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La imagen de Miguel Induráin atravesando San Sebastián a toda velocidad en el prólogo del Tour de 1992 enfundado en su mono amarillo como ganador ... de la edición anterior perdura fresca en la memoria de los aficionados que aquella tarde del 4 de julio cubrían cada centimetro de los ocho kilómetros del recorrido, ocupando tres, cuatro y más filas. Induráin había ganado en 1991 su primer Tour y su popularidad era máxima. Salió el último, con el dorsal 1, y voló en el trazado urbano para batir a Alex Zulle (ONCE) y a Thierry Marie (Castorama). El navarro cedió el maillot amarillo al día siguiente. Tras la escapada de rigor y el paso por Jaizkibel, el francés Dominique Arnould (Castorama) lanzó un ataque en las calles de Donostia y se adelantó al pelotón en la meta del Kursaal, con Johan Museeuw (Lotto) segundo. Zulle se vestía de líder. Un día después, el 6 de julio, el Tour se despedía de San Sebastián rumbo a los Pirineos (la organización de aquellos tres días costó 300 millones de pesetas, 1,8 millones de euros). Indurain recuperó el amarillo doce etapas después, en Italia, en la llegada a Sestriere. El Tour volverá a recorrer Euskadi del 1 al 3 de julio del año que viene con tres etapas: Bilbao-Bilbao, Vitoria-San Sebastián y Amorebieta-Baiona.
- ¿Cómo recuerda aquella salida del Tour de Francia desde San Sebastián en 1992?
- Para mí fue un año muy bueno. El Tour salía de casa y yo corrí con el maillot amarillo como vencedor de la edición anterior. Comenzaba con un prólogo por todo el centro de San Sebastián y recuerdo que había una multitud enorme a lo largo de todo el recorrido. Siempre ha habido una gran afición al ciclismo y aquel día parecía que todo el mundo había ido a ver la carrera.
afición vasca
- Salió con el maillot amarillo y lo mantuvo.
- Así es. Era un recorrido que a mí me venía muy bien por las calles de la ciudad. Salí el último y gané la etapa. Tengo un muy buen recuerdo. Ese Tour partió de Donostia y acabé ganándolo en París. Fue mi segunda victoria en la general y haber empezado delante de nuestra gente fue una sensación especial.
- ¿Qué pensó cuando supo que la edición del año que viene volverá a salir de Euskadi?
- En los últimos tiempos se está convirtiendo en habitual que el Tour salga de lugares fuera de Francia. Este mismo año lo hará de Dinamarca. Es una noticia importante que vuelva después de tantos años, porque tener el Tour en casa es un acontecimiento de nivel mundial. Y organizar la salida es un evento de una dimensión muy grande, porque no solo son las tres etapas, con todo lo que supone eso a nivel deportivo, sino el montaje que se organiza alrededor durante muchos días, que es algo que quizá no se aprecia en toda su dimensión hasta que no se ve directamente. Esa salida del Tour atraerá a mucha afición.
- En 1992, San Sebastián estuvo a rebosar...
- Ese año, en el prólogo estuvo todo el recorrido repleto de gente. El Tour es un gran espectáculo y tenerlo en casa ofrece a muchas personas la posibilidad de conocerlo de primera mano, algo que no pueden hacer de otra manera. Es cierto que entre la afición vasca hay mucha costubre de desplazarse para ver carreras y, en el caso del Tour, acercarse a las etapas de los Pirineos, pero que la salida se celebre aquí supone otra dimensión.
- ¿Cómo es el Tour de cerca?
- No es lo mismo ver el Tour desde casa que in situ. Por la tele se ve muy bien, y más ahora que ofrecen unas imágenes verdaderamente espectaculares. Pero verlo en directo es distinto, mucho más espectacular.
La salida de 1992
- ¿Qué efecto puede tener acoger la Gran Salida en Bilbao?
- Para el ciclismo es bueno, porque un acontecimiento de estas dimensiones genera atracción y puede animar a los jóvenes a acercarse al ciclismo. Y también es bueno para que crezca la afición, porque, como decía, va a dar la oportunidad a gente que por lo general no se arrima al ciclismo de conocerlo de cerca. El Tour va a estar tres días en las carreteras de casa y eso supone una oportunidad que no se da todos los días.
- En 1992 también fueron tres etapas en torno a San Sebastián.
- Sí, lo recuerdo bien. La primera fue el prólogo y la segunda fue una etapa dura, en la que recuerdo que se pasó Jaizkibel y hubo batalla. En la tercera, la carrera ya salió hacia Francia, si no recuerdo mal, camino de Pau y con paso por el Marie Blanque.
Bilbao 2023
- No recuerda mal.
- Hubo dureza desde el principio. Habrá que ver qué etapas diseñan para el año que viene, pero con el terreno que hay aquí no me extrañaría que pudiera ser parecido. En 2023, la tercera etapa no irá tan lejos, con la meta de Baiona.
- En 1992, usted corrió con el maillot amarillo como ganador de la edición anterior. ¿Por qué no se mantiene esa costumbre en la actualidad?
- No lo sé. Son cuestiones que van cambiando con los tiempos. Igual un día lo recuperan. Si algo tiene el Tour es que está en continua renovación.
- Cuando se apuesta por un acotecimiento así, los responsables siempre piensan en la repercusión internacional que puede tener. ¿Qué opina de esto?
- Que se trata de un evento de nibel mundial, sin ninguna duda. Es de lo mejor que puede organizar cualquier ciudad, tiene una repercusión enorme que se repite todos los años. El Tour tiene esa dimensión de la que muy pocos acontecimientos pueden presumir. Y que el año que viene salga y pase tres días por aquí es importante también en ese sentido, además de lo que hablábamos de la afición.
- ¿Estará en la salida en 2023?
- Falta año y medio y quién sabe lo que puede pasar en tanto tiempo. Pero si todo va normal, sí estaré.
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