Datos de Alemania
Goles al arcoiris ·
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Goles al arcoiris ·
Sin público, el factor campo desaparece y los resultados cambian de una forma radicalEl campo de pruebas de la Bundesliga nos permite ya empezar a extraer algunas conclusiones. Desde luego, no en el aspecto más sustancial -el de los posibles contagios-, del que no tendremos una información relevante hasta que el volumen de partidos disputados y la cifra ... de análisis realizados a los jugadores sean suficientemente grandes como para que los médicos y los científicos puedan hacerse una opinión bien fundamentada. Pero sí en aspectos relacionados con el juego y con la naturaleza del fútbol a puerta cerrada.
Por si algunos necesitaban todavía una prueba empírica, ha quedado demostrado que el fútbol sin espectadores es una filfa. No pasa de ser un producto audiovisual y, como tal, un entretenimiento que, de mantenerse en el tiempo, no podría llegar a distinguirse de los juegos por ordenador que se comercializarán dentro de veinte años. Vamos, que no tiene ningún futuro. Otra cuestión que ha quedado demostrada es el impacto que tiene en los resultados la ausencia de aficionados en las gradas. El factor campo ha desaparecido. Digámoslo de otra manera: el jugador número 12 ha dejado temporalmente de existir.
Es cierto que los datos que nos llegan de Alemania corresponden únicamente a dos jornadas. El cambio de tendencia que se ha detectado, sin embargo, es demasiado espectacular como para desdeñarlo. Antes del parón, los equipos que jugaban en casa ganaban un 43,3% de los partidos y los visitantes, un 34,8%. Tras reanudarse la competición, los triunfos en casa se han derrumbado al 16,7% mientras que los de los visitantes se han disparado hastal 55,5%. Sólo tres equipos han sido capaces de ganar en casa en este regreso de la Bundesliga: el Borussia Dortmund, el Bayern y el Hertha. Esto, por supuesto, no tiene sentido. Y es que el fútbol estará acabado el día que el aficionado sospeche que él no participa en los partidos.
Jean-Michel Aulas
El mundo judicial tiene sus propias reglas, que muchas veces se convierten en grandes misterios para los ciudadanos. Los lectores de Dickens se acordarán de los malos ratos que tuvo que pasar el pobre señor Pickwick tras la demanda que le interpuso la viuda Bardell acusándole sin fundamento de rotura de promesa de matrimonio. Lo de Jean-Michel Aulas no tiene nada que ver, pero es también un caso curioso. El presidente del Olympique Lyon denunció ante los tribunales que en Francia se diera por terminada la Liga, algo que dejaba a su equipo fuera de competiciones europeas y le obligaba a jugar la vuelta de los cuartos de la Champions ante la Juventus sin haber competido en cinco meses. Su demanda fue denegada, pero Aulas presentó de inmediato un recurso. ¿Con qué objetivo? En principio, con el objetivo de que pudiera reanudarse el campeonato, al igual que iban a hacerlo las otras grandes ligas europeas. Pero eso no se lo creía ni él. El dirigente del Lyon sabía muy bien que la suspensión de la Ligue 1 había sido tomada desde el Palacio del Eliseo, y que su recurso tenía menos posibilidades de prosperar que Trump de pasarse una semana sin soltar una lerdada. Ahora sabemos por qué lo hizo. Fue para poder expresar en público, con toda legitimidad, una convicción que venía desvelándole desde hace tiempo. «En Francia somos gilipollas», ha dicho.
Caner Erkin
Hay entrenadores que dejan un recuerdo muy malo en algunos futbolistas. A veces, horrible. Es lo que le ha ocurrido a Caner Erkin. El defensa del Besiktas cada día cuenta menos en su equipo. Tiene 31 años y su declive es evidente. Y él lo achaca a un solo hombre: Frank de Boer, que lo dirigió en el Inter. «Arruinó mi carrera», ha declarado. Tras una afirmación semejante, la curiosidad se dispara. ¿Qué le hizo De Boer a este hombre para que diga eso?. Pues bien, por lo que sabemos no le dio ninguna oportunidad en el Inter y hasta llegó a apartarle del equipo. Es evidente que aquel tuvo que ser un mal trago para Caner Erkin, que había llegado al calcio con toda la ilusión del mundo. Una gran decepción, sin duda. ¿Pero tanto como para pensar que arruinó su carrera? Yo creo que no. Erkin exagera, supongo que por rencor. De Boer no pudo hacerle tanto daño. Y no lo digo porque le crea incapaz de hacerlo -no le conozco- sino porque no tuvo tiempo. ¡Si el holandés llegó en junio y en septiembre ya le habían echado!
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