Athletic 1-1 Mallorca
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Athletic 1-1 Mallorca
El Athletic se corona campeón de la Copa y sacará la gabarra 40 años despuésEran las 00.47 horas del 7 de abril cuando Berenguer marcó el penalti definitivo, el cuarto de una tanda perfecta. El Athletic acababa de proclamarse campeón de Copa cuarenta años después. Lo que se vivió a partir de ese momento resulta complicado de describir. ... Se necesitan demasiadas palabras: alegría, emoción, entusiasmo, felicidad, alivio, satisfacción, bienestar, orgullo... Toda la afición rojiblanca estalló en una explosión incontrolada que contenía y superaba todos esos sentimientos. Miles de aficionados lloraron, muchos de ellos con el recuerdo, tan vivo en ese preciso instante, de los seres queridos con los que no podían compartir un triunfo que habían esperado juntos tantos años, padres, madres, abuelos, hermanos, tíos y amigos con los que habían superado tristezas y desengaños sin perder nunca la esperanza.
Athletic
Agirrezabala; De Marcos, Vivian, Paredes, Yuri (Lekue, m.106+); Prados (Vesga, m.46), Galarreta (Unai Gómez, m.79); Iñaki Williams (Berenguer, m.91), Sancet (Muniain, m.91), Nico Williams; y Guruzeta (Raúl García, m.91).
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-
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Mallorca
Greif; Gío González, Valjent (Maffeo, m.91), Raillo, Copete (Nastasic, m.107+), Lato (Van der Heyden, m.109); Samu Costa, Sergi Darder (Antonio Sánchez, m.62), Dani Rodríguez (Radonjic, m.73); Larin (Morlanes, m.62) y Muriqi.
Goles 0-1, m.21: Dani Rodríguez. 1-1, m.50: Sancet.
Penaltis Muriqi, gol: 1-0. Raúl García, gol: 1-1. Morlanes, para Agirrezabala. Muniain, gol; 1-2. Radonjic, fuera. Vesga, gol: 1-3. Antonio Sánchez, gol: 2-3. Berenguer, gol: 2-4.
Esto último, mantener intacta la ilusión, no perderla cuando todo parecía confabularse contra el Athletic, contra lo que defendía y representaba en estos nuevos tiempos del fútbol, ha tenido al final su recompensa. Parecía que no iba a llegar, que la justicia poética no existía para los rojiblancos tras seis finales perdidas en los últimos quince años, cinco de Copa más una de la Europa League, pero este equipo ha perseverado con una fe incomparable hasta conquistar su sueño, la Copa número 25; un título que marca un antes y un después en su historia.
El jueves saldrá por fin la gabarra. Ya no habrá que hablar de ella con miedo al mal fario, ya no será una especie de barco mitológico, como el 'Argo' de Ulises, condenado a la herrumbre en un dique seco. Se hará real, como se harán reales de repente todas las historias que abuelos y padres hemos contado a nuestros hijos sobre los días de gloria del Athletic. Aquellos relatos también se iban quedando viejos, perdidos en el tiempo como fábulas antiguas. Y se corría el riesgo de que se dejara de creer en ellos. Ya no. Eso se ha acabado. Todo era verdad y el equipo de Valverde se encargó de demostrarlo en una noche inolvidable.
La presión era máxima en el estadio de La Cartuja, que recibió a los dos equipos con una temperatura perfecta que sería el preludio de una 'madrugá' maravillosa. En el caso del Athletic, no se trataba sólo del ser el claro favorito ante un equipo al que le saca 25 puntos en la Liga y es el decimoquinto en la clasificación. La presión tenía que ver con la trascendencia del partido, con el hecho de que cada jugada, cada acierto o error, tenía un peso extraordinario, una significación brutal, una repercusión histórica. Cada gol, en fin, podía ser el gol de Endika tras un centro con la derecha de Argote. Y con eso está dicho todo. Es muy difícil llevar encima esa carga sentimental y luego jugar al fútbol con naturalidad. Pues bien, los rojiblancos, de cuya endeblez en las grandes citas se ha escrito tanto, fueron capaces de manejar esa trascendencia en el momento en que ésta era directamente más brutal: ni más ni menos que la tanda de penaltis, a la que parecieron llegar en peores condiciones anímicas que un Mallorca que deseaba de corazón ese desenlace.
La final fue lo que suelen ser tantas finales: un largo estallido de emoción e incertidumbre. Comenzó con un error del Mallorca que propició una cabalgada de Nico Williams que disparó fuera. Sólo habían transcurrido 27 segundos y pareció un buen presagio. Sin embargo, no fue así. Aunque el Athletic tuvo la iniciativa durante el primer cuarto de hora, el equipo del 'Vasco' Aguirre no perdía la compostura. Recitaba su guion intentando que sucedieran pocas cosas en el campo. Greyf se daba su tiempo para sacar de portería, Samu Costa se aplicaba con tesón a parar el juego y los demás se dedicaban a mantener el orden, tapar las bandas con argamasa y enviar balones largos a Larin y Muriqi. En principio, no eran argumentos suficientes, pero el Athletic tampoco daba para mucho con su juego ofensivo, casi volcado en la banda izquierda de Nico Williams.
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Javier Ortiz de Lazcano
Javier Ortiz de Lazcano
En el minuto 18, una pérdida tonta del extremo rojiblanco propició un remate de Muriqi que Agirrezabala despejó a córner con una cierta flojera. Se sabía del peligro del Mallorca a balón parado y los pupilos de Valverde debieron interiorizar tanto esa circunstancia que se pusieron nerviosos. De este modo, tras un córner mal defendido, permitiendo hasta tres remates del rival dentro del área, Dani Rodríguez marcó el 0-1. Fue un golpe duro. Y es que todo el mundo en La Cartuja tenía interiorizada la importancia de adelantarse en la final.
El Athletic tardó un poco en rehacerse, pero lo hizo. A falta de fluidez por dentro, con Prados oscurecido, el recurso era buscar a Nico Williams, que estaba muy enchufado a la corriente. Lo que se espera de una estrella en las grandes citas. En el minuto, le anularon un gol por fuera de juego y en el 44, en una jugada similar, remató fuera con la izquierda con todo a su favor. Le faltaba suerte al equipo de Valverde, pero al menos se fue al descanso sintiendo un cierto viento favorable, como si hubiera encontrado el camino por el que podía transitar. Es lo que hizo en la reanudación, que comenzó con un susto de muerte en una llegada solo de Larín que no acertó a superar a Agirrezabala. A partir de ahí, el Athletic se desató y logró el empate tras una buena combinación entre Nico y Sancet, que definió de maravilla.
Al empate siguieron doce minutos de zafarrancho rojiblanco, con el pequeño de los Williams sembrando el pánico en el área rival. Su jugadón por la banda en el minuto 60 mereció acabar en gol y hacer historia. El Mallorca había desaparecido y estuvo muy cerca de encajar el segundo. No acertó el Athletic, sin embargo, en sus llegadas, y el Vasco Aguirre reforzó de inmediato su entramado quitando a Larín y Darder y sacando a Morlanes y Sánchez. Y lo cierto es que consiguió apagar el incendio.
Hasta el punto de que el partido acabó desaguando en la prórroga, un tiempo suplementario que comenzó con una apuesta fortísima de Valverde, que ya había sorprendido en el minuto 75 quitando a Galarreta y sacando a Unai Gómez. Esta vez quitó a tres piezas básicas de su ataque, Iñaki Williams, Guruzeta y Sancet y sacó en su lugar a Berenguer y a dos veteranos ilustres que han tenido una aportación anecdótica esta temporada: Muniain y Raúl García. El caso es que el Athletic iba a jugar la media hora de la prórroga sin su centro del campo habitual y sólo con Nico de todo su frente de ataque titular. Esos veteranos, sin embargo, tuvieron un papel clave en la tanda de penaltis, a la que se llegó tras una prórroga en la que el Athletic llevó el peso, pero hubo una ocasión para cada equipo, una de Nico y otra de Muriqi que salvó Agirrezabala. Lanzaron y marcaron los dos primeros, frente a su propio público, y mostraron el camino a una victoria histórica.
Volvamos al inicio de esta crónica. Eran las 00.47 horas del 7 de abril cuando Berenguer marcó el penalti definitivo, el cuarto de una tanda perfecta. El Athletic acababa de proclamarse campeón de Copa cuarenta años después y Muniain levantó el trofeo para delirio de los miles y miles de hinchas rojiblancos que le observaban. Dani vio cumplido su deseo de no ser el último capitán en levantarla. Se había consumado un éxito que se llevaba insinuando toda la temporada, como si estuviera escrito en los astros y nada pudiera evitar el paso del cometa. En medio de esa felicidad oceánica fue inevitable pensar que se estaba inaugurando un tiempo nuevo en este club, un cambio de ciclo histórico, y que, conquistada la Copa número 25, las siguientes no tardarán tanto en llegar. Al fin y al cabo, esa es la mentalidad de los equipos campeones.
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