sueño. Perdonó el cuadro andaluz y lo pagó a renglón seguido. Una pérdida de Montiel en la medular le condenó. La aprovechó el Salzburgo para lanzar por banda izquierda a Adeyemi, que superó a Ocampos y filtró al área para que Okafor empalase a la red.

No le quedaba más remedio a Lopetegui que jugársela. Metió el técnico vasco a Rafa Mir por Augustinsson para elevar la potencia ofensiva, reconfigurando el sistema con tres centrales, dos delanteros y el Papu Gómez como enganche, su posición ideal. Pero cualquier esperanza de remontada se vino definitivamente abajo cuando Jordán, que ya estaba amonestado, frenó en falta una contra conducida por Adeyemi y vio la segunda amarilla.

El teutón, autor de 15 goles en 27 partidos en lo que va de campaña y pretendido por los grandes de Europa como el nuevo Haaland, no marcó esta vez pero, como en el Ramón Sánchez Pizjuán, donde provocó tres penaltis, fue determinante en las dos acciones que definieron un partido en el que ni el fútbol ni la suerte acompañaron a un Sevilla que se quedó helado.