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El 2 de mayo de 1935 la primera edición de la Vuelta a España madrugó en Santander para disputar su tercera etapa. De 199 kilómetros hasta Bilbao. La ronda española sólo tardó tres jornadas en pisar Euskadi. Los ciclistas partieron a las cinco de la ... mañana. Por Alisas, los Tornos, Laredo y Castro. Fermín Trueba casi se mató bajando la Sía. Mariano Cañardo sí llegó con opciones hasta el circuito final en Bilbao. Cuatro vueltas. Pero no contó bien y lanzó su sprint en la tercera. Pagó ese sobreesfuerzo. Y en el giro final le batió el belga Gustave Deloor, un ciclista a tiempo parcial que también se ganaba el pan con el contrabando.
La Vuelta, resucitada por El CORREO en 1955, convirtió las carreteras vascas en su gran escenario hasta que en 1978 varios incidentes de origen político alejaron la ronda de Euskadi. Ese largo paréntesis se cerró en 2011, cuando la carrera regresó con aquella inolvidable victoria de Igor Antón en la Gran Vía bilbaína ante un público masivo. Euskadi acogió a lo grande a la Vuelta, que sigue viniendo porque aquí tiene el éxito garantizado.
La edición que arrancará el viernes en Utrecht y disputará sus tres primeras etapas en Países Bajos, estará en Vitoria el 22 de agosto, jornada de descanso. El día 23, martes, la prueba saldrá de la capital alavesa y terminará en Laguardia tras ascender Opakua y el lado suave de Herrera. El miércoles (día 24), Irun dará el banderazo para dirigirse a Bilbao por el Balcón de Bizkaia y dos pasos por el Vivero. Y el jueves (día 25), la capital vizcaína se despedirá de la Vuelta al dar la salida de la sexta etapa, con final en Cantabria, en el Pico Jano. Gipuzkoa, Álava y Bizkaia estarán en el trazado. Será el ensayo para el desembarco en Euskadi del Tour de Francia 2023, que tendrá su Gran Salida en Bilbao.
Entre 1978 y 2011 sí hubo un paso de la Vuelta por Euskadi. Breve. Furtivo. Fue el 9 de septiembre de 2005. Ese día, sin previo aviso, la carrera se desvió y cruzó la localidad vizcaína de Lanestona. Apenas media docena de kilómetros vascos entre Burgos y Cantabria. El itinerario oficial no incluía ese tramo por Euskadi. Desde la meseta burgalesa, la carrera iba a bajar a Cantabria por el Portillo de la Sía. Pero, según la versión inicial, un camión de la carrera quedó cruzado en el largo y angosto descenso del puerto. Por eso, la organización decidió atajar por el alto de Los Tornos, que comienza en Burgos, que termina en Ramales (Cantabria) y que en su ecuador toca Lanestosa. El trazado se corrigió en plena carrera y la Vuelta regresó cinco minutos a Euskadi.
Esa explicación quedó luego archivada. Desde el principio, la organización tenía previsto descender por Los Tornos y atravesar Lanestosa. El Portillo de La Sía es un laberinto de curvas. Nunca estuvo en los planes de la carrera, que ocultó hasta el final el trazado real para evitar problemas. Así andaban aún las cosas. Las formaciones políticas del nacionalismo vasco no apoyaban el regreso a Euskadi de la Vuelta a España. De hecho, cuando el PP planteó (con una proposición no de ley) ese retorno en el Parlamento vasco fue rechazado con los votos del PNV, EA, el Partido Comunista de las Tierras Vascas y EB. «Euskadi no es España», fue el argumento. Por eso, la dirección de la prueba ni se planteaba volver. Los recorridos saltaban desde Cantabria hasta La Rioja. O al revés.
Las circunstancias cambiaron con el socialista Patxi López como lehendakari. «Haremos lo posible para que la Vuelta regrese a Euskadi», se comprometió Blanca Urgell, consejera de Cultura, en septiembre de 2009 cuando visitó la etapa de la ronda que acabó en Talavera de la Reina. Era la primera vez que un representante del Ejecutivo vasco aceptaba la invitación de la carrera. Con ella viajó Patxi Mutiloa, director de Deportes e impulsor del retorno de la Vuelta. A Mutiloa había recurrido en agosto de ese año Javier Guillén, director de la prueba, para sondear las opciones de volver a Euskadi. Guillén era cauto. Temía que el regreso a suelo vasco se politizara y volvieran a producirse incidentes.
Mutiloa viajó en julio de 2010 a la salida del Tour en Rotterdam (Países Bajos), donde llegó a un acuerdo con ASO, la empresa propietaria del Tour y la Vuelta. A aquel primer movimiento de Mutiloa se sumó luego el interés de ayuntamientos como los de Getxo, Bilbao, Vitoria y Barakaldo. La Vuelta, además, no andaba sobrada de lugares por donde pasar. La crisis económica había ajustado los presupuestos públicos. En otoño de ese año la dirección de la ronda y el Gobierno vasco dieron el paso definitivo: pactaron que la edición de 2011 incluyera dos etapas en Euskadi, con finales en Bilbao y Vitoria. «Si temiéramos que fuera a haber incidentes no iríamos al País Vasco», declaró entonces Guillén.
Las dos etapas fueron un éxito popular. Emocionante. «Cuando la Vuelta regresó a Euskadi sentí que estábamos haciendo historia», contó años después el director de la carrera. No olvida aquel primer día: «Veníamos de Cantabria. Al acercarnos al primer cartel de Euskadi, el ciclista italiano Bruseghin se dejó caer para que los otros dos de la escapada, Igor Antón y Gorka Vergudo (Euskaltel-Euskadi), entraran primeros en su tierra. En ese momento, Antón cerró el puño y se tocó el pecho como diciendo 'aquí estamos, lo hemos conseguido'. Me puso la carne de gallina. Luego vino la explosión con la victoria de Igor en Bilbao».
Desde ese abrazo entre Euskadi y la Vuelta tras más de tres décadas de separación, el éxito se ha repetido. La edición de 2012, la que partió desde Pamplona, disputó su tercera etapa entre Oion y Arrate, y la cuarta, de Barakaldo a Valdezcaray. En 2014, con el PNV de nuevo al mando, el Gobierno vasco reiteró su apuesta por la Vuelta. Josu Erkoreka, portavoz del Ejecutivo, «saludó» la posibilidad del retorno de la carrera para «satisfacer» a la afición» y «movilizar» la actividad económica. Y así, en 2015, Vitoria dio la salida a la decimocuarta jornada, con final en la Fuente del Chivo (Cantabria). En 2016, Bilbao fue la meta de la decimosegunda etapa, que había partido desde los Corrales de Buelna. Y la capital vizcaína dio la salida siguiente hacia Urdax. Durante la Vuelta 2018 llegó una jornada para la historia con el recorrido entre Getxo y Oiz. La postal de Bizkaia ocupó la decimoséptima etapa. La carrera volvió en 2019 (Los Arcos-Bilbao y Bilbao (San Mamés)-Los Machucos) y en 2020 (Irún-Arrate y Vitoria-Villanueva de Valdegovía).
Esa historia seguirá sumando capítulos en la edición que está a punto de comenzar. «La Vuelta necesita al País Vasco», repite Javier Guillén. Y Euskadi tiene en la ronda española un inmejorable escaparate mediático para promocionar sus atractivos turísticos. Cuando en 2011 la caravana ciclista pisó de nuevo las carreteras vascas comenzó un proceso que hollará una de sus grandes cimas en julio de 2023: el hermano mayor de la Vuelta, el Tour de Francia, saldrá desde Bilbao y disputará en Euskadi sus tres primeras jornadas. Otro éxito asegurado.
«La Vuelta está asociada a los mitos formados en las carreteras vascas. El diario EL CORREO la organizó durante muchos años. Entonces, Euskadi era el centro de la carrera», destacó Javier Guillén en 2011, cuando la ronda volvió a Bilbao. La Vuelta nació en 1935 y murió varias veces. Hasta que en 1955 la rescató EL CORREO. Con un presupuesto aquel año de un millón de pesetas (6.000 euros), la carrera inició su renacimiento. Llegó el gran duelo entre Bahamontes y Loroño. Y los triunfos de Anquetil, Poulidor, Merckx, Gimondi e Hinault. Y el alumbramiento del 'Tarangu' Fuente, el genial escalador del KAS, el equipo de Vitoria. Y las victorias de todos los colores de Txomin Perurena. Y el éxito de Ocaña. La Vuelta ha escrito en Euskadi buena parte de sus mejores páginas.
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