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Este miércoles llega por fin la etapa vizcaína de La Vuelta, que incluye un espectacular final en el monte Oiz. Los aficionados al ciclismo no se lo quieren perder y son muchos los que desde este martes están ascendiendo al Balcón de Bizkaia para disfrutar de la jornada clave de la ronda española. No hay un escaparate mejor para dar a conocer al mundo el territorio: el Neguri de la burguesía, las minas de la Margen Izquierda, el nuevo Bilbao del Guggenheim, la belleza de la costa y, como colofón, las laderas de Oiz. Una etapa redonda, en la que se trabaja a fondo para que salga perfecta y bonita.
En las rampas más duras de este monte -los últimos 4 kilómetros incluyen rampas del 23%- ya se puede leer el nombre de Omar, de Pello y de Óscar Rodríguez, el corredor del Euskadi-Murias que ha creado sensación tras ganar por sorpresa en La Camperona (Asturias). También hay pintadas ajenas al ciclismo, pero una empresa subcontratada de la Diputación es la encargada de borrarlas. Llevan desde las 8 de la mañana de este martes. Todo tiene que estar perfecto. Incluso los icónicos molinos de viento también han pasado por chapa y pintura. Al mismo tiempo, otros trabajadores se encargan de poner la publicidad que dará color a la zona.
Ya en la cima, las autocaravanas y alguna furgoneta aparcan en el poco espacio que hay. Por ahí anda Severino, un gallego prejubilado que no se pierde ninguna de las etapas del norte. Luego le espera Andorra. También está 'instalada' en una cuadrilla de Gernika en tiendas de campaña y una gran carpa. Se huele la fiesta. «Con este tiempo se está mejor que nunca», apunta uno de sus integrantes. El sol pega fuerte, pera la brisa hace placentera la estancia.
No todos optan por subir hasta la cima para disfrutar del final de etapa. Manfred, un alemán retirado que viene desde Andalucía, ha preferido aparcar su autocaravana en la falda del monte. No importa desde dónde; seguro que todos lo van a disfrutar. La Vuelta está a punto de descubrir otro lugar de culto: el monte Oiz.
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