Urgente Un incendio en un bloque de viviendas desata la alarma en Basauri
Bahamontes, durante una subida al Tourmalet.
Faltan 93 días para el Tour

La montaña que lo sabe todo

La historia de la ronda gala está resumida en el Tourmalet, donde nacieron Merckx e Induráin y voló como nadie Bahamontes

Jueves, 30 de marzo 2023, 00:26

En el Tour de 1965, Julio, 'Julito', Jiménez subía el primero las rampas del Tourmalet. Ensimismado, concentrado en su sufrimiento, miraba el suelo pasar bajo el baile de sus piernas. Brea descarnada, algún bache y, cada pocos metros, letras blancas: allí estaban los nombres de ... los ciclistas pintados por sus seguidores. 'Julito' pedaleaba y leía. Absorto. Hasta que se topó con el apellido que más le dolía: 'Bahamontes'. Su rival. Su compatriota. Su antecesor. Su enemigo más íntimo. El que le encendía la rabia. Eran pintadas viejas, de ediciones anteriores. Allí seguían. Ecos. Las letras de 'Bahamontes' provocaron una erupción en el ánimo de Jiménez, que trepó el Tourmalet y ganó en la meta de Bagneres de Bigorre. «Quería demostrarle a Bahamontes que yo no soy inferior a él», declaró al bajar del podio. Pero el Tourmalet dice lo contrario: Bahamontes tiene el récord; holló la cima en cabeza en 1954, 1962, 1963 y 1964. Ese último año cruzó la pancarta del puerto empatado con 'Julito', que también coronó el coloso en 1965 y 1967. Cuatro 'Tourmalets' para Bahamontes y tres para Jiménez.

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Siempre fueron rivales. Julio Jiménez falleció el año pasado. Bahamontes cumplirá en julio 95 años. Hace apenas unas temporadas, durante una Vuelta a España, Federico firmaba autógrafos en la meta de Toledo, su casa. Cerca andaba Julio, calvo y risueño como siempre. A 'Julito', unos amigos le pidieron que les presentara a Bahamontes; querían un autógrafo. Jiménez, siempre generoso, tragó su vieja bilis y se acercó al 'Águila de Toledo'. «Qué tal, Federico. Mira, estos conocidos míos quieren que les firmes una foto», soltó con un saludo. Bahamontes, con la retranca en guardia, le contestó en buen tono: «Claro, Julio. Y te voy a dedicar una foto mía también a ti». Sorpresa. 'Fede' agarró el 'boli' y deletreó sobre la imagen: «A 'Julito', mi mejor gregario». Jiménez, claro, estalló. «¡Gregario! ¡Cómo que gregario! ¡Siempre estás igual, Fede!». Regresaron a su vieja enemistad, la misma que activó a 'Julito' aquel día de 1965 en el Tourmalet.

Aunque nació en 1903, el Tour amplió su horizonte en 1910, cuando descubrió el Tourmalet. Es una montaña indispensable. En ella cabe la Grande Boucle. Lo ha visto todo: al pobre Besnier llegar en 1926 a la meta de Luchón tras 22 horas y 47 minutos de pedaleo por el fango del Aubisque, el Tourmalet, el Aspin y el Peyresourde... Aquellos 326 kilómetros entre Baiona y Luchón son aún la etapa más dura jamás disputada. El apocalipsis sobre ruedas.

Dos años antes, por el Tourmalet había subido un italiano imparable, Ottavio Bottecchia. Cuentan que tenía pulmones de sobra para escalar el coloso mientras cantaba sobre el sillín. En 1947, la cuesta vio llegar al más cabezota, a Robic, con diez minutos de ventaja sobre Brambilla y con dos bidones llenos de café. Robic y su figura de gárgola son patrimonio de Francia, que ese año rescataba el Tour de las trincheras de la II Guerra Mundial. Robic, francés, bretón, se convirtió en el héroe del pueblo.

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«Enanos de la carretera»

Por eso, porque esta carrera forma parte del país, no se perdona a quien le falta al respeto. De ahí la cólera de Jacques Goddet, patrón de la ronda, cuando en 1961 nadie atacó a Anquetil en el Tourmalet. Al día siguiente escribió un artítulo titulado: 'Los enanos de la carretera'. No se puede desaprovechar un escenario así, tan cargado de memoria: en 1969 allí se instauró el 'merckxismo' con aquella cabalgada del tal Merckx, un joven belga voraz vestido de amarillo y empapado de rabia y orgullo; allí también apareció en 1970 Bernard Thevenet, verdugo luego de Merckx; en el Tourmalet buscó Bernard Hinault en 1986 el sexto Tour que nunca ganó, y en esa montaña, en 1991, nació la era de Miguel Induráin cuando eligió esta rampa de los Pirineos para irse con Chiapucci y archivar a Greg LeMond.

Los 19 kilómetros del Tourmalet están hechos de papel. Sobre ese rollo de asfalto se ha escrito el guion del Tour. Christian Laborde, escritor francés y devoto de la ronda gala, lo dijo así: «El ciclismo es el Tour. Y el Tour es el Tourmalet». Contar este puerto es narrar la biografía de más de un siglo de la Grande Boucle.

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