![Deportistas de ambos sexos lamentan el machismo: «Hay que cambiar la mentalidad»](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/09/04/deportistas.gif)
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La victoria de la selección en el Mundial de Fútbol habría supuesto, en cualquier caso, un importantísimo empujón para el deporte femenino. Las cosas pronto tomaron una senda inesperada, con la polémica acerca del beso machista del presidente de la Federación, pero de algún modo ... eso ha supuesto que los efectos del triunfo futbolístico alcancen estratos más profundos de la sociedad, con una repercusión que seguramente acabe siendo todavía más duradera: a la celebración del éxito deportivo se ha sumado el debate sobre unas estructuras viciadas de sexismo y, en definitiva, sobre una manera de ver las cosas que en muchos asuntos continúa anclada en el pasado. «Hemos visto lo peor del machismo estructural y lo mejor de la sororidad», ha resumido la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Yolanda Díaz, que incluso ha reclamado una investigación oficial sobre las diferencias retributivas entre los deportistas de ambos sexos.
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En estas páginas, hombres y mujeres que practican las mismas disciplinas se retratan juntos, de igual a igual, y reflexionan sobre la evolución del deporte femenino y los prejuicios que lo siguen lastrando.
Viven alejados de la luz y los taquígrafos de otras disciplinas deportivas que acaparan portadas día tras día. El patinaje de velocidad es otro de los deportes que se mete en el pelotón de la marginalidad de los minoritarios. Los éxitos del doble campeón del mundo Patxi Peula han dado algo más de visibilidad pero siempre de forma esporádica. Lo asumen y tal vez por ese motivo hacen fuerza para que los hombres y mujeres que lo practican no vivan una segunda discriminación por cuestión de género, pero existe. «En algunas competiciones todavía hay diferencias en los premios entre los chicos y las chicas. Ellos ganan el doble por vencer en la misma carrera. Hay maratones como el de Berlín donde, años atrás, existía esa desigualdad aunque a día de hoy se han igualado. En octubre correremos en Corea y allí todavía no se han equiparado», desvelan Patxi Peula y Aura Quintana, patinadores del equipo Desliza Vitoria-Gasteiz.
Aunque se van dando pasos, la exigencia para ellas sigue siendo diferente en determinados aspectos. «A nivel psicológico puede ser donde más se nos machaca. A un hombre no se le pide cierta talla o peso y para las mujeres en ese sentido todavía existe una gran exigencia. Creo que los entrenadores tienen un nivel de autoridad pero no pueden sobrepasar una línea que repercuta emocional y mentalmente en los deportistas», añade la patinadora de origen colombiano afincada desde hace años en España.
Ambos dirigen una escuela de patinaje de velocidad en la capital alavesa donde inculcan a niños y niñas valores fundamentados en la igualdad y el respeto. «Para nosotros es la base y el comienzo de todo. Desde la escuela y en edades tempranas les inculcamos que no haya discriminación por razones de edad, sexo, raza o físico. Nosotros lo llevamos muy bien y no hemos detectado casos de 'bullying' o burlas. Es lo primero que, como entrenadores y formadores, tenemos que reflejar y dejar claro», apuntan.
Patxi Peula. Bicampeón del mundo y siete títulos europeos. Tiene 35 años.
Aura Quintana. Aura Quintana. Es especialista en maratones. Tiene 28 años.
El 'caso Rubiales' ha traspasado fronteras y tampoco han sido ajenos a la repercusión mediática que acapara el foco de críticas y comentarios. «Han tapado un título mundial sobre varias conductas que no tienen ninguna justificación. Es una pena que en lugar de hablar del éxito de la selección femenina de fútbol se hable más de lo que ha hecho este señor. No ayuda nada al deporte y menos al femenino. La situación se ha ido de madre», opina el alavés.
Aura, además de deportista, es secretaria de las federaciones alavesa y vasca de patinaje. Sabe lo que significa ocupar un cargo de responsabilidad dentro de una entidad. «Esta persona (Luis Rubiales) tiene que ejercer su puesto de responsabilidad que consiste en velar por el buen hacer de una federación. No se pueden permitir este tipo de conductas. Son líneas que no se deben sobrepasar y no debemos normalizar, desde luego. No podemos permitir que estas cosas pasen», sentencia con rostro serio.
El deporte para personas con discapacidad vive su propia realidad. Ser discapacitado significa afrontar la vida en inferioridad de oportunidades, una lucha que sigue su curso con logros paulatinos. La inclusión es una realidad en las modalidades de equipo como el baloncesto en silla o el rugby, pero no todo fue tan sencillo. Lo sabe Iñaki Ibarreta, exjugador internacional y ahora entrenador, que vivió los años más complicados. «Cuando empecé había dos ligas, masculina y femenina, Ahora son mixtas. A las chicas se les apoyaba muchísimo menos que hoy. Sufrían más esa desigualdad. Incluso cuando competíamos en los Juegos Olímpicos, Europeos o Mundiales, los materiales de los chicos eran mejores que los de las chicas. No se daban las mismas condiciones», apunta el vitoriano, que disputó los Paralímpicos de Seúl'88 y Barcelona'92.
El presente en el club Zuzenak tiene nombre de mujer. Agurtzane Egiluz disputó los Juegos de Tokio'20 y es una de las fijas en el combinado español que viene de lograr el bronce en el campeonato de Europa. Avances, sí; igualdad, también, pero hay que leer la letra pequeña. «A nivel selección sí hemos notado diferencias. Este año, las chicas hemos disputado el Europeo y el Mundial, mientras que los chicos solo compitieron en el Europeo porque no lograron el pasaporte para la cita mundialista. Inexplicablemente, ellos han tenido más concentraciones e incluso un torneo preparatorio que nosotras, que afrontábamos dos competiciones muy importantes. No ha estado para nada equilibrado», apunta la alavesa.
El club Zuzenak fue pionero en aceptar a una mujer, Ana Agiriano, en los entrenamientos de un equipo masculino. Lo sabe Iñaki, su pareja. «Ella empezó a entrenar con nosotros y fue algo natural. Sé que en otros lugares hubo equipos que se negaron. Primero, entrenar y luego, cuando se lo permitieron, comenzó a competir. Siempre fue una más», reconoce.
Agurtzane Egiluz. Ha logrado dos bronces europeos. Tiene 25 años
Iñaki Ibarreta. Olímpico en Seúl y Barcelona. Tiene 57 años.
Egiluz se sincera. El aparente 'fair play' que se da en las canchas de baloncesto no es del todo real. «A mí rivales de otros equipos me han llegado a decir que me vaya a fregar a casa. Es muy desagradable escucharlo», explica ella con amargura.
Ambos hablan sin tapujos de la polémica del fútbol femenino. Curiosamente, ninguno de los dos, menciona por su nombre a Rubiales. «De lo que tendríamos que hablar es de que elllas son campeonas del mundo y de lo importante que es para el deporte, en general, y el femenino en particular, pero todo ha quedado ensombrecido por este señor que no tiene educación», apunta Egiluz. «Le ha podido la prepotencia y la falta de humildad. En una situación normal reconoces el error, pides perdón y pones el cargo a disposición de la asamblea. Quizás la dimensión del escándalo no habría sido tal. No le conocía mucho pero algo había leído de los dudosos negocios que tenía con Piqué», apunta con franqueza Ibarreta.
La propia Amaia Aldai se asombra de estar ahí, compitiendo en los frontones, porque hace muchísimo tiempo que dio por cerrada esa parte de su biografía. «Con ocho años me fui a vivir a Dima, donde había poco que hacer aparte de la pelota, así que me apunté y se me dio bien en benjamines. Pero siempre se escuchaban comentarios, sobre todo de los padres: que si ahí viene la cría, que si a esa seguro que le ganas... Para una niña de ocho años era duro. A esa edad tenía más fuerza física que ellos, pero psicológicamente era muy blanda y me acabé pasando al fútbol. Había otra cría, más mayor, que también aguantó un año y lo dejó por el fútbol», relata. Otra cosa es que en su nueva disciplina siguiese escuchando bobadas similares: «Siempre solían ser los padres. Si no se dice en su casa, a los chavales ni se les ocurre». Aquel paréntesis se cerró al cabo de once años y ahí la tenemos ahora, con 23 y reinando en el Cuatro y Medio de mano.
La historia de Amaia tiene un eco en la memoria de Aitor Elordi, el campeón del Manomanista, de 27 años. «Cuando yo era pequeño, también en Mallabia había una chica un año menor que andaba compitiendo con nosotros y llegó a infantil-cadete. La situación estaba mucho más verde que ahora y se vio obligada a dejarlo porque no tenía con quién competir. Comentarios raros no le hacíamos. Era otra más, tenía muchísimo nivel y nos ganaba muchos partidos. Ahora habría tenido su sitio en el deporte, y haber dado ese paso supone una buenísima noticia».
Amaia Aldai. La doble campeona del Cuatro y Medio femenino es natural de Dima y tiene 23 años.
Aitor Elordi. El delantero de Mallabia ha ganado el Manomanista y el Parejas a sus 27 años.
¿Qué falta en la pelota femenina, Amaia? «Muchas cosas. Para empezar, faltan chicas», plantea. «El público nos ha aceptado bastante bien. Podemos jugar en el Navarra Arena con 1.300 personas, pero, si es con precio de entrada, a lo mejor nos quedamos con los aitas y cuatro más. Muchas veces se compara la pelota masculina y la femenina, pero hay que aprender a disfrutar con las cualidades de cada uno. Yo nunca voy a tener la pegada de Zabaleta, pero también hago partidos bonitos. Y, a la vez que exigimos a la gente, tenemos que exigirnos a nosotras mismas, porque nos queda mucho que mejorar». Se interpone el obstáculo de siempre, esa inercia que bloquea los cambios: «Yo soy profesional de nombre, pero no de pasta. Los chicos se dedican a entrenar todos los días de la semana. Yo voy a la uni, entreno a niños y a veces llego sin fuerzas a mi propio entrenamiento».
«Todos tenemos sitio en el deporte. La pelota femenina ha evolucionado y seguirá haciéndolo», confía Aitor. Las niñas en el frontón ya no son aquella imagen chocante y solitaria de antaño. «El problema –apunta Amaia– es cuando llega la edad de oír comentarios por ser deportista y mujer. Nos hemos criado en una sociedad machista y existe un miedo social. Hay chicas que no lo dan todo en el gimnasio por miedo a sudar. A mí misma me costó decir que jugaba a pelota. Ya sabían que era futbolista, eso lo veía normalizado, pero la pelota la vinculaba a tópicos más masculinos».
Un signo inequívoco de la menor visibilidad del remo femenino es que hace siete años Leire de Diego ni siquiera lo conocía. «No sabía ni que existía. Yo hacía natación y coincidía con los hijos de mi actual entrenador, que me convenció de que probase... Me gustó la gente y me integré muy bien», relata la remera, de 19 años. En este tiempo, las traineras de mujeres han ido adquiriendo mayor presencia social. «Hace un año, en la Liga Euskotren había cuatro equipos de chicas por doce de chicos. Este año se ha conseguido que haya ya ocho. Las chicas, cuando llegaban a categorías superiores, tenían que irse a otros equipos porque no podían seguir», explica. En el remo, de hecho, el desesperante círculo vicioso que atenaza tradicionalmente el deporte femenino (menos público, menos visibilidad, menos inversión, menos sueldo) tiene un curioso reflejo en la mecánica de competición. Las mujeres reman distancias más cortas para no ocupar 'demasiado' tiempo en las retransmisiones televisivas. «Es por eso, pero se cree que es porque ellos están más capacitados. Y, como nuestra preparación es distinta, hasta nosotras mismas nos acabamos creyendo que no somos capaces, aunque en Galicia se rema la misma distancia y siguen todas vivas», ironiza Leire.
«Hay que cambiar la mentalidad de la gente», reclama enérgicamente la remera. «Que vean que es lo mismo», apoya su compañero Xabi Mielgo, de 24 años. Hace tres años, las remeras del Kaiku se incorporaron al pabellón principal, el que usaban los chicos. ¿Tuvo algo de shock aquella repentina convivencia entre sexos? «Al principio a lo mejor les costó asumir que ya no estaban solos aquí, pero habrá pocos equipos en los que chicos y chicas se lleven tan bien», se alegra Leire. «Sí que se hacía raro, porque había que compartir pabellón, traineras... Pero son amigas y tienen tanta vitalidad que es difícil no estar a gusto», confirma Xabi, que puntualiza que «en remo la profesionalidad es para tres, y en el caso de las chicas menos todavía». En la Escuela de Remo de Kaiku ha llegado a haber un 60% de alumnas y la junta directiva del club no escatima elogios hacia «la capacidad, el sacrificio y la implicación» de sus equipos femeninos: «Cuando acaban los entrenamientos hay que echarlas de aquí», comenta el presidente de la entidad.
Leire De Diego. Es canterana del equipo Kaiku, tiene 19 años y es campeona de la Liga ETE de remo.
Xabi Mielgo. Es canterano de Kaiku, tiene 24 años. Ha disputado 16 regatas de la Liga.
«Queda mucho camino por recorrer, y no solo económicamente. Este año estamos consiguiendo tantas cosas que se nos está viendo y escuchando más, pero muchos aficionados de toda la vida solo atienden a los chicos y solo preguntan por ellos, el remo femenino no les parece interesante. Eso da un poco de rabia. El otro día un señor nos dijo: 'Mal Kaiku, ¿no?', y era justo el día que nosotras habíamos ganado la Liga ETE. Ni se había enterado», relata Leire.
¿Cómo ha vivido ella la polémica del Mundial de Fútbol? «Como algo vergonzoso: ¡que sigan ocurriendo esas cosas y alguna gente las aplauda...! Pero de lo malo siempre puede acabar saliendo algo bueno».
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