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Colas en las taquillas de San Mamés. Y en las del Teatro Arriaga. Aquel fin de semana de mediados de mayo de 1960 Bilbao giraba en torno a la Vuelta a España, que iba a terminar con dos jornadas por Bizkaia incluido el paso, sábado ... y domingo, por San Mamés, la vieja 'Catedral'. La nueva se prepara ya para ver circular a los ciclistas por el interior del campo, de donde saldrá el 6 de septiembre la decimosegunda etapa de esta próxima edición de la ronda española camino de la meta en los Machucos.
La Vuelta estrenó en 1960 la versión ciclista del estadio rojiblanco. La expectación era máxima. Y de ahí la colas para sacar entradas. Diez pesetas costaba un billete para general y 75 la de tribuna principal. Valía la pena. Antes de que llegara el pelotón, los espectadores pudieron disfrutar sobre la pista instalada sobre el césped de la rivalidad entre ases del velódromo como Guillermo Timoner y Rick van Steenbergen. Y de pruebas de cars, entonces una novedad. La música de la velada la pusieron los 'Chimberos'.
Por la megafonía llegaban noticias de la etapa que iba a finalizar allí. Había salido desde Santander. Con lío, y gordo. Federico Martín Bahamontes, ganador un año antes del Tour y por eso mito nacional, no estaba ya en carrera. Había llegado, adrede, fuera de control en la etapa anterior en protesta porque el jurado de la prueba se negó a repescar a San Emeterio, su mejor gregario. Bahamontes, según los comisarios de la carrera, agredió «de palabra y obra» a un grupo de aficionados que le recriminaron su actitud displicente al verle tan rezagado. Hay en El CORREO de aquellla fecha una fotografía que capta al genial escalador, bomba de inflar en mano, enfrentándose a los hinchas. El 'Águila de Toledo' llegó a la meta de Santander con una hora de retraso; el último. Fuera de control. A casa. En una de las páginas se lee este titular: 'El Águila... sin cabeza'.
Ni el toledano, ni Pérez Francés, expulsado por agredir al director del equipo belga Groene, estaban ya en la Vuelta. Ni Charly Gaul, que se había retirado unos días antes sin apenas dejarse ver. Aun así, las gradas de San Mamés se quedaron pequeñas para asistir al final de aquella carrera que ha pasado a la historia como la del 'escándalo Bahamontes'.
Aquel día que no vio partir al toledano de Santander asistió a la salida en tromba del belga Franz de Mulder. La etapa terminaba en San Mamés. Jesús Loroño, de Larrabetzu y gran hincha del Athletic, tiró a por el belga. Le cazó en el ascenso al Escudo, entonces uno de los puertos más temidos. A La Catedral llegaban las noticias de esa fuga a dúo. Vibraba San Mamés mientras asistía al festival de los 'pistars' sobre el velódromo portátil.
Todo lo ocupaba la Vuelta. Las páginas de EL CORREO llevaban días calentando el ambiente. En un reportaje, Begoña, esposa de Loroño, reconocía estar harta de tanta discusión entre 'loroñistas' y 'bahamontistas' en la barra del bar 'Penalty' que regentaba en la capital vizcaína. «No me hace falta escuchar la radio o leer los periódicos. En la cara de los clientes veo lo que ha hecho Jesús cada día», declaró.
Loroño ya no tenía opciones de ganar la Vuelta, pero sí de conquistar la etapa de Bilbao, la que finalizaba en el templo de su querido Athletic. Conocía cada metro del recorrido. Tras coronar el Escudo, tiró de De Mulder, que se iba a vestir de líder y sentenciar la Vuelta. San Mamés los vio entrar enparejados. No había duda. Seguro que se habían repartido el botín: la etapa para Loroño y la Vuelta, para el belga. Pero en la última curva del velódromo levantado sobre el césped, justo antes de cruzar la meta, De Mulder y Loroño se tocaron, rueda con rueda, y el vizcaíno patinó. Entró en la meta a rastras, por incercia, ante el «¡Ohhhh!» apesadumbrado de la grada. Sonó como si el Athletic hubiera fallado un gol cantado. En su columna de El CORREO, José María Múgica lo contó así: «En el último segundo se estropeó la fiesta». El columnista, como consuelo, le echó humor al drama: «Loroño sí que puede decir eso de 'llegar y besar el santo'. El santo suelo».
De inmediato, claro, se desató la polémica, tan habitual en los campos de fútbol. ¿Había sido penalti de De Mulder a Loroño? ¿Le había tirado a propósito? El vizcaíno bramaba: «Me había dado su palabra de dejarme ganar. Yo lo he traído hasta las puertas de Bilbao. Me venía diciendo, 'tira, tira, que voy muerto'. Y al llegar aquí me ha hecho esta faena. ¡No hay derecho!». En la otra portería, De Mulder casi lloraba. «No le he hecho ninguna faena. He llegado dispuesto a cumplir mi palabra. Loroño me ha ayudado mucho. Decidle por favor que me perdone», pedía. Según el belga, al salir de la curva final su rueda delantera impactó contra la trasera de Loroño y le desequilibró. «No pude frenar. Era él el que merecía la victoria». Pero nada tapaba la herida del vizcaíno. «¡Si le he venido dando agua! ¡Si me he portado con él como un amigo! ¿Cómo es posible que me haya hecho esto?», repetía el vizcaíno.
El belga pagó el incidente un día después, en la última etapa, dividida en dos sectores. De Mulder ganó el matinal, 116 kilómetros entre Bilbao y Gernika, y conservó el maillot de líder por la tarde en la contrarreloj de 53 kilómetros entre Gernika y Bilbao, con vuelta final por San Mamés. Pero recibió las recriminaciones de algunos aficionados que no creyeron su versión de lo sucedido en La Catedral, que fue sede dos años después del triunfo del alemán Rudi Altig y que vuelve a ser parte de la Vuelta en la edición que arrancará el sábado desde Torrevieja con una contrarreloj por escuadras. En la decimosegunda jornada, Bilbao será sede de la meta, ubicada en la Gran Vía, a la que los corredores llegarán tras descubrir la explosiva subida al monte Arraiz.
Un día después, el 6 de septiembre, la Vuelta colocará su salida en los aledaños de San Mamés. Los ciclistas ingresarán en el estadio, darán tras el coche del director de carrera, Javier Guillén, un giro por el interior de La Catedral y saldrán para dirigirse por las Encartaciones a la meta en Los Machucos. Allí espera seguro otra cola de aficionados.
Deporte popular La expectación era tal que s e formaron colas en las taquillas, a diez pesetas la general y a 75 la tribuna
Estrellas Gaul y Bahamontes partieron como favoritos pero los dos retiraron. El toledano, con escándalo
El lamento de Loroño «De Mulder me había dado su palabra de dejarme ganar y al llegar me hace esta faena»
16ª etapa. Santander-Bilbao, 192 kilómetros. Victoria de Franz de Mulder sobre Jesús Loroño en el campo de San Mamés. El belga se viste de líder.
17ª etapa, primer sector. Bilbao-Gernika, 116 kilómetros. Gana De Mulder.
17ª etapa, segundo sector. La Vuelta termina con una contrarreloj entre Gernika y Bilbao, de 53 kilómetros que incluye el alto de Sollube. Vence Antonio Karmany y De Mulder se lleva la ronda, que celebra su fiesta final en el estadio de San Mamés.
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