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En los últimos años se han activado todas las alertas por la violencia en el deporte. Desde las instituciones y las federaciones inciden en que ese tipo de actitudes no pueden «banalizarse». Ni «tolerarse». Pero parecen no cesar. La Dirección de Juegos y Espectáculos del ... Gobierno vasco abrió 269 expedientes a lo largo de 2023 por infracciones en eventos (conciertos, fuegos artificiales...) celebrados en Euskadi. Y ocho de cada diez, 217, están catalogados como «violencia en el deporte».
Son un 9% más que en el ejercicio anterior y un 82,4% más que en 2019, cuando se produjeron 119 incidentes. Desde el Departamento de Seguridad achacan el incremento a que «cada vez hay mayor control en los estadios», especialmente «por incumplimientos leves» de la normativa. Por esa razón, aducen, «se incoa un mayor número de expedientes». El refuerzo en la vigilancia del consumo de «bebidas alcohólicas» y «sustancias psicotrópicas», dicen, está detrás de una parte de este aumento. Aunque entre las «tipologías más habituales» por las que inician los expedientes sancionadores también se encuentran otras más graves, recogidas en la ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte.
Portavoces del área que dirige Josu Erkoreka citan entre los incidentes más representativos los «altercados, riñas, peleas o desórdenes públicos», tanto en los recintos deportivos como en sus aledaños y el transporte público. También reciben denuncias por «la entonación de cánticos que inciten a la violencia y al terrorismo» y les comunican infracciones como la introducción de «armas» y objetos que «pueden producir los mismos efectos», como «bengalas, petardos, explosivos...».
La mayoría de las infracciones, 179, las protagonizaron el año pasado espectadores en el interior de un recinto deportivo. El público también cometió otras 23 en los aledaños mientras que 15 se atribuyeron a los organizadores de los eventos deportivos. Lo que no explicita la Dirección de Juegos y Espectáculos es cuántas de ellas son atribuibles al fútbol, aunque en 2018, cuando se produjeron 101 incidentes de este tipo en Euskadi, 100 estuvieron relacionados con el deporte rey. «Cada semana se celebran miles de partidos de fútbol en diferentes categorías, así que es lógico que haya más incidentes», precisa Javier Landeta, presidente de la Federación Vasca de Fútbol.
En cualquier caso reconoce que, «sobre todo a final de 2023, hubo un pico» de casos de violencia. En octubre y noviembre se produjeron varios percances en campos de categorías inferiores. Hubo que parar un partido en Erandio por insultos a un jugador de origen marroquí del Balmaseda B; entre cinco y diez encapuchados saltaron al césped de Sansomendi (Vitoria) y agredieron al portero del Indautxu, lo que derivó en una batalla campal con un centenar de implicados; el entrenador de los juveniles del Sestao quedó semiinconsciente tras ser agredido por un espectador en Los Llanos; el Ibaiondo femenino denunció insultos machistas a sus jugadoras en el choque que le enfrentó al Kimuak en Basauri...
Pero no fueron los únicos sucesos de esta características. El presidente de la Federación Vizcaína, Iñaki Gómez Mardones, había expresado ya con anterioridad, en una entrevista en este periódico, que no le iba a «temblar el pulso si es necesario disputar partidos a puerta cerrada». Y pasó. El juvenil C del Portugalete, tras la agresión al técnico sestaotarra, disputó tres encuentros como local sin público.
Y es que, insiste Landeta, «no se puede permitir lo que antiguamente se daba por supuesto». Se refiere a que «tenemos que desmontar vicios tradicionales y seculares de 'yo he pagado y puedo insultar al árbitro, me puedo meter con el jugador...'». Desde la explosión de violencia de finales de año, «se ha hecho un seguimiento más intenso si cabe, saliendo a los medios a denunciar este tema, organizando acciones en campos de fútbol, y parece que, con el trabajo de todo el mundo, federaciones, clubes e incluso la mayoría de la afición, se ha reconducido». No obstante, continúan con «el foco de protección puesto en nuestros árbitros. Hay que cuidarles, porque son gente muy joven, casi voluntarios, y son los elementos más frágiles».
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