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En Lleida no conviene ser lento. Esta ciudad reserva siempre una fecha para hacer una caracolada popular. Decenas de miles de comensales se citan para, a 40 caracoles por barba, llenar la tripa con este lento molusco. Tampoco es Lleida un lugar para ciclistas sin ... reprís. Aquí han ganado Malcom Elliot, Cavendish y Van Poppel. Tipos que desenfundan rápido. De los que se tragan a bocados a los caracoles del pelotón. De esa especie son Sagan, Viviani, Nizzolo, Cortina, Aberasturi... Liebres.
Pero esta vez los presuntos caracoles tuvieron el viento a favor. Su carapazón fue como una vela. Eran tres, Jetse Bol, Bystrom y Jelle Wallays. A Bol se lo comieron entre las rotondas que anunciaba Lleida. Pero las liebres no calcularon bien. El aire les confundió. A 400 metros de la raya, Sagan vio que su menú se le escapaba. Músculo puro, salió a devorarlos, pero se quedó al borde de la mesa. El belga Wallays, buen clasicómano y ganador de la París-Tours, arrancó en el momento justo y batió, por los pelos, o mejor, por los cuernos, a las liebres. Wallays es el caracol más rápido que ha pisado nunca esta ciudad famosa por sus festines de moluscos.
Hacía tanto viento en la salida, en Ejea de los Caballeros, que a los favoritos les costaba hablar de las dos etapas siguientes, las de Andorra: con finales en La Rabassa, un puerto largo (17 kilómetros, al 6,6%), y en el col de la Gallina (3,5 km. al 8,7%) tras escalar otras cinco cuestas en apenas 100 kilómetros. «Vamos a pasar antes el día de hoy», avisaba prudente Enric Mas, tercero en la general. Al fondo de la calle, Valverde se estiraba un poco más: «La decisiva es la segunda etapa, la de la Gallina». Acecha a Yates, a tiro, a 25 segundos. «Lo que pasa es que el gemelo del líder, Adam, está entero. Le han reservado para estos días», advirtió. Aun así, se sabe ante una oportunidad que «ni esperaba». Se la ha ganado a pulso.
Como Enric Mas, cada vez más ambicioso. Para todos es la sorpresa de la Vuelta. Menos para él: «Sabía que el trabajo iba a darme frutos». Tan joven como sereno. Y peligroso. «Vivo en Andorra -añadió-. Conozco bien esas carreteras. Si tengo fuerzas, sé donde arrancar». Dónde recortar el minuto y 22 segundos que le quita Yates.
Enric Mas es vecino de Simon Yates, el líder, afincado en Andorra desde 2015, desde que empezó a cobrar un buen sueldo y, como a tantos en el pelotón, le atrajeron las condiciones fiscales del Principado. «Sé bien por donde pasan esas dos etapas. Andorra es un sitio pequeño. Está todo a mano». Incluido el triunfo en esta Vuelta. El viento arreciaba en Ejea. Ni un palabra más de Andorra. Había que llegar antes a Lleida, donde se suponía que iba a haber caracolada. Los mecánicos colocaban platos grandes. De 54 ó 55 dientes, uno dos más de lo habitual. Era un día con doble tracción: la de las piernas y la del aire de culo. A volar. A comer. Pobres caracoles.
Tres de ellos salieron huyendo casi desde la salida. Bol, Bystrom y Wallays. Los tres componían el menú del día para los equipos de los velocistas, que nunca les dejaron alejarse mucho. Todo iba rápido. A pedir de boca. Salivaba el pelotón.
A Bol se le indigestó el final del recorrido. Le dolía un costado. El Burgos BH alquiló sus piernas para esta Vuelta, para una fuga así. Pero no pudo sostenerla. Al puchero. Quedaban Bystrom y Wallays. Dos caracoles, pero de carreras. Con el viento de su lado, no estaban dispuestos a rendirse. No querían alimentar el palmarés de nadie. Ni de Sagan, triple campeón del mundo. Ni de Viviani, doble ganador de etapa en esta Vuelta. Ni de Van Poppel, vencedor aquí en 2015. Ni de García Cortina y Aberasturi, que buscaban dar su primer mordisco en una gran vuelta.
Wallays ya tiene experiencia en sortear a las liebres. Lo hizo en la París-Tours de 2014, cuando iba en compañía de su maestro, Thomas Voeckler. «Él iba calmándonos. Nos decía que no tiráramos mucho, que si lo hacíamos el pelotón apretaría a por nosotros más fuerte», contó. «El pelotón siempre juega con los escapados. Voeckler me enseñó a jugar con el pelotón», desveló.
Aplicó la lección. En esa partida de ajedrez, el caracol hizo el movimiento más certero. Jaque. Wallays recordó la paciencia de Voecker. Esperó a que Bystrom se ahorcara. «Es muy rápido, pero se ha puesto nervioso», agradeció Wallays. Bystrom cayó en el pánico al notar por detrás la embestida de Sagan. El arcoíris. Guadaña multicolor. Por ese miedo a ser devorado, Bystrom se precipitó y lanzó a Wallays. Jaque mate. Aceleró y sorteó a la liebres. «Todos decían que iba a ser una etapa para el sprint, pero en la salida algo me decía que no». Voeckler desde su memoria. Al ya exciclista francés le encantaban los Pirineos. Hacia allá va esta Vuelta. A la casa donde viven el líder, Yates, y la revelación, Enric Mas. Y al lugar donde nunca ha querido residir Valverde, pese a lo mucho que le han insistido. Por seguir en Murcia ha perdido buena parte del dinero que paga en impuestos. Quizá, con 38 años, ha llegado la hora de la compensación.
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