«Era imposible que los jugadores y los niños estuvieran más felices»

Todos ellos coinciden en que comenzaron la temporada con mucha ilusión a raíz de la fase previa de la Copa del Rey, que tenía como premio recibir a un equipo de Primera División en caso de ganar al Turégano. Sin embargo, se dieron de bruces. «Fue un palo duro», señala el entrenador. Asimismo, Unai Matey reconoce que «el campo y el ambiente que había igual nos sobrepasó». Desde luego, para muchos, era la primera vez que vivían algo de esa magnitud.

Jonan Pueyo, preparador físico y jugador del Santurtzi B, resalta lo complicada que fue la planificación debido a esta cita. «Desde el punto de vista físico ha sido una temporada extraña porque había que coger buena forma rápido por la Copa y después había que mantenerlo para intentar ascender», comenta. Con el tiempo, ha sabido identificar que fue «un gran aprendizaje», ya que «nunca había vivido eso», matiza. Todos los integrantes reunidos por EL CORREO resaltan la respuesta del equipo ante tal varapalo. «Ha sido inmejorable», destaca el preparador físico.

Javi Collazos va incluso más lejos y cree que este golpe de realidad le ha dado el poso que necesitaban los jugadores para lograr ahora, con tres jornadas de antelación, el ansiado ascenso a Tercera Federación. «Antes éramos incapaces de ganar cuando jugábamos partidos importantes, nos temblaban las piernas. Creo que Turégano nos ha hecho perder en la Copa, pero nos ha hecho ascender», manifiesta. Miguel Romillo también pone en valor la unión del vestuario y el perfil humano de los futbolistas. «Muchas veces los entrenadores nos queremos poner la medallita, pero la base del éxito es que el equipo está muy compenetrado», sostiene.

El sueño se hizo realidad el pasado domingo en San Jorge, dejando imágenes que los presentes nunca olvidarán. Unai Matey, autor del primero de los dos goles que definió el ascenso, destaca que «es una pasada conseguir lo que el Santurtzi lleva tres años persiguiendo». Además, con gol en la victoria que hizo ascender a los morados, declara que «cumplí lo que soñé durante toda la noche». Javi Collazos lo vivió con muchos nervios, pero incide en que «no había visto el campo así hace muchos años, se está creando un sentimiento que hacía mucho que no había, algo bonito que tiene que perdurar».

Miguel Romillo y Jonan Pueyo recuerdan todo con mucha alegría, pero dicen que fueron cautos desde su posición y que fueron «felices viendo felices a los demás». «Era imposible que los jugadores y los niños en el campo estuvieran más felices, era lo máximo. Se veía una felicidad inmensa en la cara de la gente», resalta el preparador físico. El técnico concuerda en que «ver cómo cantidad de niños del fútbol base saltaban al campo para que les firmaras y sacarse fotos era increíble». Asimismo, añade que «la sinergia que se ha dado entre los jugadores del primer equipo y los chavales de la base ha sido muy chula, eso hace que el club esté vivo y se incremente el sentimiento».