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Gurrutxaga pugna por el balón con Raúl E. C.
«Cumplir mi sueño me jodió la vida»

«Cumplir mi sueño me jodió la vida»

Enfermedad mental ·

El exfutbolista txuriurdin Zuhaitz Gurrutxaga describe en su biografía los rincones más negros de la fama y del fútbol de élite

Lunes, 11 de diciembre 2023, 00:10

15 de junio de 2003. Vigo. La Real Sociedad lidera la Liga con un punto de ventaja sobre el Real Madrid, a falta de dos jornadas. Una victoria de los donostiarras sobre el Celta les puede hacer campeones. Increíblemente, en el banquillo txuriurdin, uno de sus jugadores desea «con todas sus fuerzas» perder. Y es lo que finalmente sucede. ¿Qué pasa por la cabeza de un futbolista para renegar de la gloria de un momento histórico, de la fama, del prestigio y de una suculenta prima? Es lo que trata de explicar Zuhaitz Gurrutxaga (Elgoibar, 1980) en 'Subcampeón' (Libros del KO).

El volumen es una biografía de un chaval de baserri que llegó a Primera División, con el equipo de sus amores, cuando tenía solo 21 años. Está narrado en tono de humor. Y hay episodios realmente divertidos pero la obra es también un drama que trata de visibilizar la dureza de las enfermedades mentales. «Cuando se cumplieron todos mis sueños, mi vida se convirtió en un infierno».

'Subcampeón' está repleto de anécdotas deliciosas. Gurrutxaga habla con una sinceridad brutal y desvela ese lado oscuro del fútbol de alto nivel: las noches locas, el alcohol, el sexo fácil o la marihuana se pasean por sus 356 páginas. En muchos casos, con nombre y apellidos. Se cuenta, por ejemplo, cómo el surcoreano Lee Chung-Soo acostumbraba a meter chupitos de whisky dentro de sus pintas de cerveza.

También hay un espacio para ese 'otro fútbol': el de los campos embarrados, deportistas de la Segunda B que sudan la camiseta, que trabajan como almaceneros 10 horas y después acuden a entrenar cuando mucha gente ya está cenando. Gurrutxaga se acuerda también del eterno rival. Al Athletic y a los vizcaínos les dedica elogios. «Son unos tíos echaos p'alante, francos, abiertos, sin ningún complejo...». De hecho, por 'Subcampeón' desfilan los exrojiblancos Toquero, Urko Vera, Igor Gabilondo, Del Horno y Marcelo Bielsa. De todos guarda muy buen recuerdo.

Gurrutxaga (derecha) con el escritor Ander Izagirre. E. C.
Imagen - Gurrutxaga (derecha) con el escritor Ander Izagirre.

El libro está escrito en primera persona, pero Gurrutxaga ha contado con la brillante pluma de Ander Izagirre, premio Euskadi de Literatura. El realista pone sus vivencias y el escritor las desliza con maestría. El inicio de 'Subcampeón' recuerda a la biografía de Andre Agassi, 'Open'. Si el tenista contaba lo mucho que odiaba la raqueta, el central guipuzcoano no se queda corto. «De niño estaba loco por el fútbol, a los 21 años dejé de verlo porque lo detestaba. Cumplir mi sueño me jodió la vida».

Gurrutxaga era un chaval de pueblo, sencillo y austero. Iba a entrenar a Zubieta en un 'Seat Cordoba' con lunas tintadas y una pegatina de la discoteca Guass de Elgoibar. A su lado aparcaba el Ferrari 360 de Kovacevic y el Porsche de Karpin. Su máxima preocupación entonces era que el partido semanal fuera el sábado por la tarde para poder salir por la noche con su cuadrilla por los bares de Elgoibar a tomar 'Klarimostos' (clarete con mosto).

Llega a compartir vestuario con Iker Casillas y Xavi Hernández en un Mundial sub'17. Pero un día, el cerebro de Gurrutxaga sufre un cortocircuito. Seguramente por la exigencia y la presión. Comienza entonces un carrusel de errores garrafales, expulsiones absurdas, penaltis incomprensibles... El txuriurdin deja de ser una estrella emergente para convertirse en una calamidad. «Mi carrera iba como un misil: cayendo en picado hacia la destrucción».

'Subcampeón' cuenta con la pluma de Ander Izagirre, premio Euskadi de Literatura 2023

Sin relaciones sexuales

Pero lo peor estaba aún por llegar. Unos ladrones entran en su casa y esto desata en Gurrutxaga un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) de dimensiones delirantes. Coge pánico a dejarse el horno encendido o a no cerrar la puerta de casa... Después piensa en que se puede contaminar con cualquier sustancia. Cuenta que, jugando un día de lateral, evita correr la banda por la presencia de una gasa ensangrentada junto a un banquillo.

Las compulsiones obsesivas continúan al alza: elude el más mínimo contacto con aficionados por miedo al contagio de enfermedades, acaba con las manos peladas de tanto lavárselas e, incluso, está casi dos años sin tener relaciones sexuales por temor al sida... «Yo era guapete y jugaba en Primera División, ¿qué me estaba pasando?». Para el lector que no conozca lo que es el TOC es posible que la narración le parezca exagerada o directamente irreal, pero para las personas que han tenido cerca esta dura enfermedad, se puede decir que el relato se queda corto.

Gurrutxaga toca fondo en Vigo. A partir de aquí, deja la Primera División e inicia una singladura por equipos de Segunda y Segunda B. Al principio con idéntico resultado: fracaso absoluto. Su resurrección llega tras iniciar una terapia con una psicóloga y recalar en el Lemona. «Es el equipo donde más orgulloso estoy de haber jugado en toda mi vida». Gurrutxaga, que en su etapa en el Rayo había empezado a estudiar teatro en sus ratos libres (y eran muchos porque no iba convocado casi nunca), se crea su propio personaje: un defensa malote, siempre dispuesto a la bronca para desquiciar a los rivales. Y vuelve a vivir momentos de gloria: subcampeón de la Copa Federación, campeón de grupo con el Zamora, elimina al Real Madrid en Copa con el Real Unión...

Gurrutxaga se retira con 35 años. Desde entonces se dedica al espectáculo: lo mismo canta que presenta programas de televisión o hace monólogos humorísticos sobre sus TOC. Por las 356 páginas desfilan desde los componentes del grupo musical Su Ta Gar a Luis Rubiales, el Rey Emérito, David Bustamante y John Benjamin Toshack, que tuvo el valor de utilizar al chaval de Elgoibar como juez de línea en los entrenamientos, en la época en la que estaba tan descentrado y obsesionado que no podía pisar las líneas del terreno de juego con su pie derecho.

Las mejores anécdotas

  • Fútbol callejero en México. Gurrutxaga y el exrojiblanco Igor Gabilondo juegan de incógnito un partido de una liga de empresas contra unos abogados de Morelia. Ganan 7-0.

  • Penalti en Riazor. A la Real le pitan una pena máxima a favor contra el Deportivo porque Gurrutxaga se deja caer por miedo a pisar con su pie derecho la raya del área.

  • Odio al fútbol. Gurrutxaga está de vuelta de todo. Un viernes no le convocan y se presenta el lunes siguiente en el vestuario sin saber cómo había quedado su equipo. «Por sus caras supe que habíamos perdido».

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