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Una huelga de jardineros impide al Zamudio entrenar y jugar en su campo de hierba natural de Gazituaga. Los siete trabajadores de la empresa Enviser, subcontratada por el Ayuntamiento para realizar estas tareas en las zonas verdes de la localidad del Txorierri, llevan en paro desde mayo en reinvindicación de «las mismas condiciones que tiene la plantilla de Sondika», indica ELA, el sindicato convocante.
Una de las tareas de estos empleados en tener en buenas condiciones el campo del Zamudio, de propiedad municipal. El club local, que la semana que viene arranca su temporada en División de Honor regional como visitante, no ha podido pisar Gazituaga desde que comenzaron los entrenamientos el pasado 19 de agosto y desde luego tampoco podrá utilizarlo en sus primeros partidos como local, el 28 de septiembre ante el Gatika y una semana después ante el Santutxu.
El primer equipo deberá jugar sus partidos en el campo de césped artificial de Errekalde. «El problema es que el club tiene 15 equipos y tenemos este terreno saturado», lamenta el presidente, Fidel de Prado.
«Ni el Ayuntamiento ni nosotros podemos entrar a trabajar en el campo porque eso afectaría al derecho a la huelga de los trabajadores. El terreno no ha sido atendido desde mayo. Parece la selva», indica el presidente del club.
El dirigente añade que el terreno tiene incluso hasta hongos. «A partir del momento en el que concluya la huelga calculo que tardaremos entre dos o tres meses en poder tener el campo en condiciones», pronostica De Prado.
La situación, añade, ha dejado a Zamudio sin poder tener entrenando allí a una de las selecciones que disputó la pasada Eurocopa. Cuando Bilbao iba a ser sede de la de 2020 (los partidos en España se jugaron finalmente en Sevilla porque la capital vizcaína renunció a que fueran a puerta cerrada), el club del Txorierri fue elegido por la UEFA como posible campo de entrenamiento.
El contacto se ha mantenido y una representante de la UEFA se interesó ante De Prado para que Gazituaga fuera escenario de entrenamientos durante dos semanas de una selección. «No me dijo que equipo era, pero estaban dispuesto a venir. Le tuve que decir que no porque no podíamos garantizar que el campo estuviera bien», lamenta de Prado.
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