¿Qué hace un entrenador en paro? Bolo cuenta su día a día

Tiene su explicación. Está tan al día como cuando entrenaba. Cada semana ve los diez encuentros de Segunda, categoría a la que en 2019 subió a la Ponferradina y la mantuvo tres años y en la que este curso dirigió al Oviedo hasta su cese a mediados de octubre. «No veo los partidos como un aficionado, los analizo como un entrenador, como si el domingo fuera a jugar contra cualquiera de esos equipos».

Bolo se encuentra en una situación inédita. Está en el paro por primera vez desde que hace diez años se hizo con el banquillo del juvenil A del Danok Bat. «Echo de menos el día a día, los entrenamientos, preparar los partidos. Al principio lo pasas mal. La primera vez tras un cese es dura. Y además son muchos meses los que hay que esperar».

El duelo ha pasado. Ya no se muestra tenso ni infeliz. «Una situación así viene bien para continuar con tu formación. En este oficio nunca puedes parar. Hay que estar preparado para seguir en la rueda. Somos muchos entrenadores y todo el mundo quiere trabajar. En los campos coincides con muchos colegas y directores deportivos. Hay que mantener el contacto con el mundo. No puedes quedarte encerrado en casa».

¿Qué hace un entrenador en paro? No es un señor que se pase el día pegado al teléfono a la espera de que agente le comunique que tiene un pretendiente. «En cuanto me cesaron, lo vi claro. No puedes parar. Es tu vida y tu profesión y desde el primer día comencé a viajar mucho para estar al día».

Bolo se ha quedado en Oviedo por los estudios de sus dos hijos pequeños, de 13 y 17 años, que además juegan en el club azulón. El mayor lo hace en el Rayo B en Tercera RFEF. «Todos centrales. Ninguno ha seguido mis pasos como delantero centro», bromea.

No para. Pongamos como ejemplo su ruta de estadios hace unos pocos fines de semanas: el viernes estuvo en el Eibar-Villarreal B, el sábado, en el Alavés-Cartagena y el Mirandes-Leganés; el domingo, en el Athletic-Girona y en el Sestao-Gernika de Segunda RFEF. «Entre lo que veo en directo, más lo de televisión serán unos quince partidos por semana».

Si ficha mañana, Bolo entregará a su próximo director deportivo una lista de posible refuerzos. En función, eso sí, de las posibilidades económicas del equipo. «Elaboro una lista de jugadores que me gustan. Si un club me llama, le podré dar nombres de futbolistas de Segunda, jóvenes y de Primera RFEF que me parecen interesantes». Siempre hay que estar listo.

Hay más. Le gusta ver como trabajan técnicos importantes. Ha aprovechado la presencia de su hijo mayor en el Rayo B para ver en acción a Andoni Iraola. En breve viajará a Inglaterra para hacer lo mismo con Julen Lopetegui, en el Wolverhampton, con quien compartió banquillo en el Rayo y quien le dirigió en la campaña 2003-04, la del debut del guipuzcoano en los banquillos y la última del bilbaíno en el club madrileño. Para más adelante deja pasar por Lezama a observar a Ernesto Valverde. «Ver como trabajan grandes técnicos y aprender de ellos es una de las ventajas de estar en el paro».

El bilbaíno también se forma fuera de los campos con cursos de inglés y reuniones con su 'coach'. «Empecé a trabajar con él cuando estaba en la Ponferradina. Te ayuda a soportar el estrés, a manejar grupos. Cuando trabajo me cito al menos una vez a la semana con él. Ahora nos vemos de forma más especiada».

El final de campaña se acerca y comienza el baile de los banquillos. Bolo ha sido citado como una de las opciones al Tenerife, aunque aclara que no ha hablado con nadie. «Estas situaciones hay que vivirlas con naturalidad y sin hacerte falsas esperanzas. Lo mejor de todo es no estar muy pendiente de lo que se dice», concluye.