Xavi Hernández, Pinito del Oro y un aviso a navegantes por el 'caso Negreira'

El entrenador del Barcelona, Xavi Hernández, preguntado hace unos días por los hallazgos judiciales del caso Negreira, y riendo ufano por la insistencia de los periodistas, aseguró que él «nunca se ha sentido beneficiado por los árbitros». Que conquistaron títulos porque eran los mejores y punto. No sabemos si algún reportero le cuestionó por sus sentimientos como culé de tan amplia carrera, si no le extraña (cuando menos) que su club pagara al vicepresidente del comité técnico de árbitros más de 7 millones de euros exactamente en el período en que Enríquez Negreira decidía sobre calificaciones, ascensos y descensos de los colegiados. Xavi se ha dedicado a jugar y a entrenar y, claro, no le incumbe el tema, bastante ha tenido con manejar el esférico y regatear bien (virtud que conserva), y ahora con pensar en cómo ubicar a Pedri y a Gavi. No se ha parado a pensar en eventuales pólizas por si no bastara con rendir en el césped.

Lo cierto es que hemos conocido la decisión del juez instructor del susodicho caso de imputar al Barcelona y a presidentes y directivos del mismo como presuntos autores de un delito de cohecho activo (el que paga), y a Negreira de cohecho pasivo (el que cobra), por la realización y el objeto de acreditados abonos durante 18 años y en cantidad ascendente hasta el momento del cese del exárbitro catalán.

Porque lo novedoso del auto judicial, y el giro dado al proceso por el magistrado instructor, es la consideración de la conducta de Negreira, en el ejercicio de su cargo de vicepresidente de los árbitros españoles, como propia de autoridad pública, por entender que sus cometidos y facultades estaban dentro de las funciones públicas delegadas que asume la Federación Española de Fútbol. Estamos ante una calificación jurídica novedosa, alternativa aún en esta fase al delito de corrupción deportiva, pero sólidamente fundada en jurisprudencia europea y estatal. De tal manera que la consideración a efectos penales del ejercicio del cargo federativo como asimilable a la autoridad pública lleva consigo tipos más graves y de mayor prescripción en su comisión, entre ellos el imputado cohecho, definible como el ofrecimiento o pago efectivo de dinero o dádivas a funcionario público para que realice u omita actos en violación de sus obligaciones.

Esta sugerente calificación de los actos de un responsable del comité de árbitros plantea, a continuación, su factible extensión a otros puestos federativos, que desde el momento en que ejerzan también funciones públicas delegadas, es decir, actúen como funcionarios públicos, pueden ser, de la misma forma, acusados penalmente como tales. He aquí algo que puede superar al caso Negreira y convertirse en un auténtico aviso a navegantes. Lo que daría pie a conceptuar la injustificada, o irregular en su aprobación, percepción de retribuciones o de comisiones dinerarias como eventual delito de malversación propia. Sólo por poner un ejemplo.

No sabemos si algún responsable federativo seguirá mirando hacia otro lado, o se partirá de risa, como hace Xavi ante las preguntas que se le hacen sobre lo que parece ser algo más que la sombra de una sospecha.

Veremos si las acrobacias han sido con red. También si lo han sido las de directivos, federativos y otras gentes del fútbol en estos turbios años.

Nada que ver, seguro, con Pinito del Oro, la reina del trapecio.