Rodri, desde Manchester y en inglés, ha dejado caer algo que se venía vislumbrando dado el disparatado calendario actual: la posible huelga de jugadores ante un exceso de partidos que repercute en su salud y a la larga en sus carreras. Pero lo más sorprendente ... ha sido escuchar al presidente de La Liga española, Javier Tebas, afirmar que apoyará esa eventual convocatoria, que «esperaba se produjera para que esto cambie». La patronal (no olvidemos que se trata de la asociación de clubes profesionales en España) «comprende» las quejas de los trabajadores futbolistas, nacidas del trato recibido precisamente por parte de sus propios empleadores. La repera. ¿La inverosímil aquiescencia es producto de un ejercicio de contrición y reconocimiento del abuso infligido? Para nada. El incontinente Tebas sigue situando las culpabilidades en los demás, en esos eternos rivales con los que dirime cuitas y cuotas de poder. Son otros, RFEF, UEFA y FIFA, los autores del despropósito, no yo, organizador de la competición principal en número de partidos y promotor, per se, de un calendario de locos.

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Es cierto que la saturación proviene también de la avaricia desmedida de los organismos internacionales del fútbol. Está al fondo el proyecto (que teme Tebas como a un nublado) del Mundial de Clubes, que sucedería al Mundialito, a su vez extensión de aquella Copa Intercontinental. Por otro lado, más allá de otra amenaza, hoy hibernada, como es la Superliga de Florentino, en las actuales y oficiales competiciones europeas de clubes se han ampliado los formatos para acoger más partidos y más ingresos, suma y sigue. Y están los campeonatos de selecciones, donde los entes organizadores, no contentos con los dineros de Mundial y Eurocopa, se relamen insensatamente con hacerlos bianuales, después de haber engendrado la Liga de Naciones, un invento en el que ni están todas las que son ni son todas las que están. A lo que hay que añadir más y más bolos amistosos y más ventanas, viajes y partidos. Ante este panorama, las federaciones y los clubes que las integran no parece tengan intención alguna de decir hasta aquí hemos llegado.

Pero es que La Liga y la Federación Española, en lo doméstico, no van a la zaga en voracidad y desenfreno, pasando por encima de los límites físicos de esos mismos actores a los que Tebas dice comprender e incluso alentar a la revuelta. Tiene bemoles esa «preocupación» viendo el calendario futbolístico español perpetrado, cuando (sin abundar ahora en la impresentable Supercopa hispanoárabe) ya en el inicio competitivo, en pleno mes de agosto, ninguna liga europea ha programado más jornadas, incluso una intersemanal. El sobrecargado comienzo de la liga española no tiene parangón, y luego Dios proveerá, casi siempre con el gran ojo guiñado a los poderosos. Se comenta por sí sola la doble vara de medir de quien es responsable de una pésima planificación, permitida por la avaricia de los clubes que callan y otorgan para recibir.

Las consecuencias de esta ingente sucesión de partidos en poco espacio temporal son claras, primero, por supuesto, en la integridad de los jugadores, y ahí están las lesiones graves, cada vez más numerosas y cada vez más tempranas, producidas ya al albor de la temporada. Pero también habría que pensar en una gallina que puede dejar de poner huevos de oro. Hasta los más futboleros dejamos de apreciar trascendencia y atractivo en tan exagerada repetición de eventos. Lo bueno gusta, lo mucho empacha. El negocio, que lo mueve todo, puede acusarlo en cualquier momento. Los clubes, que (hay que insistir en ello) son los que tienen la sartén por el mango, tendrán que medir su insaciabilidad. ¿Y si los que acabamos haciendo mutis por el foro somos los espectadores?

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