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Llueve sobre mojado en la Superliga turca de fútbol. La escalada de violencia en los estadios, con invasiones de campo y agresiones a jugadores y árbitros por parte de aficionados e incluso directivos y presidentes de algún club en lo que va de campaña, ha ... hecho saltar las alarmas en los estamentos internacionales de este deporte. El propio presidente de la FIFA, Gianni Infantino calificó la situación que vive esta competición de «inaceptable» y exige a las autoridades del país otomano que adopten las medidas oportunas para acabar con el caos, tras los graves altercados registrado el fin de semana al término del encuentro entre el Trabzonspor y el Fenerbahce.
Hinchas del Trabzonspor saltaron al césped mientras los jugadores rivales celebraban la victoria (2-3) en el centro del campo lo que desató una batalla campal en la que se vieron envueltos también varios futbolistas visitantes. Batshuayi, Osayi y Oosterwolde fueron cazados por las cámaras propinando golpes y patadas a los aficionados. La reacción de los responsables otomanos no se hizo esperar. El ministro del Interior, Ali Yerlikaya, anunció de inmediato la puesta en marcha de una investigación y la Policía ya ha detenido a doce personas relacionadas con estos actos.
Entre los arrestados se encuentran el aficionado que lanzó un objeto al entrenador del Fenerbahce, Ismail Kartal, durante el partido; así como el individuo que golpeó al guardameta visitante Dominic Livakovic. Los ánimos estaban tan calientes que los jugadores del Fenerbahce tuvieron que esperar casi tres horas en el interior del estadio antes de abandonar las instalaciones. «La violencia, dentro o fuera del campo, no tiene cabida en nuestro deporte ni en nuestra sociedad. Todos los jugadores tienen que estar seguros y protegidos para practicar el juego», enfatizó el máxima mandatario de la FIFA.
«Una vez concluidas las investigaciones, se impondrán a los responsables las sanciones penales necesarias para evitar que se repitan», apuntaron fuentes federativas. Los jugadores implicados podrían enfrentarse a cqastigos de hasta 10 partidos sin poder competir. El propio técnico del Trabzonspor, Abdullah Avci, reconoció después del triste espectáculo vivido sobre el verde que «estamos atravesando un periodo en el que el fútbol turco está completamente alimentado por el caos».
Y es que, en la Superliga turca, esta no es una situación aislada. De hecho, en diciembre pasado el campeonato fue suspendido durante una semana tras la agresión sufrida por el árbitro Halil Umut Meler, encargado de dirigir el Ankaragücü y el Rizespor. El partido, que resultó bastante bronco desde el inicio, acabó con empate (1-1) y gol anulado al conjunto local lo que encrespó los ánimos de la hinchada. Varias personas, entre las que se encontraba el entonces presidente del Ankaragücü, Faruk Koca, saltaron al terreno de juego y golpearon al colegiado. Las imágenes de la agresión dieron la vuelta al mundo y Koca fue inhabilitado de por vida por la Federación.
La violencia en el deporte turco no se circunscribe únicamente al fútbol. El baloncesto tampoco se libra de esta lacra. En diciembre pasado el derbi de la máxima rivalidad entre los dos clubes de Estambul, Besiktas y Fenerbahce, también estuvo salpicado de graves incidentes en la grada y lanzamiento de objetos a la pista. Uno de ellos impactó en la cara del base del Fenerbahce, Yam Madar, que sufrió una herida en la ceja.
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