El 1 de mayo de 2005 Leo Messi marcó su primer gol con la camiseta del Barcelona. El jugador más joven que marcaba en Liga con la zamarra blaugrana. 17 años, 10 meses y 5 días. Después le superaría Bojan, pero el rosarino ya ... había abierto su particular caja de Pandora. A su manera. Llevaba sólo cuatro minutos en el campo cuando conectó con Ronaldinho y perforó con una vaselina la portería del Albacete (2-0). Recogió el testigo de un genio para dejar pequeños todos los adjetivos y elevarse a la categoría de icono. Insaciable devorador de hazañas. Coleccionista de récords.
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Quince años después, en un proceso que le llevó de hábil regateador a mágico futbolista total, deja el Camp Nou -parece difícil que su decisión vaya a revertir- como el máximo goleador histórico de Primera División (444), por delante de Cristiano Ronaldo (311), y jugador con más tantos en un solo campeonato, 50 en el curso 2011-12. Messi empezó en la banda, pero quería marcar más goles, como hacía en juveniles, y desde allí se fue perfeccionando a sí mismo. Primero optimizó su particular tiro suave pegado al palo, llegando al área desde el exterior. Marca de la casa. Después se convertiría en el 'falso nueve' ideal soñado por Pep Guardiola.
Líder en trofeos 'Pichichi' (7), en 'hat-tricks' (36) y dobletes (124), en jornadas consecutivas marcando (21), en partidos ganados (361)... La rutina de lo imposible. «Una brutalidad», como dijo el técnico de Santpedor en sus tiempos de entrenador culé. El único futbolista con seis Balones de Oro (2009, 2010, 2011, 2012, 2015 y 2019) y seis Botas de Oro (2010, 2012, 2013, 2017, 2018 y 2019). Números únicos. De otra galaxia.
Marcas singulares que dan forma a un palmarés colectivo de época. 34 títulos con el Barcelona: 24 nacionales (10 Ligas, 6 Copas del Rey y 8 Supercopas) y 10 internacionales (4 Champions League, 3 Mundiales de Clubes y 3 Supercopas). Más dos menores con Argentina, un Mundial sub'20 y un oro olímpico, que no sacan su espina clavada con la albiceleste. Cifras que conducen a una utopía futbolística, la del jugador que pulverizó récords que parecían inalcanzables, que batió a las definiciones más inverosímiles y llevó a otra dimensión los galardones individuales.
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El crecimiento perfecto del niño que no crecía. Aquel que, tras quedarse encerrado en el cuarto de baño, rompió el cristal de la puerta para llevar al título a la 'Máquina 87', de los infantiles de Newell's, jugando únicamente la segunda mitad. El primero en la vitrina de sus sueños, que ya no visten de color blaugrana.
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