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Zuhaitz Gurrutxaga (Elgoibar, 40 años) cumplió su sueño de niño: llegar a Primera y jugar con el equipo de su vida, la Real Sociedad. Lo ... hizo en 37 partidos, un paseo por las nubes, pero no pudo disfrutarlo. ¿Por qué? Porque sufrió mucha presión y ansiedad, y además se le diagnosticó el TOC: trastorno obsesivo-compulsivo. Lavarse las manos 30 veces al día, saltar las líneas con el pie derecho, tenerlo todo ordenado... «Lo llevé en silencio», comenta en una conversación telefónica con EL CORREO. Hacerlo público en la élite no era viable, así que se alejó poco a poco de los focos más brillantes y ahora triunfa en los escenarios como monologuista. Mañana se encargará de clausurar el festival cultural 'Thinking, Letrak eta Futbola 2021' de la Fundación Athletic con su obra 'FutbolisTOK', una terapia colectiva de humor en la que se ríe de sus obsesiones. Es su manera de vengarse de ellas.
– ¿Reírse de los miedos es la mejor manera de que desaparezcan?
– Totalmente. Es un arma potente. Hay que reírse y hacerlo cuanto antes. Cuando nos pasa algo malo y no estamos bien siempre decimos aquello de «algún día me reiré de esto». Lo que reivindico es que si sabes que te vas a reír hazlo cuanto antes. No dentro de dos años. Reduce el problema del sufrimiento. Es fantástico reírte de tus miedos.
– En su monólogo aborda en clave de humor el TOC que sufría cuando jugaba en la Real. ¿Cuánto le ha costado 'salir del armario' y confesar las luchas con su mente?
– Aquí se juntan dos cosas: a cualquier persona le puede costar decir esto en público, pero si encima eres jugador de Primera... No ayudaba a mi carrera hacerlo público ni tampoco al club. Lo llevé en silencio. Cuesta mucho sobrellevar esta enfermedad y hacer lo imposible por esconderla. Es difícil por las obsesiones y las compulsiones que tienes. Son compulsiones extrañas. Cuando me alejé del fútbol profesional me resultó más sencillo. Un cómico necesita material para contar y hacer reír, y este material es muy potente. Eso sí, solo me río de mis obsesiones. Nunca lo haría con el TOC de otra persona.
– ¿En qué consistía su trastorno?
– Alguien de Elgoibar y de Nueva Zelanda tiene las mismas obsesiones, los mismos patrones. Por ejemplo, la higiene. Te limpias las manos obsesivamente porque hay virus y bacterias. Luego está el orden obsesivo: que todo esté bien colocado para tu mente. Las obsesiones te suben la ansiedad y para bajarla eso significa limpiarte las manos 30 veces al día, ordenarlo todo o saltar las líneas con el pie derecho. Pierdes mucha energía. Si ya es difícil jugar en Primera imagínese hacerlo con un TOC.
– ¿Llegó a odiar el fútbol?
– Sí, pero no está relacionado con el TOC. Decir que lo odiaba sería demasiado. El fútbol era una pasión para mí desde niño, un sueño. Con los años llegué a cansarme. Hoy puedo decir que no lo echo de menos. Veo un campo de fútbol y pienso que es el último lugar en el que quería estar. Sentí mucha presión. Me pilló muy joven, con 19 años. No supe gestionar esa presión.
– Cumplió un sueño y resultó ser una pesadilla.
– Pero no constante, a ratos. Me hacía sufrir. Llegó un momento en el que me cansé.
– ¿Llegó a desear que el entrenador no le pusiera, que se olvidara de usted?
– Muchísimas veces. Es uno de los temas que abordo en este monólogo. No me atrevía a decirlo en activo. Ahora lo explico en clave de humor. Estaba en el banquillo y temblaba por si me iban a mandar a calentar. No quería jugar.
– ¿Los problemas psicológicos son mucho más extendidos en el mundo del fútbol de lo que puede parecer? ¿La gente se calla para no dar imagen de debilidad?
– Estoy convencido. La ansiedad y presión que tienes con 19 años por cargar con una responsabilidad ante 40.000 personas... El fútbol es un sueño, bien pagado, pero no es oro todo lo que reluce. Mucha gente sufre. No se cuenta porque se necesitan resultados inmediatos. ¿Qué ganas tú o el club diciéndolo? Es complicado. Pero habría que normalizar y decir: si alguien está tres semanas de baja porque se ha torcido el tobillo, ¿por qué no hacer lo mismo si tiene un problema mental? ¿Estás con depresión o ansiedad? Hay que normalizarlo y hablarlo.
– ¿Y cómo aparece el humor en su vida?
– De casualidad. Empecé con el monólogo 'Confidencias de un futbolisto', en el que no hablaba del TOC. Desde arriba vi que mi vis cómica funcionaba. Pensé que sería una buena manera decirle a mi TOC: 'Me has hecho sufrir mucho, pero ahora me vengaré y sacaré partido de ti'. Me he dado cuenta de que es terapéutico para mí y el público.
– ¿Queda algo del TOC o está superado?
– Siempre ronda algo. Hay que estar atento, que no te pille desprevenido. Lo tengo bajo control. Hay cositas, pero nada como antes. Tengo herramientas para afrontarlo.
– Un realista haciendo reír a los rojiblancos. ¿Nunca le ha hecho tilín el Athletic?
– No le voy a mentir: cuesta salir de la Real. Pero hubo una época de mi carrera en Segunda B, en el Lemona, cuando Caparrós fichó a Toquero y a Koikili. De repente se abrió una puerta que estaba más que cerrada. Caparrós la abrió para toda la gente que estábamos en equipos de Segunda B vizcaínos. Pensábamos 'y si...'. De joven fui muy realista, pero en mi segunda época hubo un momento en el que llegué a soñar con el milagro.
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