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La salida. El primer Tour comenzó junto a esta posada. AP

El primer Tour se citó en una posada

Sesenta ciclistas se lanzaron el 1 de julio de 1903 a aquella aventura de seis etapas maratonianas

Viernes, 24 de marzo 2023, 00:22

«Miércoles, 1 de julio de 1903. El sol ilumina la campiña al sur de Villeneuve-Saint Georges, en la periferia parisina. En el cruce de las carreteras hacia Motgeron y Draveil, justo delante del 'Au Réveil Matin' (el Despertador) -una posada frecuentada por granjeros ... y carreteros-, sesenta ciclistas atienden las órdenes de un personaje pintoresco y con mostacho, vestido con una chaqueta de tela ligera y tocado de un panamá -sombrero de paja-: el 'impecable' señor George Abram, a quien Henri Desgrange, el creador y organizador de la carrera, ha encargado dar el banderazo de partida.

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- Señores. Debido a unas obras en la carretera, la salida tendrá lugar 600 metros más allá.

Y todos recorren ese tramo, charlando, bici en mano, seguidos por sus amigos y familiares.

- Alto.

Los ciclistas se detienen en silencio y 'monsieur' Abram, solemne, por no decir estirado, eleva con lentitud estudiada un banderín amarillo en el que se lee: 'L'Auto', el periódico organizador de la prueba, del que es secretario general. Cuando baja la bandera, su reloj de bolsillo marca las 15 horas y 16 minutos. Los 60 participantes se alejan de inmediato, espoleados por el primer demarraje de Hippolyte Aucouturier. Su intención era clara: llegar cuanto antes a Lyon, situada a 467 kilómetros, punto final de la primera etapa». Así recoge Pierre Chany en 'La Fabulosa historia del Tour' el inicio de la carrera.

Faltan

99 días

para el tour

A las nueve de la mañana del día siguiente, Maurice Garin, un francés nacido en Italia, llegó el primero a Lyon. Había tardado 17 horas, 45 minutos y 13 segundos, un minuto menos que Pagie, el segundo, y con más de media hora de ventaja sobre el tercero, Georget. Cuentan las crónicas que Garin le aconsejó a Pagie, compañero de equipo, que no se detuviera en ninguna posada, que no comiera nada extraño. Su gran rival, 'El Terrible' Aucouturier, sí se paró y tuvo que dejar la carrera entre retortijones.

La segunda de las seis etapas -Lyon-Marsella, de 374 kilómetros- comenzó a las dos y media de la madrugada del 5 de julio. Si querían llegar de día a Marsella había que partir de noche. A las cinco de la tarde arribaron a la ciudad mediterránea. Ganó Aucouturier, que pese a haberse retirado en la primera etapa, podía seguir compitiendo aunque sin contar para la general. 'El Terrible', enemigo cerrado de Garin, se alió en la tercera etapa con Georget, el gran rival del líder. Y los organizadores decidieron entonces dividir la competición: los que disputaban la general, por una parte, y los que no habían concluido alguna etapa, por otra.

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En la tercera jornada -Marsella-Toulouse, de 423 kilómetros- Garin reforzó su liderato. Atacó todo el día hasta derrumbar a Georget. «Misión cumplida», dijo luego, tras más de 18 horas de pedaleo. Aucouturier fue de nuevo el más rápido.

La cuarta, la que concluía en Burdeos tras, más o menos, 268 kilómetros -los propios organizadores reconocían que entre el más y el menos podía haber una diferencia de 100 kilómetros-, la ganó por primera vez un corredor no francés: fue el suizo Charles Laeser, a una media de 30 kilómetros por hora, el récord hasta entonces. Tardó ocho horas, un sprint para la época en que las clásicas alcanzaban los 800 kilómetros. 'El Terrible' sufrió una caída y, definitivamente, dejó la carrera.

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Lo que diga el juez

La penúltima etapa, Burdeos-Nantes -425 kilómetros, en teoría, aunque eso es algo físicamente imposible- partió a las tres de la mañana de la ciudad del vino, justo delante del Café de Sion. Allí un cinematógrafo proyectaba imágenes de las jornadas anteriores sobre una sábana blanca. Garin se llevó aquella etapa, aunque el público vio ganador a Sanson. Claro que entonces no había 'foto-finish'. La palabra del juez era la ley. Ese día, el rival de Garin, Georget, pinchó a cada kilómetro, con lo que eso suponía en 1903. Desilusionado, una vez pasado el control de La Rochelle se echó una siesta bajo un árbol. Estaba tan cansado que tardó horas en despertar. Nunca llegó a la meta.

Con la prueba en el bolsillo, Garin y los otros 20 supervivientes recorrieron los 471 kilómetros de la jornada final, entre Nantes y Ville de'Avray, junto a París. Cuanto todos llegaron y quedó ratificada la victoria de Garin, ciclistas y aficionados se desplazaron hasta el Parque de los Príncipes, que en aquella época era una zona prohibida para circular en bicicleta. Allí, Garin y el resto de los pioneros recibieron la gran ovación de un público -20.000 personas- ya entregado. Habían pasado 19 días desde que 'monsieur Abram' bajara el banderín.

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