Un grande

Paco, sin embargo, fue tan buen profesional y tan competitivo en el buen sentido que acabó volviendo a la selección. La verdad es que fue un ejemplo como deportista, siempre intentando mejorar. En sus primeros años era demasiado impetuoso. Algunos bromeaban diciendo que corría tanto que a veces se dejaba el balón atrás, pero fue puliendo su juego. Dicen que Rial le ayudó mucho.

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El caso es que se convirtió en un fenómeno, un rival temible. Su arranque en carrera era tremendo y tenía una característica que le hacía diferente: la frenada. De repente paraba, pisaba el balón y dejaba clavado a su marcador. Como además ponía buenos centros y metía goles, la verdad es que era una pesadilla tenerle como rival. San Mamés le tenía un respeto enorme. Fue un fenómeno.

Y ahí está su palmarés incomparable. Nadie tiene tantos trofeos como Paco. Lo más importante de todas formas, al menos para mí, es que fue un gran compañero y una gran persona, un hombre sencillo y tímido. No le gustaba el protagonismo. Cuando le nombraron presidente honorífico del Madrid tuvo que aparecer en muchos actos públicos, pero a él siempre le gustó pasar desapercibido, estar en un segundo plano, a la sombra de Alfredo. Se ha ido un grande en todos los sentidos, como futbolista y como persona.