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Han transcurrido cien años desde que un grupo de vecinos de Uribarri y Matiko decidiera oficializar su pasión por el fútbol. Querían medirse en serio ... contra rivales del entorno. Formaron una agrupación deportiva y se inscribieron en la Federación Vizcaína. ¿Con qué nombre bautizaban a su proyecto? Se reunieron en una de las cuadras del antiguo matadero del Tívoli y aprobaron denominar a su equipo Club Moraza Sport, el nombre de la plaza donde chavales y jóvenes disputaban sus partidillos en los años 20 del pasado siglo.
Escribe Eduardo Díaz, aficionado e historiador del Moraza, que la primera sede social se instaló en una «taberna situada en la antigua tejera de Matiko, famosa por sus 'casuelitas' y guisos'». Tanta ilusión por el nuevo club llevó a confeccionar una bandera que se sufragó por suscripción popular. Se adoptaron los colores de la selección de Uruguay (azul y blanco) para la enseña del equipo bilbaíno. Pero la relación con el fútbol charrúa fue más allá al aprovechar una oportunidad comercial. El primer equipaje oficial del Moraza fue adquirido en la tienda de deportes Guisasola Sport. Ese uniforme, «de color azul con puños y cuello blancos, estaba destinado a la selección de Uruguay, campeona olímpica en los Juegos de París (1924), que estuvo de paso por nuestra villa y dejó encargado dicho equipaje, que finalmente no acabaron de recoger», explica Díaz. En aquella época presidía la entidad Ignacio Miñón, apodado 'Chapardín' y barbero de Matiko.
Por problemas económicos, el Club Moraza Sport se disolvió en 1928, pero se refundó en 1944 con el nombre de Sociedad Deportiva Moraza. Desde entonces, ha sido uno de los equipos carismáticos del fútbol vizcaíno de bronce. Ha ascendido varias veces de Segunda a Primera Regional, subió también a Preferente y División de Honor, y en la temporada 2006-07 llegó a promocionar a Tercera División. El actual presidente del club, Iñaki Santiago, remarca que «nunca hemos estado en categoría nacional, pero hay que tener en cuenta que hace dácadas sólo había dos divisiones regionales, no como ahora, que hay varios escalones más. Tiene su mérito». Otro de los hitos de los bilbaínos fue la consecución del Campeonato de Aficionados de Bizkaia en 1983.
Aquel equipo de la plaza del matadero ha ido creciendo hasta aglutinar en la actualidad a 350 jugadores y técnicos distribuidos desde la edad prebenjamín hasta los conjuntos federados, el mayor en Primera Regional. También cuenta con una escuela con 95 niños de 6 y 7 años. Las actividades se financian con las aportaciones de 350 socios y las ayudas de numerosos negocios, sobre todo de bares y talleres. «Se hacen pelotillas y sacamos lotería de Navidad yReyes, que casi todo el mundo compra. El Moraza representa a estos barrios de Bilbao. Verás fotos, banderas y escudos del club en muchos bares y tiendas», apunta Santiago.
La orografía de la zona de influencia del club (Uribarri, Matiko, Castaños), sobre una inclinada ladera, obligó desde el principio a que el equipo jugara lejos de su sede. «Cuentan que los jugadores iban corriendo al lado de la ría hasta el campo de Etxezuri (Ribera de Deusto)», indica el presidente. Ya desde el curso 1944-45 el Moraza disputa sus partidos como local en Artxanda. Esta circunstancia ha unido a aficionados y futbolistas con el funicular, el principal medio para trasladarse al campo y que ahora está cerrado por reparación. «Algún jugador ya ha llegado tarde al campo porque no ha podido cogerlo por las colas que forman turistas y gente que quiere subir a Artxanda».
Celebración de los cien años
Este siglo de vida se va a conmemorar en los próximos meses con un programa de actos. Se han organizado torneos en varias categorías, la presentación de un libro del centenario, una conferencia del montañero Alex Txikon (3 de abril), exhibición de saltos de altura, charlas y un partido entre veteranos del Moraza y el Athletic en Artxanda (15 de junio). El aniversario se visualizará con exposiciones de imágenes del club en las estaciones del metro de San Nicolás, de Euskotren en Matiko y del funicular.
Todo es poco para recordar con orgullo a una agrupación de vecinos que hace un siglo crearon 'su' equipo, tan modesto que el club organizó las fiestas de Uribarri en 1944 y con los ingresos de la publicidad de los programas compró las botas a los jugadores, «a 65 pesetas el par, una auténtica ganga».
Pese a su humildad, muy pocos clubes pueden presumir que en su equipo militó un pichichi de Primera División. Carlos Ruiz vistió la camiseta delMoraza (azul y, durante algunos años, blanca con una uve azul) en el curso 1967-68, antes de convertirse con el Athletic en el máximo goleador de la élite en 1975. Un aliciente más para el orgullo de un equipo muy enganchado a sus raíces desde que surgió de la iniciativa popular.
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