Imanol, a la izquierda, y su hermano Arkaitz estarán en categoría nacional el año que viene. Rafa Gutiérrez

Los Ganuza catapultan al San Viator y Betoño

Hito. ·

Imanol y Arkaitz, hermanos y entrenadores, son protagonistas de los ascensos de sus equipos a Tercera y Liga Nacional Juvenil

Viernes, 31 de mayo 2024, 00:23

Diez años después de entrenar juntos al mismo equipo, el San Martín de Juvenil de Honor, los hermanos Ganuza han conseguido recientemente un hito que apenas se ha dado en el mundo del fútbol y es el de ascender con sus respectivos conjuntos a categorías ... nacionales en apenas una semana de margen. EL CORREO les junta horas después del festejo correspondiente para rememorar sus gestas. Imanol ha sido capaz de colocar al San Viator por primera vez en su historia en Tercera División mientras que Arkaitz ha subido con el Betoño a Liga Nacional Juvenil, el segundo escalafón de la categoría. Lleva en dicha estructura precisamente diez temporadas, mientras que su hermano ha cumplido la sexta en la entidad colegial.

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La mitad de ellas ha estado disputando hasta el último partido el ascenso. «Ya tocaba, aunque fuera sólo por insistencia (risas). En la 21-22 también nos la jugamos con el Aurrera, la pasada con el Alavés y esta de nuevo con el Aurrera», recuerda Imanol. Hechos irrefutables de su buen hacer y de la conjunción que ha logrado con sus futbolistas. «La gente se ha comprometido de manera increíble, nadie ha faltado a entrenar ni tan siquiera en invierno y eso creo que se ha notado», cuenta orgulloso de un plantel joven en el que, por supuesto, nadie cobra. Es algo significativo sin duda lo que los Ganuza han logrado. «De cachondeo alguna vez en casa lo hemos comentado, pero hasta que no llega no lo imaginas. La temporada pasada yo me quedé a siete puntos del ascenso», rememora Arkaitz, mientras que a Imanol muchos amigos le decían a principio de temporada en tono animoso que la gesta podía darse.

Los jugadores del San Viator celebran el ascenso. Jesús Andrade

«En febrero ya teníamos los dos una distancia importante y empezamos a planteárnoslo, aunque el Aurrera cogió una racha de doce semanas ganando e incluso nos pasó en la clasificación por cuatro puntos y se hizo cuesta arriba». Tensión y calculadora a partes iguales para ambos, finalmente la consecución se ha celebrado aún más. La conexión que han tenido con sus futbolistas ha sido plena, tal y como se vio en los festejos sobre el césped de Betoño y Ariznabarra, donde coreados y animados por sus jugadores tuvieron incluso hasta una canción propia.

Imanol define a Arkaitz como un técnico sentimental. «El tío que mejores charlas da antes de los partidos es él, sin duda. Yo no soy capaz de ponerme a su nivel en ese sentido. No creo que haya nadie que lo sienta tanto y se exprese de esa manera», dice mientras un buen amigo se acerca en medio de la conversación a felicitar a los dos hermanos. Arkaitz resalta otras cualidades de Imanol. «Recuerdo que siendo yo dos años mayor que él muchas veces le he tenido que pedir consejos de algunas cosas. Lee y entiende el fútbol de manera increíble. Tiene una capacidad única de entender este deporte, porque desde pequeño ha sido su vida».

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La conexión entre ambos conjuntos podría extenderse más allá de sus técnicos. Varios futbolistas del Betoño deben dar el salto por edad. El hecho de que el San Viator vaya a estar en Tercera abre la puerta a alguno de ellos. «Hay un par de jugadores que están capacitados. Otra cosa es que él consiga convencerles», analiza Arkaitz.

«Arkaitz es el técnico que mejores charlas da antes de los partidos. No soy capaz de ponerme a su nivel en ese sentido»

Mendilibar, su referente

En breve comienza la tarea de planificar un próximo curso ilusionante. «La gente debe tener más compromiso si cabe e igualar con otras virtudes la desventaja respecto a equipos semiprofesionales. La esencia del San Viator es pelear, tener un sentimiento de pertenencia», asume Imanol, quien asegura que seguirán jugando en el mismo escenario que hasta ahora.

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Ambos han tenido a su padre como fiel seguidor y sufridor. Su madre, por contra, ha preferido mantenerse al margen y conocer el desenlace a través del teléfono o una vez que sus hijos llegaban a casa. «Antes hablábamos de fútbol mucho más. Ahora cada uno tiene otros argumentos y quitando el cachondeo que tuvimos por la Copa del Rey poco más se ha discutido». Fieles los dos a la idea de José Luis Mendilibar, tienen claro que el gen competitivo hay que mostrarlo siempre. «Es un fuera de serie, un tipo que habla de fútbol de manera normal. Lo que ha logrado tiene mucho mérito», dice Arkaitz.

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