Algunas consideraciones
España deja claro ante Suiza que necesita a Busquets y un mayor impacto de sus delanteros
Jon Agiriano
Lunes, 4 de junio 2018, 00:56
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Jon Agiriano
Lunes, 4 de junio 2018, 00:56
No es fácil valorar el significado que pueden tener este tipo de amistosos que se disputan con la tarjeta de embarque para el Mundial en el bolsillo. De haber estado ayer en el campo Sergio Ramos, Isco y Busquets podríamos haber ... especulado con que Lopetegui mostraba las cartas de su once inicial para el debut ante Portugal, pero la ausencia de estos tres indiscutibles nos empujó a poner el foco en otras cuestiones de menor entidad o tan conocidas que no era necesario ni testarlas de nuevo. Que conste que esto no significa que el partido fuese inútil. No. Casi nunca lo son. La RFEF, además, había tenido una buena idea eligiendo a Suiza como rival antes de viajar a Rusia. Y es que, tras lo sucedido en Sudáfrica, esta selección tiene una particularidad para España. Hay que rehuirla como sea en la competición oficial -aquel susto en Durban todavía dura a algunos pesos pesados de la selección-, pero como 'sparring' es perfecta para que La Roja vuelva a hacerse una idea aproximada de lo que puede esperarle ante las selecciones inferiores a ella. Por ejemplo, el tropiezo de un empate inesperado e injusto, producto de un error de bulto de David de Gea. No fue el Apocalipsis de Karius, faltaría más, pero llenó de muecas de extrañeza las gradas del estadio de La Cerámica.
El partido obligó a hacer varias consideraciones pensando en el porvenir inmediato. La primera es que no estaría de más empezar a encender velas o hacer pequeñas rogativas para que Busquets esté en perfecto estado de revista de cara al partido ante Portugal. El catalán es la clave de bóveda de este equipo y la opción de Thiago en su lugar presenta demasiados interrogantes. Puede servir ante enemigos de menor cilindrada como Suiza -pongamos también Irán y Marruecos por citar a dos rivales de la fase de grupos-, pero no ante los grandes. El trabajo defensivo del medio centro del Barça, su inteligencia posicional, el peso indiscutible de su figura son imprescindibles en los grandes pulsos. Thiago, en fin, es un lujo que uno sólo puede permitirse muy de vez en cuando. Jugando de estricto mediocentro defensivo, se entiende.
Otra consideración obligada tiene que ver con las dudas que continúa despertando Diego Costa. No se trata de discutir la calidad del hispano-brasileño, sino de cómo mezcla en una selección que, con las variantes, novedades e inflexiones que se quieran, continúa siendo en esencia un equipo de peloteros -Iniesta y Silva marcaron el paso durante una hora- cuyo ideal del gol sería servirlo en un plato cubierto y descubrirlo en la mesa, bien caliente, delante del comensal. Y Costa necesita la carne cruda de los balones a los espacios y los centros al área. Ayer dio una buena asistencia de cabeza a Silva y se fajó con ganas, pero nunca dejó de parecer un sujeto un poco extraño, un esforzado voluntario que por mucho que peleaba no se dejaba oír porque emitía en otra frecuencia. Ya sucedió en Brasil y bien que se notó. Habrá que ver lo que sucede en Rusia con Costa, Aspas y Rodrigo. De lo que no hay duda es de que, por mucho talento que tenga en el centro del campo, si España quiere hacer algo grande va a necesitar un delantero que represente lo que Villa representó en Sudáfrica.
La baja de Carvajal al menos para el primer partido ya puede darse por cubierta. Odriozola aprovechó la oportunidad. Estuvo incisivo como siempre y marcó un gol de volea de mucho mérito. Lo celebró con la contención propia de un chaval del Antiguo que parece recién salido de un caseta de baños de Ondarreta en los años veinte. Fue una de las mejores noticias -o confirmaciones, más bien- de una España que lo intentó hasta el final para lograr una victoria que, sin hacer ningún alarde, mereció con claridad. Se desperdiciaron varias ocasiones -Nacho tuvo dos en el último momento- y Suiza se fue encantada con el empate afortunado. Toda una sorpresa. Por suerte, era un amistoso.
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