Ibai Gómez ha anunciado este martes que deja «el fútbol profesional». El exjugador del Athletic, quien encandiló a San Mamés con sus asistencias a pie cambiado y que se marchó al Alavés en busca de minutos en el verano de 2016, cierra la puerta a ... una parte de la que ha sido su vida. Horas después de rescindir su contrato con el Deportivo, formación de Primera RFEF por la que fichó este verano y en la que tampoco ha tenido demasiado protagonismo, el de Santutxu colgó un vídeo en las redes sociales para anunciar su adiós. Lo deja. Se acabó.
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«Mi corazón y mi cabeza me dicen que debo dar un paso a un lado y que es el momento de tomar un camino distinto. Es el momento de dejar el fútbol profesional. Pero nos seguiremos viendo las caras durante muchos años, de eso estoy seguro», desvela en un emotivo documento trufado con imágenes de su niñez, con partidos del Athletic, con fotografías con su familia, a la que podrá dedicar más tiempo.
Ibai fue un niño pegado a un balón. El fútbol corría por sus venas. Su padre, Mitxelo, es el presidente del Santutxu y fue en Mallona donde el exrojiblanco pegó sus primeras patadas. Luego llegó el River, más tarde el Athletic, ese gran sueño que todo pequeño bilbaíno tiene... Él lo cumplió. Aunque pronto se encontró con la parte amarga. En su debut con el primer equipo, el 17 de octubre de 2010, sufrió una luxación de rótula. Solo estuvo en el campo cinco minutos. Volver a empezar. No se hundió. En mayo de 2011 reapareció.
Vivió Ibai Gómez la época dorada de Bielsa, también la rabia de perder dos finales. Momentos de lágrimas, de dolor. Inolvidable, por ejemplo, la semifinal contra el Sporting de Portugal: marcó una diana y asistió a Llorente en la tercera. A la final. Jugó la Champions, anotó un tanto... Pero su protagonismo cayó. En el curso 2015-16, después de llevarse la Supercopa, solo sumó cinco partidos. Necesitaba un nuevo rumbo. Y se marchó al Alavés.
El cambio funcionó. Junto a Marcos Llorente -socio ahora en varios restaurantes-, se convirtió en un ídolo de Mendizorroza, final de la Copa incluida. Pero el Athletic, con el agua del descenso al cuello, le llamó. No pudo decir que no. Nunca se arrepintió de ese regreso, pero con el paso del tiempo se puede considerar un error. Sí, sumó otra Supercopa. Aunque ya no fue el mismo. Se quiso marchar, pero el club se lo impidió. Siguió, sin oportunidades.
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Hasta que Marcelino, en el verano de 2021, le 'cortó'. Estuvo un tiempo sin equipo. Se unió al Foolah iraní para jugar la Champions asiática. Se volvió a sentir futbolista, pero disputó un puñado de minutos. En el 'Dépor' tampoco hubo suerte. Hasta este martes. Adiós al fútbol profesional. Ahora quizá cierre el círculo y regrese al Santutxu. Aunque tampoco se descarta un futuro en los banquillos. El fútbol corre por sus venas.
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