![Tour de Francia 2021: El resucitado Cavendish se acerca a tres victorias del récord de 34 de Merckx](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202106/29/media/cortadas/acavendish5-Rp8bpY89LojGePFHL8vtr7H-1248x770@El%20Correo.jpg)
![Tour de Francia 2021: El resucitado Cavendish se acerca a tres victorias del récord de 34 de Merckx](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202106/29/media/cortadas/acavendish5-Rp8bpY89LojGePFHL8vtr7H-1248x770@El%20Correo.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Mark Cavendish ha tenido que vivir dos veces para acercarse al récord de victorias en el Tour, 34, de Eddy Merckx. Cavendish ya tiene 31. A tres pasos el mejor ciclista de la historia. Los 30 primeros triunfos los consiguió hasta 2016, antes del apagón. ... Una mononucleosis le ablandó las piernas y una depresión le nubló el ánimo. «Estaba todo oscuro. Ahora ya estoy al otro lado», dijo al recomenzar su carrera ciclista. Pero ya no era el que fue. El año pasado se sintió al final de su vida deportiva. Hasta se despidió del ciclismo. «Pensé que ya no iba a volver al Tour», confesó. A última hora suplicó un hueco en su viejo equipo, el Deceuninck. Y Patrick Lefevere, el patrón que tan bien le conoce, le ofreció un maillot si traía un patrocinador que costeara su sueldo. Una última oportunidad. La aprovechó al sprint en la meta de Fougeres, donde también había ganado en 2015, en su primera vida. Merckx aún tiene quien le aceche, el renacido Cavendish.
En la meta lloraba como un niño con su mejor regalo. Entre abrazos de sus compañeros. «Yo sólo soñaba con volver a esta carrera», repetía. A su edad, 36 años, y tras tanto tiempo lejos de los más rápidos, parecía imposible su retorno. De hecho, supo que iba a estar en esta edición la semana anterior a la salida. El velocista del equipo, Sam Bennett, dijo tener una lesión de rodilla. Lefevere, harto de él y de sus excusas, lo apartó. Bennett tiene un acuerdo para irse al equipo Bora. Lefevere no paga traidores y llamó a Cavendish para ocupar su plaza. «Bennett es débil, no tiene confianza en sí mismo. Cavendish es mucho más fuerte de cabeza y no tiene nada que perder en este Tour», comparó el mánager belga. Por ese rebote del destino Cavendish pudo ganar en Fougeres.
Por eso y porque al belga Brend Van Moer, en fuga con el francés Perinchon desde la salida en Redon, se lo tragó la recta final. A Van Moer le sientan mal los finales así. El 31 de mayo, en el Tour de Limburgo, los señaladores de la carrera le confundieron en el último cruce y no pudo vencer. Su familia se dedica a los camiones. Tiene un flota de 500, fruto de mucho trabajo. «Mis padre me han enseñado a no rendirme», asegura el joven belga. Una semana después de su disgusto en Limburgo, culminó brazos en alto la primera etapa del Dauphiné. Casi repite en esta cuarta etapa del Tour. Casi. Mantuvo firme el pulso contra todo el pelotón. Pero no pudo evitar la resurrección de Cavendish. Asistió como testigo a ese milagro.
El Deceuninck se puso al servicio del británico. «Un campeón del mundo como Alaphilippe ha tirado para mí», agradeció Cavendish. Entre todos atraparon a Van Moer a falta de 250 metros, justo cuando se descorcha el sprint. Jasper Philipsen saltó para darle la tercera victoria al equipo Alpecin, el de Merlier y el líder, Van der Poel. Ahí, como pasaba hasta 2016, hasta que se fundió la luz, apareció agachado Cavendish, el ciclista que más se ha acercado a las 34 victorias de etapa de Merckx. Cavendish tenía 30 y tras remontar a Philipsen coleccionó otra, la 31, en el Tour de su renacimiento y tras una día, al fin, sin caídas.
Estar dentro del pelotón del Tour es como vivir en medio de un avispero cabreado. Todo zumba. Ruido y aguijones. Los oídos de los ciclistas no dan abasto. El griterío del público, el 'toctoctoc' de los helicóperos que rebotan las imágenes televisivas y, sobre todo, las voces de los directores gritándoles datos y órdenes que les atraviesan las orejas través de los pinganillos. Los corredores son hoy como avatares en una videoconsola movidos por un mando a distancia. Si a ese cóctel cargado de tensión, estrés y casi violencia se le suma un recorrido estrecho, lleno de curvas y con un final en descenso, todo puede explotar. Y eso sucedió el lunes con un dominó de caídas que afectaron a Roglic, Thomas y Pogacar, y que mandaron a casa a Ewan, Gesink y Haig.
Por toda esa sangre derramada, el pelotón hizo un plante en el kilómetro cero de la cuarta etapa, al poco de salir de Redon. Un minuto de silencio entre tanto ruido. Después, durante diez minutos, la marcha fue lenta. Para que todos reflexionaran. Los corredores, sobre su agresividad; la Unión Ciclista Internacional (UCI), sobre la seguridad de las carreras, y el Tour, sobre el trazado de los finales. No es fácil diseñar las metas. Las carreteras y la ciudades se han llenado de obstáculos destinados a reducir la velocidad del tráfico: isletas, rotondas, badenes, señales, bolardos... Cuando sobre ese campo minado pasa un pelotón ciclista ciego y codicioso suenan las balas y caen los corredores.
David Lappartient, presidente de la UCI, aconsejó a los corredores tener más cuidado, poner la mano en el freno. Los ciclistas, cabreados al escucharle, se echaron las manos a la cabeza. En cuanto se acabó la breve huelga, Perichon y Van Moer montaron la fuga del día camino de Fougeres, la meta donde en 2015 venció Mark Cavendish en su primera vida y donde, resucitado de entre los dorsales jubilados, ha repetido para quedarse a tres peldaños de la estatua más alta de este deporte, Eddy Merckx.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.