Ni Luis Rubiales, ni Jennifer Hermoso. La culpa de todo... Perdón, hablemos con propiedad. Como merece este país al que ya le gustaría alcanzar el estatus de pandereta. Empiezo de nuevo. Ni el Rubi ni la Jenni, la culpa de todo la tiene la ... Olga. Por haber metido ese gol. El que dio el Mundial a la Selección Española. Al hacerlo, hubo euforia descontrolada. Si Carmona no hubiese marcado ese gol, el Rubi no se habría restregado los genitales, ni codeado con la Reina como si estuviera con una amiga en una verbena, ni dado un piquito a la Jenni. De no existir ese gol, de no haberlo marcado y con un poco de suerte, habría ganado Inglaterra. Y ahora estaríamos con los pactos, con lo del nieto de Curro Jiménez y las olas de calor. Pero va la Olga y lo chafa todo. No pongan esa cara. Ante las barbaridades que vemos, leemos y escuchamos es cuestión de días que la culpa de todo la tenga ese gol. Y si no, al tiempo.

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Llevo un agosto desconectado. Pero resulta imposible abstraerse. Basta con entrar en Google para mirar a qué hora juega tu equipo para que el buscador te sugiera la última hora del caso Rubiales. Cuando tecleo estas líneas su madre ya está en casa, una vez dejado el hospital donde fue ingresada tras su inicio de huelga de hambre en una iglesia, y la última concuñada del divino calvo le defiende con vehemencia. También hay otro vídeo de las jugadoras, con menos imágenes hicieron Ben-Hur, comentando con retranca el pico. Ya no sé si es verdadero o se trata de otro montaje, porque hemos visto de todo. Y eso que, como les digo, intento desconectar. Pero existe whatsapp. Hay grupos de apoyo a Hermoso, firmas pidiendo la dimisión de Rubiales y otras que lo justifican. Incluso gente que pide la beaticación de este mártir apaleado por dar «un simple beso». Tampoco faltan quienes culpan de todo a la futbolista por jugar al desconcierto, aupar a Rubiales e incitarle al polémico pico. De hecho, y es lo preocupante, hay personas que no comulgaban con él pero, hartas de la deriva del tema, las barbaridades que se dicen y las comparativas que se hacen, ahora lo defienden. Por no hablar del tío del ínclito que se la tiene jurada y está contando lo malo que era el chaval desde que llevaba pañales.

Total que estoy feliz por continuar de vacaciones y no tener que seguir la última hora de este sainete zafio y carente de gracia. Que Rubiales tiene el espíritu y maneras de Torrente y que no debería estar en ese puesto es algo que nadie normal discutiría. No solo por lo sucedido con el Mundial. También por sus chanchullos, negocios con Piqué y maniobras oscuras en la Federación. Temas tan graves que algunos están en el punto de mira de la ley y otros a años luz de la mínima decencia exigida para tal cargo. Pero de eso a montar este espectáculo hay un recorrido más largo que el que se pateaban Oliver y Benji. Sobre todo cuando llevamos 40 mujeres asesinadas por violencia machista y no tienen el eco del beso. El jueves la noticia del asesinato de Charo, la última víctima, ocupó una décima parte que el tema Rubiales. Ese es el nivel.

Estoy deseando que haya una nueva ola de calor, que aparezca un tiburón toro en el Ebro o que Leticia Sabater saque otro despropósito musical para que este tema ponga su punto final. A poder ser largándose el protagonista y cerrando la puerta por fuera. Quizá así tenga tiempo para aprender protocolo. Dice que su fallo fue ese. Dejen que me pare un segundo para que no me dé un flato. Servidor, por trabajo o invitación, ha estado en diferentes palcos. Si algo queda claro es que allí no se celebra ni el gol de tu equipo. De hacerlo, azuzado por la euforia, la cosa debe ser contenida y respetuosa. Que Rubiales lo descubriera en una final de un Mundial, tras años paseándose por palcos de medio mundo, es otra de sus insultantes y patéticas excusas. Solo por su rascada genital deberían inhabilitarlo hasta para ser presidente de su escalera. Y da igual que le pidiera un piquito o lo que la jugadora respondiera. Hay cosas que ni se piden, ni se hacen. Sobre todo siendo el jefe. Que a estas alturas tengamos que debatir sobre ello dice mucho de nosotros. Por no hablar de los «aprovechateguis». Sobre todo políticos y políticas que se pegan para abanderar el respeto a la mujer como si el resto fuésemos trogloditas que necesitan ser iluminados. Y tampoco me olvido de los periodistas encantados de pisar mierda.

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Llevan semanas buscando bronca para lograr más visibilidad y, si hay suerte, seguidores y notoriedad. Esta semana uno de ellos comparaba en Twitter el beso de Rubiales a Hermoso con el de Casillas a Carbonero en Sudáfrica. Y se quedaba tan ancho. Por eso y por todo espero que todo esto acabe de una vez. Y que no volvamos a abrir los informativos con una prima segunda del tito Luis alabando lo feminista que es el chaval o a alguien pidiendo que el trofeo Pichichi se llame el trofeo de la Jenni. Porque una cosa es ser un país de pandereta y otra una tierra de paletos. Lo dicho, la culpa de todo la tiene Olga Carmona por meter ese gol. Si la hubiese tirado fuera, no habría pasado nada.

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