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Iñigo Agiriano
Martes, 13 de junio 2023, 14:05
Son varios los casos de hermanos que han llegado a futbolistas profesionales. Thiago y Rafinha Alcántara, Alex y Nacho Fernández o Kolo y Yaya Touré son solo algunos ejemplos de este fenómeno, cuya impresión se acrecienta cuando hasta tres miembros de la familia llegan a ... la élite. En España tenemos a los Ñiguez. Los tres hijos de Jose Antonio, que también fue futbolista, llegaron a jugar en las dos primeras categorías nacionales. Saúl, actualmente en el Atlético, es el más reconocido, pero sus dos hermanos mayores, Jony y Aaron, también hicieron carrera en nuestro país.
Una historia similar se da ahora en Italia con los hermanos Esposito, naturales de Castellmare di Stabia, un municipio perteneciente a la ciudad metropolitana de Nápoles. Su padre, Agostino Esposito, fue futbolista y entrenador en Italia, y sus tres vástagos juegan ahora de forma profesional. Salvatore, el mayor, lo hace en la Spezia, Sebastiano, el mediano, en el Bari y el benjamín de la familia, Francesco Pio, en el primavera del Inter. Por casualidades de la vida, este domingo los tres hermanos afrontaban partidos decisivos. Salvatore disputaba ante el Hellas Verona el spareggio, el partido de desempate que la Serie A ha introducido de nuevo este año, y que en este caso decidía qué equipo acompañaba al Cremonese y a la Sampdoria a la Serie B. Sebastiano jugaba el partido contrario; su equipo, el Bari, se enfrentaba al Cagliari de Ranieri en la final del play-off de ascenso a la Serie A. Por último, Francesco Pio había alcanzado la final del Mundial sub 20, en la que Italia medía sus fuerzas con Uruguay.
Todo comenzó a torcerse en Bari. Sebastiano fue titular en la delantera del equipo de Apulia pero no había logrado convertir el gol que necesitaba su equipo tras el 1-1 de la ida. En el minuto 94, cuando apenas restaba un suspiro, Pavoletti marcó el gol que daba el ascenso a los sardos. Prácticamente a la misma hora, el mayor de los Esposito, veía como su compañero N'zola fallaba el penalti que hubiera recortado distancias ante el Verona, en un momento en el que la Spezia perdía por 1-3 pero contaba con un hombre más. Los esfuerzos del equipo de Liguria para empatar fueron en vano y Salvatore selló su descenso a la Serie B. La última esperanza de los Esposito quedó entonces depositada en el joven Francesco Pio, que podía dar una alegría a su familia y a su país conquistando el Mundial sub 20. No fue titular, pero entró en el minuto 56 cuando el partido todavía estaba empatado a cero. Sin embargo, en un nuevo revés del destino, Luciano Rodríguez marcó en el 85 el tanto que significó la victoria uruguaya y la desolación italiana.
Así concluyó el día más aciago de los hermanos Esposito. Sin embargo, también tienen motivos para mirar al futuro con esperanza. Francesco ha completado una gran temporada en el primavera del Inter, donde ha anotado 16 goles y parece cuestión de tiempo su salto al fútbol profesional. La campaña de Salvatore en la Spezia es muy meritoria a pesar del descenso de su equipo y aunque debe volver a la SPAL, club por el que estaba cedido, parece seguro que jugará de nuevo en la Serie A el próximo curso. Por último, Sebastiano, regresará al Inter, club del que todavía es propiedad, aunque posiblemente necesite una nueva cesión para foguearse antes de estar listo para la exigencia del club neroazzurro. Este día quedará por mucho tiempo en la memoria de los Esposito, pero, por fortuna, el fútbol siempre da nuevas oportunidades, y los hermanos podrán olvidar con triunfos el recuerdo de aquel aciago domingo de junio.
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