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AMADOR GÓMEZ
Martes, 2 de enero 2018, 01:00
«La mujer siempre ha dado pasos importantes. Es la sociedad la que tiene que reconocerlos», proclamaba recientemente la campeona olímpica Maialen Chourraut, tras serle concedida, junto a Lydia Valentín, la máxima distinción de los Premios Nacionales del Deporte de 2016 en categoría femenina. ... El caso es que tras su reivindicación en los Juegos de Río (nueve medallas de las mujeres frente a ocho de los hombres), durante 2017, el año post-olímpico, las féminas han dado otro golpe de autoridad. Así ha quedado reflejado no sólo en el inédito título mundial de la halterófila berciana, sino también en el único que le faltaba a Mireia Belmonte, en el primer Wimbledon y el número uno de Garbiñe Muguruza, y en la corona europea de la selección de baloncesto. Éste ha sido también el año de la despedida de la mejor atleta española de la historia: Ruth Beitia.
El último sueño de la eterna Ruth Beitia era ganar el título del mundo al aire libre, pero la saltadora cántabra de 38 años no llegó a Londres en buenas condiciones físicas. Tras adjudicarse en marzo la plata en el Europeo de Belgrado en pista cubierta (1,94 metros) y pasar «cuatro meses horrorosos» por culpa de las lesiones, acabó en agosto duodécima y última de la final en el Mundial de la capital inglesa (1,92). La primera atleta española campeona olímpica -oro en los Juegos de Río, con un salto de 1,97- anunció su adiós el 18 de octubre, con 15 medallas internacionales y la aureola de leyenda.
También aspiraba Carolina Marín a ganar el Mundial en agosto, por tercera vez consecutiva, pero cayó en Glasgow. La onubense perdió en cuartos de final ante la japonesa Nozomi Okuhara, que a la postre se llevaría el título. Antes, en abril, sí había conseguido la campeona olímpica convertirse en tricampeona de Europa. En noviembre, tras ceder el título del mundo, se tuvo que retirar del Abierto de Hong Kong por fuertes dolores en la cadera y tampoco pudo acudir a mediados de diciembre a las Superseries de Dubái.
En el último campeonato antes del Mundial de 2018, que se celebrará precisamente en España, la selección de Lucas Mondelo (cinco medallas en cinco grandes competiciones) volvió a conquistar el Europeo cuatro años después. La subcampeona olímpica, con la mejor generación del baloncesto español, se confirmó como «un equipo con mayúsculas», como lo calificó la gran capitana, Laia Palau. España, que desde hace tres lustros sólo ha faltado al podio en el Eurobasket de 2011, arrolló en la República Checa a todas sus rivales, excepto a la anfitriona -su única derrota- y venció a Francia en la final.
A la espera aún de recibir el oro olímpico de Londres 2012 que le arrebataron las competidoras dopadas -todavía sin fecha-, aparte también de la plata de Pekín 2008 -se le entregará este mes-, Lydia Valentín cerró el círculo a principios de diciembre en Anaheim (California), donde la berciana se proclamó campeona del mundo y se encumbró con una histórica triple corona. A los 32 años se adjudicó el oro en el total olímpico (con 258 kilos), después de haberlo conseguido en arrancada (118) y en dos tiempos (140). Con nueve países sancionados, además del boicot de Corea del Norte, la nación más potente de la vigente campeona olímpica en su categoría, Lydia era la favorita y no falló. En abril también ganó su tercer europeo.
También logró Mireia Belmonte la triple corona en su prueba favorita, los 200 mariposa. Su obsesión desde el oro en los Juegos de Río era proclamarse campeona del mundo en piscina de 50 metros en Budapest. Era el último oro que le quedaba a la nadadora catalana, que se perdió el anterior Mundial de Kazán, en 2015, por una lesión en el hombro. También ganó la insaciable Mireia la plata en los 1.500 y los 400 estilos, en un campeonato en el que Ona Carbonell se llevó otras dos platas y la selección femenina de waterpolo también fue subcampeona.
Campeona de Wimbledon, el segundo 'Grand Slam' de su carrera tras el de Roland Garros del año anterior, Garbiñe Muguruza se convirtió en 2017 en la segunda española en alcanzar el número uno del mundo, 22 años después de que lo consiguiera Arantxa Sánchez Vicario. La hispano-venezolana estuvo sólo un mes en lo más alto del ránking mundial (entre el 11 de septiembre y el 8 de octubre), pero fue designada mejor tenista del año -junto a Nadal- por la federación internacional. En Wimbledon tan sólo cedió un set en todo el torneo y en la final superó a Venus Williams por 7-5 y 6-0, dos años después de la que perdió ante Serena sobre la hierba de Londres.
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