Nuevo episodio de violencia en el fútbol alavés. En el Lakua-Indautxu de Liga Vasca Juvenil que se disputó el sábado en el campo de Sansomendi. «Una batalla campal», según describe el acta arbitral, que entre jugadores y asistentes al partido sitúa a un ... centenar de personas en este lamentable capítulo que requirió la presencia de hasta seis patrullas de la Ertzaintza y dos de la Policía Local. Aunque la versión de los dos clubes difiere del relato arbitral en algunos puntos.
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Fuentes internas de ambos cuerpos de seguridad confirman que el grupo de alborotadores estaba formado por «personas ajenas al partido» -alguna de ellas podría ser menor de edad- y trabajan en la búsqueda de cinco o seis jóvenes relacionados con este altercado. Estos chicos huyeron del escenario en el momento en el que las dotaciones policiales se presentaron en Sansomendi. No hay detenidos ni identificados, pero sí la firme sospecha de que esta camarilla andaría detrás de algunos otros altercados de menor entidad en campos de fútbol alaveses, como por ejemplo en Ariznabarra.
Según la redacción del acta, los hechos se desencadenaron nada más terminar el choque, con el inicio de una tangana entre jugadores que «empiezan a empujarse y encararse». El principio de un enfrentamiento que escaló de violencia «escasos segundos después», cuando un grupo de espectadores -cinco, según el documento arbitral- saltó al terreno de juego para, al parecer, encararse con el portero visitante, al que agredieron con «un puñetazo en el ojo». La chispa que desencadenó la posterior pelea tumultuaria, que el árbitro cifra en unos cincuenta aficionados de cada equipo que invadieron el campo.
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Ander Carazo
Ahí es donde discrepan los relatos de los clubes, que «condenan rotundamente» los incidentes. Los dos coinciden en que los primeros invasores de campo, los que desencadenaron los incidentes, fueron un grupo de chavales jóvenes «ajenos a ambos equipos» que, cubiertos con capuchas, «accedieron al terreno de juego con el único fin de producir una pelea». A partir de ahí, según ambas entidades deportivas, la mayor parte de los implicados posteriores se dedicó principalmente a separar jugadores y tratar de apaciguar unos ánimos muy caldeados.
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«No fueron cien personas, fueron muchísimas menos y disponemos de las imágenes de todo el partido, que ponemos a disposición de la Policía», explica el presidente del Lakua, Ali Fekkak. «Estamos en un campo municipal que se considera parque público, no podemos identificar a nadie, puede entrar cualquier persona y era un grupo de cinco o diez chavales jóvenes encapuchados que en un momento dado saltaron al campo», precisa el directivo.
El Indautxu, cuya expedición social estaba formada por una docena de padres de jugadores, niega que la trifulca fuera entre jugadores y seguidores. «Las personas que saltaron al campo fueron en su mayoría para calmar los ánimos y en nuestro caso familiares del portero para asistirle», detalla el presidente del club vizcaíno, José Hernández.
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Al parecer, el grupo de agresores ya había amenazado con saltar al campo al final del encuentro durante el transcurso del duelo, por lo que los jugadores vizcaínos salieron corriendo hacia el córner cuando el árbitro pitó el final, pero el guardameta, que se encontraba en solitario en la parte contraria de sus compañeros, no pudo evitar que le rodearan y «le propinaron varios puñetazos, uno de ellos en el ojo», que obligaron a trasladarle al hospital.
El partido sí había transcurrido en un contexto de alta tensión que no se rebajó hasta que las dotaciones policiales llegaron al campo. El del final, de hecho, no fue el único altercado. Según informa el árbitro, durante todo el duelo «la actitud del público de ambos equipos fue mala» y, en especial, «la de los aficionados que reconozco como los del Indautxu por sus cánticos y protestas». Así, en el minuto 94, el colegiado pidió la expulsión de un espectador -al que identifica como padre de un jugador del cuadro vizcaíno- por «gritarme, insultarme y amenazarme gravemente». Con la ayuda del delegado, esa persona fue expulsada del recinto.
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Aunque por categoría el partido se disputaba bajo el manto de la Federación Vasca, la Alavesa también salió al paso de estos graves incidentes después de reunirse y hablar con las partes implicadas y recabar información al respecto. El ente deportivo que preside Kepa Arrieta «condena firmemente los actos violentos que se produjeron y se ha puesto a disposición de las autoridades competentes y entidades deportivas para seguir trabajando en aras de erradicar este tipo de comportamientos, en la línea que esta Federación viene desarrollando».
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