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El fútbol español se prepara para un final exprés de la Liga con mes y medio de partidos a puerta cerrada, una cuestión vital para la economía de muchos clubes y una condena para los hinchasLuis Aragonés solía repetir con frecuencia, desde luego cada vez que los periodistas le pedían valoraciones y pronósticos durante el invierno, que las ligas se ... deciden en las diez últimas jornadas. No es que el resto del campeonato le pareciera intrascendente, sino que la experiencia le dictaba que todo podía cambiar y se acababa decantando en ese tramo final, bien entrada ya la primavera. Como no es cuestión de replicar al legendario técnico de Hortaleza, hay que concluir que el momento decisivo de la Liga española será esta temporada un experimento extraño, forzado por unas circunstancias excepcionales. Tras haberse pasado dos meses confinados en sus domicilios y con apenas otro de entrenamiento, los jugadores disputarán a partir del 11 de junio dos partidos a puerta cerrada por semana hasta terminar el campeonato.
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Será un final exprés para cerrar la cuentas, una especie de 'aquí te pillo aquí te mato' que no gusta a nadie, pero se ha impuesto como una solución de emergencia para una serie de clubes que, sin la totalidad de los ingresos de sus contratos de televisión, podrían verse en una situación muy complicada. Que la prioridad ha sido la económica, es decir, la salvaguarda de alrededor de 700 millones que los clubes hubieran dejado de ingresar de no haber a jugar, y no la deportiva, la demuestra el hecho de que la Liga femenina sí se dio por terminada sin que ningún club se rasgara las vestiduras. José Luis Mendilibar, entrenador del Eibar, lo explica con sencillez. «Esto se ha hecho para las televisiones, no para la gente. Aquí lo que importado es el dinero».
Ramón Besa, periodista de 'El País', comparte ese diagnóstico. «Es evidente que han prevalecido los intereses económicos sobre todos los demás. De lo contrario, se hubiera optado por suspender la competición, pero esto no ha sido posible entre otras razones porque las dos grandes locomotoras de nuestro fútbol, el Madrid y el Barça, junto a otros clubes importantes, necesitaban imperiosamente que se jugase. Y Tebas lo ha conseguido. Hoy la imagen del fútbol español es Javier Tebas. Entre los futbolistas no hay ningún gran interlocutor, no existe un liderazgo fuerte en la AFE», comenta.
a puerta cerrada
El cronista catalán no deja de advertir en el regreso del fútbol otro componente añadido. Sociopolítico, podríamos decir. «Aquí, cuando la pelota sale al campo, ya parece que nos olvidamos de todo. Y eso puede interesar en un momento como este», deja caer. Sea como fuere, más allá de las causas que han forzado la reanudación de la Liga, lo que no se discute es que la vuelta del fútbol en plena desescalada de la crisis del Covid-19 no va a ser celebrado con cohetes. Si cada mes de agosto el comienzo de las ligas moviliza y emociona a millones de hinchas a quienes el parón del verano se les hace tan largo como un síndrome de abstinencia, lo de ahora es visto con frialdad. Mejor que haya partidos a que no los haya, valora el aficionado, aunque sólo sea por lo que la vuelta de las competiciones significa de mejoría en la crisis sanitaria. Pero sin más.
Se trata de una reacción lógica y espontánea. Los hinchas saben que ellos ya no van a participar en los partidos, que se convertirán en espectadores pasivos e intrascendentes a través de la televisión. Y a ese papel es imposible encontrarle emoción. Ramón Besa ya sabe lo que le espera en estas once jornadas a puerta cerrada. «Recuerdo el partido del 1 de octubre de 2017 en el Camp Nou. Fue una cosa esperpéntica, desangelada, fría. Me parece algo peligroso por lo que supone. Estamos abandonando al hincha, al que siente el fútbol y no se dedica sólo a mirarlo. Se está perdiendo el sentido de pertenencia, el de militancia, el de identificación con el club... Priman otros intereses. Quieren que seamos asiáticos o norteamericanos, simples espectadores, consumidores franquicias que se mueven de un sitio a otro», asegura.
Jon Aspiazu prefiere que la Liga se termine en el campo y con los jugadores compitiendo a que concluya abruptamente con una suspensión gubernativa, como sucedió en Francia. Ahora bien, opina de los partidos a puerta cerrada lo mismo que Besa. «Yo, aparte de aquel del 1 de octubre, viví otro en Grecia con el Olympiakos, ante el Kerkyra. Parecen amistosos de pretemporada. O entrenamientos con un rival. Sin gente, al fútbol le faltan todos los ingredientes de la salsa», comenta el técnico bilbaíno, segundo de Ernesto Valverde durante más de dos décadas.
Mendilibar también tuvo su mala experiencia con los encuentros a puerta cerrada y casi prefiere no recordarla. El Eibar-Real Sociedad, que se había aplazado, tuvo que jugarse el 10 de marzo, pocos días antes de que se decretara el Estado de Alarma, y el Gobierno obligó a que se celebrase sin público. «No sólo es que sea frío y desangelado. Es que no tiene nada que ver. El comportamiento del jugador cambia muchísimo», asegura.
la afición
Una vez aceptada esta realidad forzosa, hay tres grandes interrogantes que sobrevuelan el próximo regreso de la competición. El primero es el sanitario. Aunque el seguimiento de los protocolos médicos está siendo riguroso, con alguna pequeña excepción idiota como la de varios futbolistas del Sevilla, es evidente que la aparición de un número de contagios significativo podría cambiar radicalmente el escenario. Rafael Ramos, presidente de la Asociación de Médicos de clubes, no tiene ningún miedo a ese respecto. «En este momento, las posibilidades de contagio son ya muy bajas. Salvo que se produzca una novedad desagradable, en el sentido de que se produzcan contagios por personas que vienen de fuera, la situación epidemiológica ya está muy controlada en España. El virus se ha debilitado mucho. Hemos pasado de un ratio de contagios de 1 a 40 a 1 a 1. Creo que la Liga se va a poder terminar sin problemas y que, en el caso de que se produzca un positivo en un equipo, no sería necesario el confinamiento de toda la plantilla. En Alemania lo han hecho, pero ya se lo están replanteando», afirma.
El segundo interrogante es el deportivo. En este sentido, hay algo que se puede dar por descontado, como ya ha quedado demostrado en la Bundesliga: el factor campo desaparece como tal. Las victorias en casa de los equipos se han desplomado desde el 55% a menos del 20%. Ser local ya no es ninguna ventaja, lo que supone un claro perjuicio para los clubes más modestos. «Claro que les va a perjudicar. Los equipos más pequeños juegan muchas veces al rebufo de su afición, del ambiente que se genera en sus campos. Si pierden ese apoyo, todo se iguala y lo lógico es que el grande imponga su calidad», dice Jon Aspiazu, que añade otro factor de desigualdad. «Tampoco hay que olvidar, porque es muy importante, que se van a jugar dos partidos por semana y que se van permitir más cambios. Y eso beneficia claramente a los equipos que tienen más fondo de armario».
José Luis Mendilibar lo sabe y asume las dificultades. Las del fondo de armario y otras sobrevenidas. Al Real Madrid, que será su primer rival, le han permitido jugar en Valdebebas, algo que el técnico del Eibar no entiende. En cualquier caso, se resigna. «Qué remedio», dice. Como se resigna a un modelo de partidos con las gradas vacías que, a su juicio, obligan a una mayor intervención de los entrenadores. «Para empezar, todo se oye. Los jugadores escuchan todo lo que les dices, no como en los partidos con público en los que muchas veces ni te oyen. Pero es que, además, tienes que estar muy pendiente de ellos para que estén bien enchufados. Sin gente les cuesta más motivarse y reaccionar ante las dificultades. Cuando te marcan un gol, por ejemplo, el ánimo de tus aficionados es importantísimo y eso ahora tienes que intentar dárselo tú», explica.
El tercer interrogante tiene que ver con la condición física de los jugadores tras haber sufrido un parón abrupto de dos meses cuando muchos de ellos estaban alcanzando su pico de forma. Xabier Leibar, reconocido médico del Deporte, admite que siente curiosidad por conocer la respuesta que van dar los futbolistas. En su opinión, no debe haber problemas de bajos estado de forma, ni tampoco un aumento de las lesiones musculares. «Un atleta de 800 metros necesita entre cuatro y seis semanas para ponerse en forma. Los futbolistas han tenido un mes de preparación y, además, no partieron de cero cuando volvieron a los entrenamientos. En casa han hecho un trabajo aeróbico y de musculación. Y ahora se van a concentrar para terminar la puesta a punto», explica.
A juicio de Leibar, en lo relativo a la respuesta física de los jugadores, estos partidos que vienen nos recordarán a los primeros que se juegan en pretemporada. Eso sí, con alguna diferencia. «Tú en las pretemporadas trabajas con la vista puesta en 38 partidos. Ahora, en cambio, serán once en mes y medio. Y eso puede marcar diferencias. Ya lo veremos».
111 son los partidos que restan por jugar de la Liga.
16,7% de victorias locales en el regreso de la Bundesliga.
700 millones dejan de perder los clubes por volver a jugar.
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