
El día que el Arenas nunca olvidará
18 de mayo de 1919 ·
El club de Getxo concluye después de un año de recuerdos la celebración de su histórico título de CopaSecciones
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18 de mayo de 1919 ·
El club de Getxo concluye después de un año de recuerdos la celebración de su histórico título de CopaEn la centenaria historia del Arenas de Getxo hay un día que sobresale por encima de todos, una fecha única en la que se forjó ... para siempre el orgullo de este club que estuvo entre los más grandes de España. Es el 18 de mayo de 1919. Aquel día, en el estadio del Racing de Madrid, ante 8.000 espectadores entusiastas, el Arenas ganó la Copa tras vencer al Barcelona por 5-2. Fue una conquista extraordinaria que otorgó para siempre a los areneros una impronta especial, esa especie de título de nobleza que tienen los campeones históricos.
El club getxotarra celebró el año pasado el centenario de aquella gesta y disfrutó de un bonito detalle por parte de la Federación Española. Y es que el trofeo conquistado con tanto mérito desapareció en 1937, en plena Guerra Civil, durante un incendio en la sede social del club. Años después, apareció una supuesta réplica en alpaca, pero bastó con cotejarla con las copas de esa misma época que el Real Unión tenía en sus vitrinas para constatar que el modelo elegido para la copia no correspondía al original. Luis Rubiales se encargó de completar una especie de reparación histórica entregando una copia auténtica.
Fue la guinda de unas celebraciones que se han prolongado durante todo un año. En realidad, hasta ayer a mediodía, cuando a través de su página web, el club que preside Franqui Egusquiaguirre emitió el documental 'El corazón sensible del fútbol', basado en un libro todavía inédito: 'El Arenas y Las Arenas, dos historias paralelas', de Javier Maura, cuya publicación se interrumpió por la alarma sanitaria.
El vídeo, que bien podría haberse titulado 'Aúpa histórico', el grito de guerra que más enorgullece a los hinchas areneros, contiene testimonios de dirigentes del club, de la alcaldesa de Getxo, del socio número uno, del capitán del equipo... Todos hablan con pasión y orgullo de un sentimiento de adhesión que comenzó a principios del siglo XX, cuando Las Arenas, como se explica en el documental, era un pueblito «de poco más de dos mil habitantes, sin plaza de mercado, sin parroquia, sin escuela infantil y sin cuarto de socorro».
Uno de los documentos más valiosos del vídeo es el testimonio de José María Jauregui, uno de los héroes de aquella final que, en el campo, tuvo a dos figuras destacadas. Por un lado, José María Peña, que según el cronista Irastorza, de 'El Pueblo Vasco', aportó al equipo «la cohesión» necesaria. El otro, Félix Sesumaga, toda una leyenda del deporte vasco. Autor de tres goles, el delantero de Lamiako dio aquel día un recital de sus inmensas facultades. El periodista del ABC al que le tocó cubrir la final describió así el 1-0. «Una arrancada dan los areneros y Sesumaga, a todo tren, lanza el chut más bonito que se ha visto hace tiempo y que vale a su equipo el primer tanto. Una ovación estruendosa premia tan colosal jugada».
Aquel 18 de mayo de 1919, el Arenas demostró un carácter indomable. El Barcelona acabó empatando antes del descanso y en la segunda parte se adelantó en el marcador. Los catalanes, que ya sumaban tres títulos de Copa, eran los grandes favoritos y ese gol de ventaja se antojó a muchos una losa insuperable. Según se cuenta en 'El corazón sensible del fútbol', el cronista de 'Euskadi' ya se había resignado a la derrota tras el 2-1 cuando llegó la resurrección. «Al meter este gol se considera inminente el triunfo del Barcelona por creer que el Arenas ha perdido todo su dominio, pero los jugadores vizcaínos se entusiasman y, sin importarles la ventaja de sus contrarios, inician una lucha tremenda con formidables cargas», relata.
Estas acometidas dieron como resultado no sólo el gol del empate, obra también Sesumaga, sino una explosión colectiva de adrenalina y optimismo que permitió a los areneros pulverizar al Barça en la prórroga con tres goles más.
El partido terminó con una invasión de campo y los jugadores rojinegros paseados a hombros por los aficionados. Como las celebraciones se prolongaron durante dos días en Madrid, el equipo no regresó a Vizcaya hasta el miércoles. Entró en autobús por Achuri, al igual que solía hacerlo el Athletic. Los periódicos animaron a los ciudadanos bilbaínos a que salieran a la calle a aplaudir al Arenas, un gran equipo al que su éxito le dio la gloria pero, indirectamente, también le condenó. El profesionalismo se iba abriendo paso en el fútbol español. Sesumaga fichó al de unas semanas por el Barcelona, con el que ganaría la Copa, como lo hizo también con el Athletic. Falleció de tuberculosis a los 27 años. Pagaza, internacional en Amberes al igual que Sesumaga y Vallana, se fue al Racing. Peña aguantó unos años pero acabó recalando en el Real Madrid. Sólo Vallana se quedó en el club hasta su retirada en 1929.
El Arenas llegaría a tiempo de formar parte de los clubes fundadores de la Liga, en la que jugó un papel esencial su vicepresidente José Mari Acha, pero el profesionalismo acabaría triunfando y a los románticos les tocó vivir otra historia.
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