Los ciclistas recorren el mundo para competir. Lejos de casa, de sus seres queridos. Por ello, cuando al corredor le toca una carrera cerca de su hogar, es especial. Sabe que sus amigos se van a acercar a animarle. Ese aliento especial desde la cuneta. De los suyos, de aquellos que les vieron entrenando cientos de veces por las carreteras. Los ciclistas pocas veces pueden parar para saludar. Ibai Azumendi lo ha podido hacer este miércoles en la segunda subida al Vivero. Ya sin opciones por el triunfo, se ha acercado a la valla, se ha parado y se ha fundido en un abrazo con sus allegados. Un momento muy emotivo tanto para él como para sus seres queridos.
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Los gritos de ánimo reconfortan a los ciclistas, sobre todo, cuando les llaman por su nombre. Los corredores saben que sus allegados están ahí. A veces les saludan y, como ha pasado en esta ocasión con Azurmendi, se permiten el lujo de dar un abrazo a los suyos. Al de Leitza la Vuelta España ha pasado muy cerca de casa. Vitoria, Laguardia, Irún... Tras estas etapas en tierras vascas, la carrera parte hacia Cantabria.
Azurmendi se había metido en la escapada del día. Sin embargo, en la segunda subida al Vivero estaba descolgado del grupo de cabeza donde estaba Marc Soler, el ganador de la quinta etapa en Bilbao. Ya sin opciones, el abrazo de la familia reconforta, y mucho. Una energía extra para el resto de Vuelta. El ciclista del Euskaltel se despedía con una gran sonrisa.
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