Se ha puesto tan de moda que cada fecha del calendario sea el día internacional de algo que yo creo que van a tener que establecerse turnos rotatorios. Y me explico. Una cosa son las grandes causas que, indiscutiblemente, merecen ser recordadas en un día ... señalado del año. Ejemplos: el día mundial contra el cáncer (4 de febrero), el de la mujer (8 de marzo), el de la infancia (20 de noviembre), el de la naturaleza (3 de marzo), el del libro (23 de abril), o el del Arte, que por cierto fue ayer y me temo que no pudo celebrarse en las debidas condiciones.
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Estos días merecen toda la protección. Nadie lo duda. Yo me refiero a los que son una completa excentricidad o, en el mejor de los casos, una gansada. Al día mundial de responder a las preguntas a tu gato (22 de enero), al del hombre del tiempo (5 de febrero), al de saltar charcos (9 de septiembre) o al de brindar por la soledad (11 de julio). Sinceramente, no creo que puedan disfrutar de una plaza fija, por decirlo de alguna manera, sin menoscabo de los derechos de otros colectivos potencialmente solicitantes. Acabo de asomarme al mirador y ya propongo el día internacional de los repartidores a domicilio en bicicleta.
Con lo del día internacional del portero, que se celebró el martes, tengo mis dudas. Me parece muy bien que se recuerde al infortunado Miguel Calero, el cóndor de los Andes, aquel legendario portero colombiano que con su talento y heterodoxia le hizo fallar tres penaltis seguidos a Martín Palermo. Entre otros grandes logros, goles incluidos. Pero me temo que tienen el mismo derecho a tener su día mundial los laterales derechos e izquierdos, los volantes, los killers del área o los extremos de cada banda. Y qué decir del futbolista polivalente. Y si este derecho se extiende al restos de los deportes, imaginémonos el nivel de saturación.
Dicho esto, creo que es obligado exigir que la celebración tenga la debida entidad y no provoque desencuentros ni mucho menos discusiones acaloradas. Es lo que ha ocurrido en España con el día del portero a raíz de una de esas iniciativas que son como las armas de fuego: la cargó el diablo. La LFP, a través del hashtag 'LaLigaHistory' animó a los usuarios de Twitter a elegir a los veinte mejores guardametas que ha habido en la Liga española. Con decir que Abbondanzieri ha quedado segundo por detrás de Ter Stegen está dicho de todo. Y que conste que no cuestiono la calidad de 'El Pato'.
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La clasificación es una broma de chavales que, si destaca por algo, es por su inocente adanismo. El portero más veterano que aparece es Zubizarreta y no están ni Zamora, ni Iribar, ni Arconada, los tres más grandes. También está llena de paradojas que mueven a la risa, como que Iraizoz ocupe el sexto lugar histórico, por delante de Casillas. O que Kameni sea el cuarto, cinco puestos por delante de Oblak. Lo curioso, pese a todo, no son esos dislates producto del forofismo o de la ignorancia, laguna que algunos bien podrían llenar en estos días de confinamiento. Lo curioso es que tanta gente se haya tomado tan a pecho la lista y se haya producido semejante batalla en las redes sociales.
Qué quieren que les diga. Yo estas cosas, estas iniciativas infantiles, las veo con la indiferencia lógica y el distanciamiento aristocrático de un veterano cronista en pijama. Mi actividad en las redes, por otro lado, es la misma que tengo en el lado oscuro de la luna. ¡Pero quién es el tonto que no pone al Chopo el primero!
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