La Vuelta, en Álava
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La Vuelta, en Álava
Vuelve Herrera, la agonía vertical. «Acaba contigo»Cuando Javier Guillén vino a Vitoria el año pasado para diseñar la etapa que hoy recorre 175 kilómetros por Álava, Ramiro González lo tuvo claro. «Hay que subir Herrera», insistió. Esa era la condición. La ascensión del 2022, por el lado de Peñacerrada, más amable, ... menos dura, supo a poco. No se puede decir que se ha coronado la icónica cima si no se trepa desde la Rioja Alavesa. La Vuelta a España no lo hace desde 1978. «Ya tocaba», afirmó el diputado general una vez sabedor de que no habría impedimentos para cumplir su propósito.
Igor González de Galdeano
A la ronda española le sentaba bien Herrera pese a llegar tarde. Le costó once ediciones ser incluida en el trazado. Inédita hasta 1956. En la decimosexta etapa, 207 kilómetros unían Bilbao y Vitoria con las dos subidas más duras que encontraron por el camino. El bautismo de Orduña y Herrera. Bahamontes y Loroño ayudaron a convertirlo en un lugar sagrado. Un mito. El toledano estaba a ocho segundos del líder y tuvo un día lleno de averías. Pinchó antes de subir la muralla de la Rioja Alavesa y también al bajar. Perdió cuatro minutos en Vitoria y su compañero no esperó para ayudarle. Estaban hechos para ser irreconciliables.
Bahamontes trató de resarcirse. Atacó en Herrera en 1958 y 1965, pero en ninguna con la fuerza necesaria para llegar solo hasta la capital alavesa. Esa exhibición llevaría el nombre de Luis Ocaña en 1971. Atacó en Orduña, a 140 kilómetros de meta, y se plantó a pie de puerto con un grupo de 14 ciclistas y dos minutos de ventaja sobre el líder Miguel María Lasa. En mitad de la ascensión dio el hachazo definitivo y finalmente sacó siete. Herrera marcó la diferencia. Se despidió de la Vuelta al ritmo de Bernard Hinault. Vicente Belda aceleraba y le sacaba unos metros, pero el francés logró atarle en corto y firmar su primera victoria en la Vuelta pese a que la subida le pareció un martirio. «El puerto corto más duro que he subido». En sus 5,6 kilómetros al 8,3% de pendiente media y rampas por encima del 14% se retiró de la Itzulia en 1982, atenazado por la lluvia y el viento que amenaza esta tarde a los ciclistas.
Esa edición de 1978 marcó un punto de inflexión en la Vuelta. Fue la última edición organizada por El CORREO y su último paso por Euskadi hasta 2011. Entre medias, los ciclistas vascos no pudieron disfrutar de la afición que mejor honra la carrera. La misma que poblará esta tarde las cunetas de Herrera en su bautizo a color. «Un puerto de desgaste» para Joseba Beloki. «Un dolor de piernas» para Álvaro González de Galdeano. Y un mal recuerdo para su hermano Igor. «Me tuve que parar un día entrenando y eso que estaba en buena forma», evoca el ocho días maillot amarillo del Tour.
La carrera mirará a la cara dura de Herrera desde Laguardia después de haber ascendido Rivas de Tereso. «El problema es que vienes por un terreno pestoso y ves lo que hay que subir, pero no te esperas esas pendientes tan mantenidas. Acaban contigo», sostiene Igor González de Galdeano. «Las primeras rampas son matadoras», recuerda su hermano. «Se pega mucho, con tramos durísimos, aunque la parte final es más noble», sostiene Beloki. Los tres coinciden a la hora de elegir «el viento» como el mayor enemigo. «No hay vegetación y está en una zona en la que sopla de costado. Hasta pueden meterte cuneta. Por eso, más allá de su dureza, es un puerto agónico por el factor psicológico».
Joseba Beloki
Se corona a 45 kilómetros de meta y dará paso a un terreno «repechero» junto al bosque hasta Villafría.Bernedo enseña el final de la sierra y la parte de entrada por Quintana y una carretera aún más estrecha al Parque Natural de Izki. La meta estará instalada en Maeztu, en plena nacional. Para Fernando Escartín, director técnico de la carrera, habrá «un sprint de un grupo reducido». «Ganará un gran ciclista, pero desde la fuga», defiende Igor González de Galdeano.
«Día de escapada» también para Joseba Beloki, mientras Álvaro González de Galdeano se niega a pensar que sea una jornada de transición para la general. «Tiene que haber guerra, si no no lo entenderé. El podio no está asegurado y hay terreno para estrategias. Atacar y unirse con algún compañero». Herrera inicia la traca final de la carrera. Está de vuelta, con historia e incentivos para quedarse.
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