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Dagoberto Escorcia
Jueves, 6 de abril 2023, 15:09
«Humillados», «Mudo», «Debacle», «k.o.» son algunos de los titulares utilizados por los medios informativos catalanes para calificar la durísima derrota sufrida por el Barça ante el Real Madrid en una noche de Luna llena pero en la que a los azulgrana se lo ... comieron unos lobos vestidos de blanco.
Ansiaba el Barça llegar a su undécima final de Copa en las última catorce temporadas. El 0-4 en el Camp Nou no solo significó el final del sueño barcelonista de conseguir el doblete de Liga y Copa esta temporada, sino también escenificó la peor noche vivida por Xavi Hernández contra un rival español. El equipo menos goleado de la Liga recibió una paliza que no entraba en ninguno de los guiones previstos antes del encuentro. La ventaja de haber ganado el partido de ida en el Bernabeu (0-1) ni la de jugar ante su afición (más de 94.000 espectadores) valieron al Barça para demostrar la superioridad que exhibe en el campeonato liguero.
Fue una noche dolorosa para el Barça, de las que no se olvidan fácilmente, ni tienen excusa posible. Una enorme tristeza invade a la masa social culé, que esperaba desahogar toda la rabia acumulada con lo que consideran un ataque a la institución a través del caso Negreira. Pero si el público llenó el estadio ilusionado con vivir una noche de fiesta, marchó de él sintiendo que había presenciado una pesadilla.
La noche sirvió otra vez para confirmar las flaquezas de un equipo que ante los rivales más fuertes desnuda todas sus debilidades. La defensa que parecía lo más fuerte, esta vez se abrió de par en par para permitir cuatro penetraciones en las que Vinicius volvió a ejecutar el papel de niño malo y Benzema, el verdugo implacable con un 'hat-trick'. Todo lo contrario de lo que se vio en el lado azulgrana: Ter Stegen no pudo hacer nada en ninguna de las acciones goleadoras blancas y Lewandowski fue más un espectador del partido que el goleador que se esperaba.
El repaso del Madrid al Barça será difícil de digerir. Otra vez durante la semana volverá a sobresalir el regreso de Messi, coreado el miércoles por parte de la afición. También se insistirá en la dimisión de Javier Tebas después de descubrirse que presentó unos papeles a la Fiscalía insinuando que en ellos aparecían ex dirigentes del Barça. Y se destacará también que la financiación para el nuevo Camp Nou ya está firmada. Nada de eso servirá para olvidar una derrota hiriente, de las que hacen daño y de las que confirman que este equipo necesita refuerzos de peso. Las bajas de De Jong, Christensen, Pedri y Dembelé se notaron mucho, y cuando se miraba al banquillo solo se veían muchos jóvenes no aptos para ponerlos en un partido de tanta trascendencia.
No tuvo reparo Xavi Hernández en reconocer la superioridad del rival a la hora de aprovechar las oportunidades. El entrenador era de los más confiados en sacar la semifinal adelante. Dijo que motivo a sus jugadores para ello. Pero de nada sirvió su discurso. El Barça se encogió la noche en la que toda su afición esperaba que diera una lección. Respiraba optimismo el equipo. Había tranquilidad en el vestuario. Acabó perturbado, bailado, zarandeado y golpeado. Toda una noche oscura para el Barça. Otra más en una competición copera.
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