Caparrós gana otra batalla
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Año y medio después de anunciar que padece «leucemia crónica», de la que se encuentra perfectamente, el extécnico del Athletic acaba de ascender a Armenia a la categoría B de la Liga de las NacionesNada más acabar el partido contra Macedonia del Norte, Joaquín Caparrós pedía a gritos que pusieran el himno nacional de Armenia. El país vive un momento complicado, inmerso hasta hace nada en un conflicto armado con Azerbaiyán en la región del Alto Karabaj, y el ... fútbol acababa de darle una pequeña alegría. De la mano del exentrenador del Athletic, un apasionado de los banquillos a sus 65 años, la selección caucásica consiguió ascender a la categoría B de la Liga de las Naciones después de ganar por la mínima (1-0) a Macedonia del Norte. Lo hizo en Nicosia, la capital de Chipre, porque la UEFA obligó a deslocalizar el encuentro por las consecuencias de la guerra. Allí, en el exilio, el hombre que había desvelado en abril de 2019 que padecía «leucemia crónica» ganaba otra batalla. Y no dejaba de pedir que se pusiera el himno de Armenia. Cuando habla la sangre bastan pocas palabras.
Caparrós dejó la comodidad de los despachos del Sevilla y aceptó en marzo hacerse cargo de Armenia, en plena eclosión de la pandemia. No sabía nada del país y tampoco conocía demasiado a sus internacionales, pero decidió hacer las maletas y volar a Ereván. El hombre que llevó al Athletic a su primera final de Copa tras más de dos décadas de espera tiene pasión por los banquillos. «Son mi vida», dijo a EL CORREO el mismo día que asumió el cargo. «Hay que mantener el cerebro activo. Alargas la vida cuando tu mente está ocupada. Esto es un reto», explicó su decisión de dejar el equipo de su vida y comprometerse con un proyecto desconocido. «Aquí está Ginés Melendéz, amigo mío y director deportivo de la Federación. Me propuso venir y aquí estoy», explicaba por aquel entonces Caparrós. Está acompañado por su inseparable Luciano Martín 'Luci', con quien también pasó cuatro temporadas en Bilbao. Tras solo unos meses de trabajo, el utrerano cumplió con el objetivo marcado y metió a Armenia en el grupo B de la Liga de las Naciones.
En marzo, Caparrós trazó su hoja de ruta en este periódico: «Quiero ayudar a la selección a mejorar en la Liga de las Naciones». Se puso manos a la obra y firmó un balance de tres victorias, dos empates y una sola derrota. Cayó en la primera jornada precisamente ante Macedonia del Norte, clasificada recientemente para la Eurocopa, combinado al que ha tumbado este miércoles con un gol de Hambardzumyan. Suficiente para atar la victoria y el ascenso. Pero la gesta es aún mayor si se tiene en cuenta que lo hizo con apenas 13 jugadores. Un brote de coronavirus con 12 positivos en el seno de la selección le dejó bajo mínimos, pero incluso así los armenios obraron el milagro. La felicidad fue absoluta y el pequeño país caucásico se llevó una alegría en medio de tanta tristeza y muerte. También el técnico utrerano, quien año y medio después de hablar de su enfermedad ganaba otra batalla.
«Sabéis que me hierve la sangre roja, pero la blanca se ha picado y me ha querido equilibrar. Tengo una leucemia crónica que no me impide ejercer mi profesión. Estoy haciendo mi vida normal», confesó en abril de 2019. «No tengo ningún tipo de tratamiento y quiero disfrutar de la oportunidad que me está dando el Sevilla de volver a entrenar a mi equipo. No voy a volver a hablar del tema y quiero que todo el mundo se quede tranquilo», dijo cuando su club le reclamó para sustituir al cesado Pablo Machín. Lo hizo y acabó metiendo a los andaluces en Europa. Luego le confiaron la dirección de fútbol del conjunto hispalense, pero a él le tiran los banquillos. «Son mi vida». Por eso los disfruta, por eso está en Armenia. «El himno, pídelo, que lo pongan», insistía. Nunca olvidará Nicosia.
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