El segundo obituario de Raphael Geminiani
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El exciclista francés, fallecido a los 99 años, sobrevivió a la malaria por la que Coppi sucumbió en 1959Secciones
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El exciclista francés, fallecido a los 99 años, sobrevivió a la malaria por la que Coppi sucumbió en 1959Raphael Geminiani, el 'Gran Fusil', un apodo que le puso su amigo Louison Bobet por el tamaño de su nariz, falleció el viernes, poco después de que terminara la etapa del Tour, a los 99 años, en Pérignat-sur-Allier (Puy-de-Dôme), muy cerca ... de Clermont-Ferrand, donde nació. Pero el legendario periodista de L'Equipe, Pierre Chany, escribió su obituario en 1959, cuando estuvo a punto de fallecer. Lo ha hecho 65 años más tarde.
Geminiani aceptó la invitación de Fausto Coppi, que era como su hermano, para viajar a Alto Volta, en África, a cazar. «En Fada Ngourma nos alojamos en casa de un particular. Fausto se pasó la noche matando mosquitos, yo me quedé dormido». Regresaron a casa, se despidieron en el aeropuerto de Orly y se desearon feliz Navidad.
Unos días después, Coppi le llamó para pedirle consejo sobre varios corredores. «Le dije que no me sentía bien, Fausto me contestó que él tampoco». Poco después entró en coma. Un médico que conocía su viaje a África le sacó sangre y la envió con urgencia, con dos motoristas de la Gendarmería, al Instituto Pasteur para analizarla. Tenía malaria. Se la trataron; despertaba de vez en cuando. Un sacerdote le dio la extremaunción. «Los periodistas estaban en mi casa, venían del funeral de Coppi y se preparaban para el mío». Pero Geminiani resistió. Chany le enseñó el obituario que había escrito, se lo hizo leer. Le mostraron entonces los titulares sobre la muerte de Coppi.
Un año antes había sufrido el gran disgusto de su carrera como ciclista. «Me han traicionado, ¡Judas!», le decía entre lágrimas a su director Adolphe Deledda. Llovía con fuerza al final de la etapa entre Briançon y Aix-les-Bains. Se le había visto bajar el col de la Chamrousse sacando el pie del calapié en las peligrosas curvas mojadas. «Me abandonaron en el Luitet, ¡Judas!». Había perdido el maillot amarillo por la guerra declarada entre los franceses; los del equipo oficial y el regional Centre-Midi, en el que milita. O mejor, la guerra entre dos egos desmesurados, el suyo y el de Jacques Anquetil. «Que venga Bobet está bien, pero si traes a Geminiani, yo no corro. Esos dos son muy buenos amigos y no quiero salir desplumado como un pichón», le había dicho Anquetil a Bidot, el seleccionador. El luxemburgués Charlie Gaul, que al comienzo de la etapa estaba a 17 minutos en la clasificación, fue quien recogió los despojos y llegó de líder a París.
Geminiani tenía 33 años, sabía que había perdido la oportunidad de ganar un Tour que comenzó a correr cuando la carrera regresó después de la Guerra. «Nunca he visto tanta gente entusiasmada en París como en 1947. Nos hizo olvidar la guerra», admitió.
Era hijo de un ciclismo heroico, en el que había más rivales que amigos. Con Robic no congeniaba. «Era un tipo excéntrico, se le consideraba ingenioso, pero no inventó mucho, excepto un casco que se hizo de cartón. Mientras lo probaba, se pegó un golpe con un martillo para demostrar su eficacia. Y allí vimos un hilillo de sangre brotando de su frente». Una vez le metió la cabeza en el váter cuando después de que ayudara a su líder durante 150 kilómetros, le escuchó decir a Robic: «Yo no quise hacer como el idiota de Geminiani», así que «le agarré la cabeza y le hice beber tres veces de la taza».
Después de abandonar el pelotón Geminiani fue director de su gran rival, Anquetil, en sus cinco Tours victoriosos. Dirigió a Lucien Aimar, que ganó el Tour de 1966, a Joaquim Agostinho y a Eddy Merckx cuando corrió en el Fiat.
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